Cádiz CF

Sergio, dos formas diferentes de respirar aliviado

Las victorias en Valladolid y Valencia salvaron la figura de un entrenador aunque de manera muy distintas en su contenido

Sergio abrazó a todos sus jugadores tras el término del partido en Mestalla. ccf

Alfonso Carbonell

No está siendo una temporada nada sencilla para Sergio González. Sin duda, el arranque liguero, una rémora de lo que aún no se ha desquitado pero va camino de ello, lo marcó. Aquellos cinco encuentros primeros de Liga donde no se marcó ningún gol ni se sumó ningún punto hicieron mella no sólo en él, sino en todo el entorno de un equipo que parecía haber perdido toda la confianza que tuvo para hacer unas de las mejores segundas vueltas en Primera División que se recuerda al Cádiz CF a lo largo de su historia y que a la postre sirvió para salvar la categoría.

Hubo razones para que eso no saliera . La primera puede que haya que buscarla en los despachos, donde se dejó a la inercia de la competición el destino de un equipo que más que reforzado fue lastrado tras varias despedidas y pocas bienvenidas. Apenas Zaldua reforzaba una demarcación de la que se había ido Carlos Akapo, lesionado. Y poco más. Porque Ocampo y Bongonda aún no se han consolidado en el once.

Con estas armas, Sergio le tocó empezar una temporada que no la afrontó nada bien. La pretemporada fue un fiasco, la carga de trabajo igual. Se sabía que este curso era distinto a todos por la irrupción a mitad de ejericicio del Mundial y se midieron mal los tiempos. El equipo pagó en el comienzo de Liga una pretemporada intensa dado que se buscaba que los jugadores llegasen a tono para el comienzo de Liga. No salió la jugada. Es más, a los que se lesionaron durante la pretemporada hubo que unir la imagen que dio un equipo en ese arranque liguero y las sensaciones de unos futbolistas que parecían demasiado pesados.

Quizás por ello, y sin quizás, Sergio pudo pagar muy caro ese mal inicio. Cierto es que el calendario era de aúpa, pero el bajón físico y de juego que dio el equipo en comparación a los últimos encuentros de la pasada campaña era como para preocuparse. Y tanto que se preocupó el presidente Vizcaíno, que acudió al partido de la sexta jornada en Pucela con varios entrenadores contactados para dar el relevo a Sergio.

Todo esto se lo podía imaginar el propio entrenador cadista, que incluso en la rueda de prensa posterior a la victoria por la mínima ante el Valladolid (0-1, gol de Negredo) llegó a reconocer que de haber perdido seguramente ya se hubiera quedado en Valladolid. Y lo decía sin malestar alguno; es más, podía aceptar la destitución ya que seis jornadas sin puntuar eran demasiadas y no había excusas que lo pudieran defender.

Pero el fútbol es como es y quiso la fortuna que el Cádiz CF sumase sus tres primeros puntos en Liga cuando menos hizo para merecerlo. «Nos hemos quitado de encima un camión de mierda», dijo al término del partido para explicar que la sensación que tenía tras la victoria era como si el equipo hubiera quitado también ese tapón de la botella que obligaba a todos los jugadores a jugar con presión y encorsetados.

Sin duda, ese gol de Negredo salvó a Sergio de una prematura destitución que podría haberse dado en el caso de una derrota que el Cádiz CF ese día mereció ante el once de Pacheta. Pero salió con vida y por fin pudo respirar. Eso sí, lo hizo a sabiendas de que el margen de esperanza se lo había concedido la diosa Fortuna, no el trabajo que se estaba realizando.

Eso sí, aquel día entró a jugar por primera vez en la temporada Rubén Alcaraz, su extensión en el campo. Y fue con él, además de otras incorporaciones que estaban saliendo de la enfermería, como el Cádiz CF fue mejorando en sensaciones y, puntito a puntito, se fue enganchando a la Liga.

Llegaron varios empates consecutivos aliñados con una imagen más que potable hasta que en Vallecas llegó un golpetazo que volvió a hacer tambalearse al banquillo. El 5-1 del Rayo , tan inesperado como justo, removió de nuevo al presidente en su palco, que se ponía como límite los dos siguientes encuentros -ante el Atlético en Carranza y el Getafe fuera- para examinar a su entrenador. La idea era clara, si el equipo se hunde, la destitución era más que evidente aprovechando el parón de mes y medio que traía consigo el Mundial.

