Antonio Muñoz Cádiz
Auge y caída de un presidente que retrata la aventura de ser cadista
El hombre que sacó del pozo al Cádiz para llevarlo de vuelta a la gloria y al infierno es uno de los protagonistas del documental de Movistar
Antonio Muñoz Vera (Doña Mencía, Córdoba. 1945) representa con fidelidad extrema lo que ha sido el cadismo más reciente y que ahora campea de nuevo por los campos mejores de España. Discípulo de Manuel de Irigoyen, el empresario del aceite (aunque ya vendió también Capricho Andaluz al igual que antes la cadena de supermercados Supersol) vive retirado de la escena pública en su localidad natal desde que se desprendiera de sus acciones no sin las polémias que siempre acompañan a este tipo de compraventa y por la que aún pleitea en los tribunales.
Aún se le ve por Cádiz disfrutando de su familia, pero de aquel Antonio Muñoz bravo, temperamental y tierno a partes iguales, y sobre todo, duro negociador, queda ya muy poco. Batalló un cáncer en la cabeza que lo ha dejado tocado pero no hundido. Como todo en Cádiz, despierta filias y fobias, pero lo que nadie le podrá quitar de encima han sido sus éxitos iniciales y sus fiascos finales. Con todo, Antonio Muñoz Vera tiene un sitio privilegiado en la retina de cada cadista. Y en el de la historia. Sólo por ella se ha acercado estos días el equipo de Movistar, con Raúl Ruiz a la cabeza, para entrevistarlo dentro de un exitoso documental que veía la luz este pasado martes por la noche.
Y es que Antonio Muñoz Vera representa el disfrute y el sinvivir que es ser del Cádiz CF . En su trayectoria como presidente ha conocido las tres categorías que también ha disfrutado y sufrido su afición. Llegó al poder junto a un grupo de gaditanos para salvar al Cádiz CF de la desaparición no sin la ayuda del Ayuntamiento, entonces en manos de la popular Teófila Martínez. Desde su despacho, primero en Cánovas del Castillo, y más adelante en la Plaza de Madrid, ha tenido que ver como sus jugadores se han encerrado en los antiguos bajos de tribuna en una temporada que casi acaba en milagro de no ser por el Nàstic, que en la primera jornada de aquella liguilla le metiò al Cádiz CF de Orúe los mismos goles que había recibido en toda la segunda vuelta, tres. Ay, Castillejo.
Fue aclamado en Zamora, Amurrio y Tarragona y eso le hizo coger más impulso para volver a intentarlo al siguiente año, y al siguiente, donde ya sí, tras nueve años de penurias por el lodo, consiguió el ansiado ascenso a Segunda gracias al tándem que formó con Alberto Benito en la dirección deportiva y Jose González en el banquillo. Allí, en Las Palmas, quedó para el recuerdo esas lágrimas de Michael Robinson, al que hizo consejero del club por obra y gracia de la sal de Cádiz.
Precisamente, el inglés -cuenta en el documental Muñoz-, fue uno de los artífices del fichaje de otro foráneo que echaría raíces en la tierra. Oli firmaba por el Cádiz CF y a los dos años, la gloria de Chapín. También con abrazo incluido con Michael, que ya por entonces era un 'brigada' más. Eran tiempos de vino y rosas, de recoger los frutos que tanto trabajo había costado plantar. Porque sí, fue con Muñoz en la presidencia que el cadismo se reactivó . Y no en Primera, sino en Segunda B, donde las cosas cuestan más, mucho más.
El derrumbe
Llegó Primera, el descenso a Segunda y algo intrínseco a este desmemoriado deporte, los insultos, los abucheos y el 'Vende y vete' con que Carranza recibía a su ya no tan querido presidente . Y vendió. Primero a Baldasano, con quien el Cádiz CF de las estrellas (Contreras, Dani, Diego Rivas, Gustavo López, Gastón Casas...) entró en una cadencia de resultados que lo llevaron a coquetear con el descenso hasta conseguirlo. Y lo consiguió con Muñoz de nuevo al frente, ya que tuvo que volver tras negarse el abogado madrileño con raíces gaditanas de rancio abolengo a seguir pagando por la venta de un club en el que había visto grietas.
Muñoz volvía a arremangarse y sacó del pozo en solo un año al Cádz CF. Esta vez confiando en Julio Peguero la dirección deportiva y en Javi Gracia la pizarra. Fue un añito en el infierno que hasta tuvo su gran fiesta en Irún. De nuevo el champán, pero por poco tiempo porque ese equipo se le fue de las manos a Gracia, que malhumorado todo el rato dejó su siito a otro gran hombre de la casa como Víctor Espárrago. Pero esta vez no pudo ser y el Cádiz CF se caía con todo el equipo, pero con todo. Muñoz abandonaba Carranza en la última jornada y con el equipo descendido y lo hacía escoltado por la policía y mandaba al club a un concurso de acreedores mientras entregaba la presidencia a Enrique Huguet y él seguía como máximo accionista.
Por delante le quedaba al Cádiz CF seis años de penurías. De ellos, dos como máximo accionistas y sendos mazazos. El primero en Anduva, donde el Cádiz CF de Jose, que relevó a Vidakovic en la primera vuelta, (con Roberto Suárez en la dirección deportiva) caía con estrépito en una tarde lluviosa donde el colegiado se comía un gol legal de Juanse. Y el segundo ante el Lugo, donde de nuevo con Jose en el banquillo y Richard Moar en la gerencia deportiva no se pudo lograr el ascenso pese al plantillón confeccionado por Pina y Cordero, gestores deportivos de ese Cádiz CF pese a estar mandando en el Granada.
El club seguía en ley concursal y Muñoz no llegaba a un acuerdo con Pina para venderle un club que acabó malvendido y peor gestionado por el único postor (los italianos de Sinergy) que le quedaba ya a un Muñoz hastiado. El resto, ya sin el cordobé, es conocido. Atrás quedan esas leyendas, ciertas o no, de negociaciones infructuosas con grupos brasileños, árabes, ingleses y de todo tipo que se filraban a la prensa con la única finalidad de hacer ver que el Cádiz CF estaba en venta.
Todo ello, bueno no todo, cuenta un Antonio Muñoz a Raúl Ruiz en un documental que sin duda hará las delicias del cadismo al que le gusta recordar.
