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Cádiz CF

Cervera, el amado némesis del cadismo

El técnico asume que hace un fútbol opuesto al que le gustaría a un aficionado que pese a ello es incondicional

Cervera y el sentido de pertenencia

cervera, en un entrenamiento. a. v.

Alfonso Carbonell

Con Cervera al frente del equipo, sin un Arias al que detestar ni un director deportivo del que depender, la cosa parece clara. Este verano, con permiso de Su Presidencia, vendrán jugadores comunes, nada de estrellas a lo Jurado, Barral o similares que desbarraron con un entrenador con las ideas claras. Y más en Cádiz, donde ya se siente como uno más y sabe que lo primordial para vestir la camiseta, antes que la calidad, es sentirla. Sólo así puede sacar todo lo que saca de jugadores que hasta hace no mucho tenían su cota en la Segunda División.

Por eso mismo, sus últimas palabras en 'El País', ratifican la filosofía de 'antes hombres, que nombres'. Aquí va la prueba; «Antes de traer a cualquier jugador, nos aseguramos de que va a encajar en el grupo por su personalidad. La clave del grupo es el compañerismo y la solidaridad», asegura Cervera, que no hace más que reforzar la idea del protector del vestuario, José Mari, que también ve en la unidad del grupo la razón del éxito .

El preparador cadista, con más de cinco años ya sentado en el banquillo de Carranza, no niega que en el sur de España es donde más está disfrutando a pesar del duro trabajo que lleva a la espalda. Eso sí, se muestra orgulloso de defender el escudo de tanta gente que lo idolatra de manera incondicional, como al equipo.

«He estado en muchos sitios, pero Cádiz es diferente . Primero porque la afición no permite que nadie hable mal de su equipo y lo defiende juegue bien o juegue mal, esté en la categoría que esté. Y a mí también me encaja más este tipo de ciudad porque parece que soy más introvertido, y entonces el lugar te da esa alegría natural que tiene y que a mí quizá me falte».

Se le llena la boca hablando de su lugar de vida en estos momentos. Y sí, se siente, desde el amor incondicional a los colores y a la institución, que es el némesis del cadista, ese que quiere que los suyos practiquen un fútbol arte, de favela, de calle, el de la inspriración que tapa con empeño la rigidez del sistema de Cervera, que es el primero en admitirlo. «El Cádiz CF es alegría, libertad, imaginación, colorido... el recuerdo de Mágico y las goleadas. Pero mis equipos no son así. Yo parto de que jugar bonito y estar entre los mejores es casi imposible ahora. Para mí, prima el esfuerzo sobre el talento, el orden sobre el espectáculo». Y dice bien porque cuando él llegó visitaba Carranza el Jumilla y ahora lo hace Madrid y Barcelona. Sobran las palabras, y hasta el estilo.

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