Y de pronto, otra vez apareció el fútbol. Efectivamente, el gran encuentro disputado ante un Atlético en horas bajas le volvió a dar la vuelta a la tortilla y del cabreo de Vallecas se pasó al júbilo en Carranza en lo que ha sido la gran fiesta de este curso en casa. Ese 3-2 le daba vida al club, a la afición y especialmente a su entrenador, quien en Vallecas dijo que la manita fue un «accidente». Esa victoria ante el once colchonero, efectivamente, reforzaba la idea de Sergio. El equipo, su equipo, iba por buen camino.

Más razones dio Sergio a su presidente para que este soltara el teléfono y dejara de hablar con posibles recambios . El encuentro en el Alfonso Pérez, un examen en toda regla para el entrenador catalán por aquello de medirse a un rival de su Liga, volvió a cargarle de motivos para que Vizcaíno colgase el móvil y lo dejara ser el entrenador en 2023. Para colmo, el 2-1 en el Bernabéu dejó a la afición más que orgullosa apenas unos días antes de que el equipo cayese en la Copa ante el Real Unión para desgracia de un clima que había conseguido calmar y con la derrota en Irún volvió a encenderse.

De hecho, ni el cuerpo técnico ni la presidencia valoraron en su justa medida la importancia del duelo en el Stadium Gal porque la masa social cadista comenzó el año algo crispado dada la derrota ante un equipo que era colista de su grupo en la Primera RFEF. Sabedor de ello, Sergio se empeñó en hacer de la segunda pretemporada del curso todo lo que no hizo en la primera. Es decir, bordarlo.

El equipo ha aprovechado a la perfección el descanso obligado por el Mundial y las sensaciones que se han respirado día tras día en El Rosal han sido magníficas. Tanto jugadores como cuerpo técnico, obviamente sin lanzar las campanas al vuelo, comentaban entre ellos mismos lo bien que estaban empleando el tiempo porque los entrenamientos eran de un altísimo nivel tanto técnico como físico. El equipo estaba a full y por eso había enormes ganas de demostrarlo en el primer duelo que abría la Liga tras Catar 2022.

Además, no había que olvidar que la clasificación al final de año se veía con una mirada de realtiva objetividad. Era cierto que la permenencia estaba a un punto antes de las vacaciones, pero la lógica dice que andaba por cinco, que era el límite que marcaban equipos de la Liga del Cádiz (Mallorca, Valladolid o Almería).

El encuentro ante el Almería no resultó lo esperado. Los hombres de Sergio volvían a tropezar con el VAR y el tanto anulado a Ocampo acabó pasando factura en un equipo que fue más a menos hasta acabar descomponiéndose en la segunda parte, donde solo el olfato goleador de Lucas Pérez hizo que la debacle no fuera tanto.

Otra vez, por tercera vez en lo que va de Liga, Manuel Vizcaíno volvía a preocuparse y le echaba un ojito a su agenda de entrenadores. Otra vez Sergio iba a un encuentro con la sensación de jugársela, pero en esta ocasión era la vez que menos lo admitía porque sabía y era consciente del excelente trabajo que se estaba realizando. Podía asumir que en Valladolid fuera a la calle porque el equipo se le había caído, podía incluso aceptar que hubiera sido cedado tras el estrépìto de Vallecas, pero lo que le iba a doler muchísimo es que fuera destituido si las cosas no rodaban bien en Mestalla. Afortunadamente, rodaron y a la perfección. Y solo hubo que ver la forma de celebrar la victoria que tuvo el entrenador catalán para percatarse de que si no llega a sumar esos tres puntos hubiera llegado al encuentro de este lunes próximo ante el Elche subido en un patíbulo del que no puede estar tranquilo de haberse alejado.

La alegría no solo la exteriorizó Sergio, también sus jugadores, con los que se fundió en un abrazo uno por uno sabedor de lo bien y mucho que se están esforzando en que salgan las cosas.

Dos veces ha visto la guadaña Sergio esta temporada. La primera, en Valladolid, aceptó lo que podría haber ocurrido en caso de derrota porque hasta él se estaba haciendo muchas preguntas para salir de las dudas; la segunda, en cambio, no podía aceptarla ya que sabe que, a falta de fichajes, sus chicos y él están poniendo no solo todo lo que tienen sobre la mesa sino que lo están haciendo con fútbol, ideas y argumentos sólidos. Pero ya se sabe, los resultados mandan y Sergio deberá seguir remando más allá de la justicia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación