Cádiz CF

La defensa enferma

La línea de retaguardia acumula una serie de factores que no deparan más que incertidumbre en la preocupada afición cadista

Alfonso Carbonell

Nunca comenzó bien, pero en el mes de octubre se terminó de romper lo que se suponía que estaba atado y bien atado. Joseba Zaldua, el que estaba siendo el mejor fichaje de verano hasta el momento, se lesionaba de gravedad mediado el mes de octubre y se quedaba la zaga maltrecha. Tan sólo sería el primer problema de muchos que vendrían ante la parsimonia de un presidente-director deportivo que ha visto pasar el mercado de invierno con la tranquilidad propia del director de los músicos del Titanic.

Sin Zaldua, Iza Carcelén, que tampoco había empezado muy bien la temporada al sufrir molestias pasadas , no tuvo otra que arremangarse y en su último año de contrato comenzar a ser el mismo titular indiscutible que fue en su primer año en Segunda con Álvaro Cervera. Las carencias del lateral gaditano son muchísimas en Primera, siempre se han dejado notar, sin embargo, su compromiso y fe le han hecho contrarrestarlas como buenamente ha podido. Pero todo tiene un límite, aunque esta línea roja no haya sido atisbada por la inexistente dirección deportiva del Cádiz CF. Porque mientras el ex del Rayo Majadahonda se esforzaba en mitigar como pudiera sus flaquezas, su presidente, Manuel Vizcaíno no hacía lo mismo para reforzar su demarcación con un fichaje solvente en Primera. Nada más lejos, el sevillano sorprendía a propios y extraños repescando a Rubén Parra, que andaba de suplente y como cedido en el CD Mirandés. Esto es, si ya de por sí la posición de Iza estaba en franca decadencia con un jugador más que amortizado y debilitada por la lesión de Zaldua, con experiencia más que sobrada en Primera, la llegada de un inexperto Parra no hacía más que abrir el signo de interrogación de forma mayúscula. Es cierto que Parra ya jugó el pasado año algunos partidos en Primera -cómo olvidar su gran labor secando en el Nou Camp a Ferrán Torres-, pero no es menos cierto que jugarse un todo o nada con el chaval resulta más que negligente con la responsabilidad de dirigir a un club con el objetivo de mantenerse en Primera.

Y si las cosas en el lateral derechos tienden a verse con altos grados de preocupación, no menos es el escepticismo en el flanco izquierdo, donde el Pacha Espino no tiene quien le haga sombra . El jugador charrúa podrá alternar momentos brillantes con otros más oscuros que no tiene competencia en Santiago Arzamendia, un internacional paraguayo del que todavía se desconoce si es más exterior que lateral. En todo caso, es el que hay y no queda otra que tocar madera para que no haya lesiones en este carril donde domina Espino, que desde enero ya puede negociar con cualquier equipo al cumplir contrato el próximo mes de junio. Otro dato que no invita a la confianza.

Así las cosas en los laterales, no mejor está el panorama en el eje central de una defensa enferma y cogida con alfileres. Se comenzó la temporada con cinco centrales, el último en incorporarse a la primera plantilla fue el canterano Momo Mbaye, que a su edad, 24 años, ya suma algunas que otras molestias que le han privado de estar con el equipo cuando ha habido más bajas. Tantas ha habido, que en este parón por el Mundial, Sergio no ha tenido más remedio que subir al primer equipo en no pocas semanas al canterano Carlos García .

La estampa de los cuatro profesionales que en un principio iban a ser con los que Sergio contaría de manera más prolongada es desoladora. De los cuatro, solo se salva Luis Hernández, que hasta jugó de lateral derecho en dos encuentros antes del mercado de invierno por la baja por sanción -una vez- de Iza y por motivo táctico -otra-. El ex del Málaga es de sobra el central en el que Sergio tiene su mayor confianza y no hay partido que se pierda.

Luis Hernández formó con Víctor Chust la pareja de centrales que la temporada pasada echó al equipo adelante y propició un cambio drástico en el juego del equipo, pero este año las cosas han cambiado y todo por unas molestias que no dejan en paz a Chust . El central valenciano sufre una lesión en el muslo que todo indica que persistirá en el tiempo. De hecho, en esta Liga ha alternado encuentros en el once con estancias en la enfermería, una dinámica que no parece vaya a cambiar dada la delicada lesión del jugador formado en la cantera blanca y que el pasado verano era fichado por el Cádiz CF.

Otro que no atraviesa un buen momento en el apartado físico es Fali, que cada vez es más habitual verlo no acabar un partido tras pedir el cambio. El último fue el encuentro ante el Elche, donde dejó su sitio a Momo Mbaye. El ex del Nàstic ya ha demostrado muchas veces que puede con todo, pero en esta ocasión no parece que esté siendo así tras su baja en el encuentro ante el Sevilla. Otro, entre algodones.

Y por último está el caso ¿perdido? de Juan Cala , al que su entrenador se olvida incluso de citar en las ruedas de prensa previas a los partidos recordando a aquellas en las que Cervera se olvidaba de nombrar a Garrido, baja eterna. En el caso de Cala la cosa preocupa y comienza a crispar en la afición, que el otro día, con ocasión de una discusión en el túnel de vestuarios con Monchi y desvelada por el acta arbitral, le afeó al lebrijano que se pusiera en redes sociales a bromear con el director general deportivo del Sevilla. Cala cuenta con contrato hasta 2024 y por tanto tiene ficha en un equipo que se descompone a la espera de refuerzos. Desde luego, la defensa los necesita como el comer porque más que débil, está enferma.

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