Una amarilla a cambio de la banda derecha

El fantasma de los árbitros persigue al Cádiz desde hace varias temporadas. En la mente de los cadistas se han quedado grabados nombres como el de Carlos del Cerro Grande, Alejandro Hernández Hernández, Alberola Rojas o Mateu Lahoz. La cruz siempre ha tocado del lado amarillo y es un hándicap con el que el equipo ha tenido que lidiar a lo largo de la campaña. Hasta el momento, el cuadro gaditano ha soportado una falta de criterio abismal con el uso del VAR, en la que penaltis como una catedral no han sido pitados, y otros que rozan la comedia – véase el atraco sufrido en Son Moix ante el Mallorca – no han causado dudas a los jueces del balompié. Una distorsión arbitral que ha alcanzado un escalón más allá para terminar de perjudicar a los de Sergio González: la salud física.

El pasado jueves, en el minuto 71 de encuentro, el Cádiz trataba de acortar distancias en Anoeta frente a la Real Sociedad. El equipo no estaba realizando un buen partido y el resultado adverso obligaba a que el técnico moviera ficha y diera entrada a potencial ofensivo: ‘Choco’ Lozano e Iván Alejo. El extremo pucelano, como acostumbra, no paró de intentar desbordar por su banda, pero no le dejaron demasiado. Apenas llevaba once minutos sobre el césped cuando sufrió una dura entrada de Diego Rico. El dolor pudo con Iván, que tuvo que abandonar el terreno de juego mientras el árbitro del encuentro, Martínez Munuera, se limitó a señalar saque de esquina. Ni siquiera una falta.

Alejo trató de llegar a la cita frente al Real Madrid, pero no superó la prueba en el entrenamiento previo y tuvo que vivir la tensión del encuentro desde el túnel de vestuarios. Lo peor estaba por llegar para la que ha sido la banda derecha titular de Sergio González en el Cádiz desde su llegada. Eden Hazard acometía una plancha brutal sobre el pie derecho de Carlos Akapo. El resultado, segundo y tercer metatarsiano roto para el lateral ecuatoguineano. Entre seis y ocho semanas de baja para un futbolista que no podrá disputar la final de Mendizorroza y que tuvo que soportar como Mateu Lahoz reía con el futbolista belga, que solo vio la tarjeta amarilla. Una más del famoso árbitro, que vuelve a demostrar ser más amigo de las cámaras que del buen hacer del arbitraje.