Cádiz CF
Alejo: «No he pedido perdón porque no tengo que pedirlo»
El jugador que tiene de uñas a un sector minoritario de la afición cadista se abre en una entrevista en la que reconoce haber llorado tras jugar en Carranza
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«Soy Iván Alejo y mi cabeza no me ha dejado demostrar lo que realmente soy». De esta manera comenzaba la entrevista en exclusiva de Iván Alejo en Relevo , donde el jugador pucelano se abrió de todas, todas.
A sus 28 años, Alejo tiene que escuchar pitos en su estadio como consecuencia de un tuit en el que se burlaba de los brasileños del Real Madrid cuando fueron eliminados en el Mundial a manos de Criacia. Alejo dice que fue un tuit en tono de «salseo y vacile» poco después de haber caído en el Bernabéu 2-1 en un encuentro en el que tuvo sus más y sus menos co n Vinicius. Aquel tuit se hizo viral y se hizo eco muchísimos medios de comunicación en internet dado que el jugador cadista publicó los emoticonos de los tres monos (no escucha, no ve y no habla) y que cantidad de gente interpretó como un ataque racista. Sin embargo, meses antes había puesto los mismos para burlarse de Busquets, jugador blanco del Barcelona.
A ese caso, Alejo comenta lo siguiente sobre un chico, él, «al que le gusta que se hable de él y meterse en charcos». De ahí, que le guste generar debate y ruido, entre likes y hate, una fina línea que él la ha pasado y le ha pasado factura. Y claro, al pasarla, le ocurrió lo que le ocurrió con Vinicius, del que no niega que buscó su confrontación en el partido ante el Real Madrid. «Yo tenía claro que a la primera pelota que tocase iba a hacerle falta y a decirle que allí estaba yo, que si quería jugar el Mundial estuviera tranquilo. Obviamente nunca vas a lesionar a un compañero, pero que no se pasara de la raya», recuerda antes de detenerse en la polémica con twitter y los brasileños. Y cuenta el momento justo en el que lo escribió. «Iba en el tren camino de Valladolid con un amigo y le comento que voy a poner un tuit con unos chicos bailando y la cara de alguien tapándose la boca, mostrando como que estoy contento. Lo subo y a los cinco minutos empiezo a recibir contestaciones y en ese momento me percato de que ese tuit puede tener una interpretación racista. En ningún momento en mi cabeza lo digo aquí, lo digo ahora y no tengo que esconderme, lo subo con esa intención. Por eso no he salido a pedir perdón, porque yo no tengo que pedir perdón. Yo no soy una persona racista y nunca lo he sido, pero entiendo que se pueda malinterpretar como algo racista. A partir de ahí se genera una campaña de acoso y derribo contra mí por el hecho de que sea Vinicius, de que sea futbolista del Madrid y de que piensen que soy racista. No me considero, vuelvo a repetir, para nada racista».
De aquello ya ha pasado un tiempo en el que Alejo ha gestionado a su forma. Para empezar se ha puesto en manos de un profesional de la cabeza, psicólogo, y se ha quitado de las redes sociales. A Relevo le recordó sus inicios.
«Con 17 ó 18 todo el mundo hace tonterías y cosas que no están bien. Yo en algunos momentos de mi vida no estaba centrado, no sabía por dónde iba. Pensaba que el dinero caía de los árboles y no valoraba lo que eran 100, 200 ó 300 euros. Me iba de cena, no descansaba las horas necesarias, todo el día en coche viajando… ¿Consejos que no seguí? Sobre todo de mis padres. Me decían que no perdiese la humildad ni mis valores. Y por momentos la humildad la perdí. No pretendo engañar a nadie ni a mí mismo. Yo me creía que era el rey, que era mejor que nadie, por encima del bien y del mal. Y al final, pues la vida me ha acabado dando hostias y al final no he llegado donde podía haber llegado».
Dice que de haber permanecido más centrado igual pudiera haber llegado más lejos, aunque para nada se queja de su trayectoria, esa que le ha llevado a defender el escudo del Cádiz CF, tanto en Segunda como en Primera. «Si realmente hubiese tenido la cabeza amueblada en los momentos claves de mi vida… Cuando me ficha el Getafe (2018) si llego a estar centrado 100% en el fútbol, no pensando en discotecas, en salir con amigos que realmente no son tus amigos, en cuando alguien te corrige creer que te están corrigiendo por tu bien y no para perjudicarte, en escuchar a mis padres o mis representantes y no mandarles a la mierda… Mi cabeza no ha sabido estar a la altura de lo que requiere un futbolista profesional de élite. Antes era un futbolista de Primera con una cabeza de un niño de 12 ó 13 años. Ahora soy un futbolista de Primera división con cabeza de un chaval de 28 años. Estoy encontrando la madurez necesaria, a pesar de que a veces siga cometiendo actos que no hablan propiamente de mi edad».
