Cádiz Cf

Chris Ramos toca el cielo con sus propias manos

El delantero cumple el sueño de todo niño gaditano y debuta en el estadio del club de sus amores

Sergio González, de récord

Chris Ramos, durante el Cádiz - Rayo CCF

P.V.

El sábado fue un día especial para el cadismo. La fiesta del carnaval se aunó de forma maravillosa con la fundamental victoria del Cádiz ante el Rayo Vallecano. Un partido donde la afición amarilla disfrutó de lo lindo con tres puntos que permiten a los de Sergio González abandonar la zona de descenso. Pero, si para alguien fue una jornada más que especial, ese es Chris Ramos.

El delantero gaditano cumplió el sueño de todo niño que ha pasado por las distintas instalaciones deportivas de las que dispone la ciudad: los primeros pasos en Elcano, la transición al fútbol once en el Campo de Fútbol Pedro Fernández y la consagración en el Manuel de Irigoyen. Chris, que pasó por las categorías inferiores del Cádiz, tuvo que labrarse el camino y trabajar más duro que nadie para disfrutar de su situación actual.

A los 19 años, tras anotar un buen saco de goles en el Juvenil A del Tiempo Libre que dirigía Paco Lozano, actual técnico del Balón de Cádiz, el gaditano emigró en busca de oportunidades a las Islas Baleares. El Mercadal menorquín fue su destino. Anotó cinco tantos y el San Fernando apostó por él de cara a la próxima campaña. Su etapa en el conjunto azulino fue tremendamente satisfactoria y fulgurante a partes iguales. Cuatro goles en 13 partidos y una demostración de condiciones físicas abismales bastaron para que el Real Valladolid llamara a su puerta.

Allí se encontraría, cosas de la vida, con Sergio González. No fue fácil el salto al fútbol profesional, y menos aún cuando tienes competencia directa con jugadores como Jaime Mata, que marcó esa misma campaña, la 17/18, la imponente cifra de 33 tantos. El actual técnico del Cádiz fue capaz de colocar al Valladolid en séptima posición y, aprovechando la situación del filial del Barcelona, entrar en playoff. El ascenso se logró, pero Chris no entraba en los planes pucelanos en el regreso a Primera.

Aún así, y nuevamente cosas de la vida, las circunstancias hicieron que Sergio solo contara con el gaditano como delantero para el debut en Montilivi. Ramos debutaba en Primera División tras habérselo ganado a base de goles, sacrificio, trabajo e ilusión. El amor por el fútbol hizo que nunca bajara los brazos y ahí estaba la recompensa. Pero no todo iba a ser tan fácil. Al Valladolid llegaba el turco Enes Unal y Chris se quedaba sin hueco en la plantilla. Tocaba navegar por Segunda División B para seguir madurando y volver, algún día, a la máxima categoría.

Cesiones al Sevilla Atlético, donde le costó; al Badajoz, donde progresó e hizo gala de sus condiciones y se ganó a la grada y, finalmente, al CD Lugo, donde se hizo un hombre. En el Anxo Carro se convirtió en la máxima referencia atacante de los gallegos. Anotó 14 goles en las dos últimas campañas como albivermello y quedó grabado en el corazón de los aficionados. Su evolución en Galicia había sido clarividente y sus actuaciones le consagraban como un delantero diferencial en Segunda. Un futbolista igual de válido para encuentros con espacios debido a su zancada y velocidad, que para choques cerrados donde su juego aéreo podía ser capital para llevarse el gato al agua.

Y a esto que el Cádiz, cuando Chris disfrutaba de su mejor etapa y su rendimiento había alcanzado grandes cuotas, necesitaba un cambio de aire en su frente ofensivo debido a la baja producción esta faceta durante la presente campaña. Y ahí apareció Chris Ramos que, tras abandonar la Tacita de Plata, tuvo que buscarse las papas lejos de casa para, algún día, alcanzar el sueño en el que se encuentra en este momento.

Ya lo decía en la entrevista ofrecida a los medios del club hace unos días. "Para mí el Cádiz lo es todo. Soy gaditano y cadista. Te puedo contar algunos de los desplazamientos que he hecho de pequeño como uno más. Estuve en Bilbao, donde tuvimos que hacer en autobús como 15-18 horas. Luego, también estuvo en Alicante en el ascenso del Cádiz. Recuerdo Oviedo, con toda la avenida llena, partidos que he vivido yo y eso con la afición de Cádiz, que es única y especial. Estoy donde quiero estar, que es el mejor equipo del mundo”. Imagínense. De alentar al equipo de tu vida a jugar en el equipo de tu vida en Primera y disfrutar desde dentro de esos recibimientos de los que tú hacías parte. Casi nada o, mejor dicho, absolutamente todo.

Debutó en San Mamés y dejó muy buenos minutos en el Camp Nou. Sin embargo, a Chris todavía le quedaba el regalo más especial. Escuchar por megafonía tu nombre y estrenándote en el estadio por el que tantas veces pasó imaginándose que, algun día, sería él mismo el que celebraría los goles con la grada amarilla. Un sueño hecho realidad el pasado sábado en el encuentro ante el Rayo Vallecano.

Chris Ramos pugna con Iván Balliu CCF

Corría el minuto 78 de encuentro y el Cádiz se había adelantado hacía cuatro. Sergio González, consciente de que necesitaba revitalizar el frente de ataque para cargar de energía al equipo, no lo dudó. Llamó a Chris Ramos y a Álex Fernández y les encomendó la tarea. El delantero gaditano, nervioso cuando escuchó la petición del técnico, disfrutó de una ovación por todo lo alto cuando saltó al césped sustituyendo a Sergi Guardiola.

En ese momento, miles de recuerdos pasaron por la cabeza del gaditano. Habían sido muchos años lejos de casa para poder tener, al menos, la opción de fichar por el equipo de sus amores. Y ahí estaba, con el papel de defender la ventaja en el marcador para lograr una victoria capital en la lucha por la permanencia. Como guinda, dejó un bonito gesto regalándole su camiseta a un joven aficionado después de haber celebrado con la grada el resultado.

Un debut perfecto. El cariño de los tuyos y la consecución de los tres puntos. Poco más que pedir. Además, a nivel futbolístico, Chris se dejó la piel y dejó acciones de valor por el costado izquierdo. De momento, cuenta con la etiqueta de revulsivo, pero su evolución es progresiva y luchará por contar con más minutos.

Una historia de superación, de trabajo, de humildad y de ilusión. Y de demostrar a los más pequeños que los sueños, a veces, se cumplen. Una historia que solo puede tener un final feliz.

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