CÁDIZ CF

Albacete-Cádiz CF: Un paso más sin clara dirección

El Cádiz CF queda al borde del acantilado pero sobrevive con la sensación de que con un punto ya no es suficiente

Alex Fernández celebra el gol en Albacete

Otro pasito atrás. Otro, y otro... y ahí, haciendo equilibrios, sobre el acantilado. El viento empuja y la incapacidad, la falta de energía para hacer frente y aguantarle el pulso provoca que el Cádiz CF se aferre con el corazón y el orgullo a esa última piedra, gastada y resbaladiza. Escudo, coraje, rabia, intangibles en esta ocasión que se anteponen al fútbol. Porque los conceptos no pueden andar más distantes.

Son ya varias jornadas jugando a la ruleta rusa. Y el proyectil no se dispara, pero el tambor gira y el olor a pólvora vaticina el peor de los augurios . O desiste o sólo le quedará la última bala, la que viene rubricada con la firma de la decepción. Las fuerzas flaquean, apenas queda un último resuello. Pero si hay que morir, qué mejor manera de hacerlo que con la sensación de que se intentó, y no de que se dejó ir.

El cuadro de Cervera cosecha un punto en el Carlos Belmonte, de valor incalculable pues será el futuro próximo el que determine su riqueza . Siete jornadas sin ganar y un empate rescatado del fango, tras un partido insultante para este noble deporte y perdiendo los dos principales asideros, esas alas sin las cuales este equipo sólo puede planear, nunca volar. Un encuentro tan de pena que los dos tantos se ejecutaban desde los once metros, y de dudosa factura. Un Cádiz CF superviviente. Un día más.

Un somnífero natural

Emoción al margen, asumida la potencia pasional del hincha, el aficionado imparcial que se ponga en antena un partido del Cádiz CF se expone a quedar 'grogui' en cualquier momento. Es un somnífero natural de excelente resultado. Un sedante cuyos efectos son bien conocidos y sus principios ¿activos? son su plausible sobriedad defensiva y su inoperancia absoluta en vanguardia.

De ahí que los minutos pueden ir cayendo lentamente, como una losa, sin que apenas se produzcan noticias. Entre bostezo y bostezo aparece el balón por un costado y Salvi o Alvarito intentan la guerra a la desesperada, cada vez con menor éxito. Los ataques aéreos a Carrillo (que en la rotación superaba en Albacete a Barral) no cuentan como acercamientos o jugadas de mínimo peligro. Ni avisos. Pescadito en blanco.

Por eso sorprende que un duelo tan importante como el del Carlos Belmonte se asimile a un choque de pretemporada, con los locales a ralentí tras haber hecho los deberes por adelantado y los amarillos en su eterna duda metódica entre atacar o defender, entre sorber o soplar. Y en ese baile tan incómodo, pasito 'palante' y otro 'patrás', se va a terminar por dislocar la cadera y darse de morros contra el escenario.

El cabezazo inicial de Carrillo al larguero era una broma, el típico enganche del trailer para atraer la atención, luciendo el momento clave de acción. Porque el testarazo, aislado, no se correspondía en absoluto con lo que vendría después. Y eso que el Albacete cedía el esférico a los amarillos con el mensaje de que demostraran quien es el que pelea por un premio que es un tesoro, y quien cuenta los días para irse de vacaciones. La solución a la respuesta, en la página periódica de la clasificación , no sobre el verde manchego.

Los pupilos de Enrique Martín, sorprendidos de la mínima actividad rival, decidían echar una pizca de sal a esta ensalada insípida . Lo justo, no se esperan grandes dispendios innecesarios. Un balonazo para el incordio Zozulia, dos cabalgas por banda y a la tercera penalti de un Brian que también se debate entre la alegría y la disciplina férrea y gol de Héctor Fernández desde los once metros. Lo que faltaba para coronar una primera mitad desesperante.

Salvi rompía en otra lesión muscular, prueba de que algo no va bien, de que la temporada o los esfuerzos semanales se hacen demasiado largos. Obligaba al míster a rescatar a Barral, el único que se salía del guion. Al menos para aprovechar el buen tiempo y pegarse un piscinazo que el trencilla lo premiaba con la máxima puntuación: penalti y gol de Álex Fernández. Si el del Alba era dudoso, aquí sí que es dudoso quien piense que es penalti.

Albacete-Cádiz CF: Alvarito también se lesiona

Una luz entre la penumbra rápidamente eclipsada por las tinieblas. Al Cádiz CF le cortaban las alas, o él mismo se enganchaba entre los alambres, y el oscurantismo no debe ser la respuesta a las continuas lesiones de Salvi y Alvarito, que acompañaba al sanluqueño a los vestuarios. Perea entraba a su lugar ante la demanda de la turba y el ex del Barça encendía la luz. Lástima que hasta ahora sólo se hayan percibido chispazos.

Ls lesiones y los cambios descubrían una desgraciada realidad. Los dos extremos sobre los que se impulsa esta escuadra no cuentan con sustitutos . Barral y Perea son... otra cosa, así que los amarillos varían su filosofía por obligación y no por deseo.

Sin fútbol, sin ocasiones, Cervera apostaba por su última carta. Ni juego ni habilidad: pegada. ¿Pegada? Dani Romera . Batalla en la corona del área. Abdullah se quedaba de pivote, con Álex más cerca y Perea por delante, y un tridente de delanteros. A la fuerza ahorcan, dicen.

Con el paso adelante se obtenía el primer propósito. Al fin los futbolistas amarillos le ponían rostro y ojos al arquero del Albacete. Romera erraba de manera inexplicable una ocasión deliciosa y Carrillo se estrellaba con Tomeu Nadal.

Enrique Martín refrescaba su once, que perdía comba, y rescataba al viejo conocido Javi Acuña . El movimiento insuflaba ánimos a los locales, que controlaban las ligeras acometidas amarillas. Porque la calidad de Perea ha de acompañarse con velocidad, la propia y la ajena, y si no se produce la fricción la dinamo se apaga.

Regresaban los bostezos. El Cádiz CF conformista ya le veía mejor cara al puntito. Prolongando el sueño o la agonía, el tiempo dirá. Con las sensaciones de otra oportunidad desaprovechada. Y el fútbol no concede tantas.

  
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