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Cádiz CF-Levante UD (1-1): La batalla de los vientos deja el sueño en el aire

El Cádiz CF, un auténtico vendaval, merece la victoria ante el supremo líder y grita con rabia que quiere ser equipo de Primera

José María Aguilera

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Levante y Cádiz han empatado tres veces en las tres ocasiones que se han medido la pasada temporada.

El Cádiz Club de Fútbol. El único capaz de reducir al Levante a una suave brisa de primavera. Excelso, monumental, brillante... unos calificativos que no le debe birlar el resultado, el exiguo empate, un punto que refuerza el engaño y que no se corresponde con la trama proyectada sobre Carranza. Porque el Levante es fortísimo, pero el Cádiz CF es un vendaval.

El cuadro de Cervera le daba un soberano repaso a un adversario tremendo, el mejor equipo que se recuerda en la categoría de plata por su hegemonía labrada jornada a jornada. Pero que en los tres compromisos de esta campaña se ha encontrado a una escuadra de Primera, con futbolistas como Aketxe y José Mari a altísimo nivel y siempre en el engranaje perfecto del juego colectivo.

El empate, embustero, acerca más a los amarillos al 'play off' por sensaciones, que no por clasificación. Cuando ahora todos van de puntillas, una victoria supone una zancada que no se ha podido ejecutar en las últimas cinco jornadas (cuatro igualadas seguidas). No ayudan los arbitrajes, se sigue remando a contracorriente, pero la batalla de los vientos, entre el Levante y un auténtico vendaval, deja el sueño en el aire. No bastará con correr; habrá que volar.

El Cádiz CF de las alternativas

El Cádiz CF del pensamiento único ha dado lugar al de las alternativas, donde el carácter competitivo se impone a dibujos, esquemas y estrategias. En el tiempo de una semana Cervera volteaba el planteamiento sin bandas de Huesca, con el triple pivote, y frente al Levante daba alas a sus pupilos con Alvarito y Salvi y el 'plus' del renacido Brian Oliván.

Abdullah resultaba ser el sacrificado para mantener sobre el tapete la zurda precisa a balón parado de Aketxe. Declaración de intenciones ante un líder que ansía ser campeón cuanto antes pero que ya había sufrido la inclemencia de los amarillos en dos ocasiones el mismo curso.

Precisamente el levante, el soplo de Eolo y no el conjunto azulgrana , se convertía en el principal aliado de los locales en los compases iniciales. Al menos se obstinaban en jugar con el viento a favor, aunque el único favor lo hará cuando se marche.

Salvo por esa incomodidad, se conjugaban en la bombonera gaditana varios factores para que luciera el espectáculo. La motivación de enfrentarse al mejor de la categoría, indiscutible, se sumaba a la energía inyectada por el gol de Ortuño en el Alcoraz. Y reinaba en ese inicio el Cádiz CF voraz, el desbordante por banda ahora con la templanza y calidad de Aketxe , pilotando con maestría y liderazgo pese a su edad.

El dominio era apabullante. Engañoso, porque confunde al exPrimera con el exSegunda B. A los de Cervera sólo les quedaba afinar su precisión en los metros finales para traducir su superioridad en ocasiones. Un disparo del cachorro vasco atajado por Raul resultaba escaso bagaje para los méritos contraídos.

El Levante, esta vez sí el equipo, apagaba la chispa amarilla y reducía las primeras cabalgadas a intentos infructuosos. Y entonces se caía en la tónica de esta campaña. Acción fugaz en el área cadista y penalti señalado por supuesta mano de Sankaré,  muy protestada.  Bofetada de indignación para una hinchada castigada este año en exceso, que rompía en abucheos dirigidos al colegiado De la Fuente Ramos cuando Roger transformaba la pena máxima.

El Cádiz CF, un vendaval

Carranza estallaba y los futbolistas enfilaban el camino a vestuarios dominados por la furia. Esa misma con la que ingresaban tras el receso para al menos neutralizar la injusticia con el tanto del empate. Lo rozaba Garrido en un córner (arma peligrosísima con la ejecución de Aketxe), salvado bajo palos por el zaguero Pedro López.

Este Cádiz CF, loable en grado superlativo, no se descompone pese a que ahora vengan mal dadas. Lo merece todo. Eso debió pensar la diosa Fortuna cuando entregó el balón a los pies de Salvi después del trallazo de Aketxe al larguero . Al segundo intento, el de Sanlúcar fraguaba el empate con un derechazo seco y desataba el vendaval amarillo.

El viento, que deseaba ser protagonista, quedaba reducido a mero actor de reparto porque los de Carranza empujaban incluso con mayor fuerza. Garrido se topaba con Raúl después de un posible penalti a Sankaré, y a continuación Ortuño remataba al palo en una posición escorada.

Cervera movía el banquillo con el único objeto de refrescar  a sus hombres porque el Cádiz CF bordaba el fútbol. Aitor y Nico, con Alvarito como lateral por la salida de Brian, eran dos razones para comprender que el míster no firmaba el empate. Ni por supuesto Aketxe, que ofrecía un espectáculo brillante cada vez que tocaba el cuero.

Santamaría relevaba a José Mari en un cambio arriesgado. Un contragolpe mal armado frenaba a los amarillos, que luchaban por los tres puntos en litigio. Un imposible. El triunfo sólo sería moral pero es precisamente esa confianza la que puede marcar la diferencia entre el éxito y la indiferencia.

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