Cádiz CF
Una década sin el hombre de la épica y la camiseta rosa
Se cumplen diez años del fallecimiento de Ramón Blanco, una de las grandes instituciones del club, símbolo del Cádiz más épico de Primera División
![Ramón Blanco en su última etapa como entrenador del Cádiz](https://s3.abcstatics.com/media/canal-amarillo/2023/05/09/v/ramnblanco-k0mB--1248x698@abc.jpg)
Aquel 9 de mayo de 2013, Cádiz fue una ciudad más triste. Su equipo de fútbol sobrevivía a duras penas en las catacumbas de la Segunda División B con una pésima gestión a sus espaldas y al borde del preicipio de Tercera División. Había sido una temporada nefasta y llena de despropósitos que se culminó con una salvación de compadreo en Sanlúcar de Barrameda y sobre todo la peor noticia de todas, el fallecimiento de Ramón Blanco.
Ese día del mes de mayo se iba el bigote que marcó el camino de toda una generación y de un club en esos primeros años noventa en los que el Cádiz de la épica, de Manuel Irigoyen y de las salvaciones al límite. Ramón, el hombre de la camiseta rosa y del amor a unos colores, se marchaba casi de repente y sin esperarlo. Cádiz y el cadismo ponían el epílogo a un año horrible con la pérdida de un símbolo y de un hombre que lo dejó todo por su club.
Un jugador que fue entrenador para terminar de comentarista y volver a ser entrenador. Porque Blanco no dudó cuando a finales de 2012, unos meses antes de su fallecimiento, el mal recordado Alessandro Gaucci le llamaba para coger las riendas del Cádiz tras el desastre de Alberto Monteagudo. Muchos trataron de quitarle la idea a Ramón, eso era meterse en un lío muy gordo tal y como estaban llevando la gestión del Cádiz. A la vista está que tiempo más tarde los administradores concursales quitaron la gestión de la entidad a los falsos cumplidores de Sinergy.
Pero Ramón, a pesar de que vivía de una manera cómoda en la televisión municipal, no dudó en volver al ruedo y ponerse el chandal. Cogió al equipo de su vida para dirigirlo solo en tres partidos en los que no fue capaz de remontar el vuelo de una plantilla perdida en todos los sentidos . Para el recuerdo su imagen en San Pablo, el campo del Écija, en el que el Cádiz cayó derrotado y donde Ramón se vio sin ideas y dando gritos a un equipo que había bajado los brazos.
La historia futbolística de Ramón acabó de la peor manera en el Cádiz más horrible que se recuerda. Cogió las riendas del banquillo Raúl Agné que ni por que fuera amante del guardiolismo fue capaz de enderezar la nave amarilla, si no hubiera sido porque en la el Cádiz jugaba ante el Sanluqueño en la recta final del campeonato.
Sus permanencias en Primera
Pero la historia de Ramón Blanco se escribe mucho antes en la historia del Cádiz CF. De hecho, aquella época en la que fue uno de los grandes protagonistas es la imagen más épica de un club del que aquel hombre de bigote nacido en Galicia.
Entrenador en los años de Primera División durante tres temporadas, salvando al Cádiz con aquel partido inolvidable ante el Zaragoza y el gol de Kiko. Protagonista de otra campaña en la máxima categoría durante la 91/92 en la que logró una salvación menos agónica que en la temporada anterior, pero teniendo que sufrir en la promoción ante el Figueras.
Un año más tarde, Ramón no pudo salvar a su equipo siendo relevado en el cargo, pero quedará para siempre al entrenador de la sonrisa y el que brindó la oportunidad a grandes canteranos que luego hicieron carrera en fútbol profesional.
Como entrenador también dirigió al Cádiz dos campañas en Segunda B, amén de los tres partidos de Gaucci. Otro recuerdo histórico aquella liguilla de ascenso maldita con los filiales del Madrid y el Barcelona, que pusieron en chino el retorno cadista al fútbol profesional.
Y como jugador, Blanco estuvo cuatro temporadas en el Cádiz, una en Primera (77/78) y otras tres en Segunda División . Fue futbolista también de equipos como el Betis, Mallorca, Reacreativo de Huelva, Portuense y Sanluqueño en otros. Como muchos jugadores que vistieron la camiseta amarilla, tras colgar las botas no dudaron en quedarse a vivir en Cádiz para ser un gaditano más que hizo de su bigote, su camiseta rosa talismán y su forma de ser, las señas de identidad de un símbolo del Cádiz CF más puro. Su nombre reza hoy por hoy en el campo principal de la ciudad deportiva de El Rosal.
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