Ahora no es titular aunque no tira la toalla. «No acabo de encontrar nunca una estabilidad que me haga rendir ni ser realmente la persona que soy . Unas veces por circunstancias ajenas y muchas veces por circunstancias propias que yo no sé manejar de la mejor manera. Pocas veces he sido un jugador indiscutible. Y eso a lo mejor me hace ver que el problema lo tengo yo y no los entrenadores. Estoy intentando mejorar ciertas cosas a nivel mental, sobre todo para no ser una persona tan inestable emocionalmente y no ser siempre de blanco o negro. Porque cuando las cosas van bien me creo que soy el rey del mundo y cuando las cosas van mal me derrumbo muy fácil. En lo difícil lo veo todo negro y pienso que el problema es de los demás. Tengo que tener grises en algunos momentos de mi vida. Sin perder obviamente mi esencia».
La polémica de los tuits le ha generado problemas. Miradas hostiles en la calle, una discusión con sus padres, un pique con un cliente de un bar mientras tomaba una copa. «A mí me dolió. Lo he pasado mal, he sufrido mucho porque ha habido amenazas, faltas de respeto a mi familia, a mi pareja, a mis amigos, hacia mí... Y ya tengo el sambenito de ser racista. Iré a los campos y me lo dirán, como a veces me lo dicen por la calle», comenta dolido.
Silbado en casa
Todo eso le dolió bastante, pero sin duda que lo que más le dolió fue y sigue siendo los pitos en Carranza. «Es un tema sensible. A mí o me amas o me odias y creo que eso tiene que ver con lo que pasó. Quiero decir que yo nunca he votado, pero me han acusado de ser de extrema derecha. Y a partir del tuit mucha gente ha aprovechado para matarme. Un cierto sector de la grada, no todos, por supuesto, porque me siento muy querido en Cádiz por la gran mayoría de la gente. Y eso es lo que a mí me ha dolido, porque yo espero que mi afición, que mi gente, salga a defenderme, salga en defensa mía y así un poco al revés. Me he sentido menos respaldado que nunca. A mí me ha dolido mucho, mucho, porque podré estar más o menos acertado, pero soy un futbolista que se deja siempre la vida. Y cada vez que he jugado, me la he dejado por el Cádiz CF», dice un jugador al que le han pintado el coche tras el encuentro en casa frente al Rayo.
«Pensé que era más fuerte de lo que realmente soy. Es complicado decirlo y es jodido, pero no tenía ganas de siquiera ir a entrenarme», comenta antes de admitir que «lo ha pasado muy mal, han sido dos meses muy jodidos a nivel anímico. Meses de salir del campo llorando, de coger el coche y llamar llorando a mi familia. Y eso yo nunca lo he vivido. Pensé que era más fuerte de lo que realmente soy. Fue la primera vez que perdí la ilusión por el fútbol. Es complicado decirlo y es jodido, pero no tenía ganas de siquiera ir a entrenarme».
De todo ello ha sacado algo positivo, aunque sea pasando por la consulta. «Estoy viendo la parte positiva de las cosas y aprendiendo a gestionar mejor la crítica. Tengo que tener más tranquilidad, no ser tan impulsivo, no meterme en tantos 'fregaos', aprender a morderme la lengua… Y quiero aprender a no ser transparente. Que no se me noten los días malos».
Admite que su apagón en las redes sociales le ha aportado calma. Dice que volverá a ellas, pero cuando sepa gestionarlas o crea que las puede gestionar mejor. De momento, le toca seguir aprendiendo desde la oscuridad del anonimato. Eso le está aportando tranquilidad dormir bien. Ahora, por el momento, internet lo tiene para «buscar comentarios de la gente para estar mal cuando en realidad estaba bien» y alejado de los insultos que recibía.
Y sigue contando que «cuántas veces he escrito tuits y respuestas y antes de publicar los he borrado... Así ya no tengo la oportunidad. Quiero un perfil más bajo ahora», dice un jugador que lleva cuatro años en el Cádiz CF y espera seguir creciendo una vez que se abra el mercado de verano. «Hay trenes que solo pasan una vez. Todo el mundo sabe que uno de mis sueños es jugar en el Valladolid. Tuve la oportunidad, hace un año estuve más cerca que nunca. Hice todo lo posible, no se dio y sí que es verdad que es una espina que tengo clavada y espero que antes de retirarme pueda lograrlo».
Relata Relevo que acaba la entrevista sudando, síntoma del esfuerzo que le ha supuesto ponerse ante la cámara para confesarse, como si de aquel niño que robó las llaves de la iglesia antes de cuatro comuniones se tratara, yendo al día siguiente a hablar con el cura. Una cosa queda clara. Si no quiere ser transparente, tiene trabajo por delante.
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