Suscríbete a
ABC Premium

Cádiz CF

¿Por qué tiene que luchar este Cádiz CF?

La reafirmación del pasado lunes ante el Eibar de que el equipo no está para mucho más que la permanencia abre otro debate

Querer no es poder

El ambiente en Carranza podría irse viendo reducido. Francis Jiménez

Alfonso Carbonell

Cádiz

Pues ya está. Se acabó lo que se daba, incluso para los más ilusos que manejaban calculadoras desde hace más de un mes que no se pudo con el Castellón en casa confirmando que no había más cera que la que Garitano había conseguido arder. Ya está. Se acabó. Finito. Chimpún para todos, incluso para los más ingenuos. Pero, ¿y ahora qué?

Con casi cerca de dos meses de temporada por delante y nueve partidos aún por jugarse -cuatro en casa- el panorama se presenta desolador. Sin embargo, este Cádiz CF no debe perderle la cara aún al toro no vaya a revolverse y la voltereta le pueda llevar a una enfermería de la que habría que ver cómo saldría. Por eso, sobra decir que el más mentalizado para que eso no ocurra es un entrenador que tiene un contrato de un año por delante y que estaría interesado en cumplir tras resucitar a un equipo que no ha podido crecer más de lo que le han dejado sus tutores.

En este contexto, Garitano y sus pupilos deben ser conscientes que, aunque la masa social ya esté de vacaciones, sus deberes siguen amontonándose en la mesa y que deberán seguir realizándolos hasta que el curso no acabe en el Nuevo Carlos Tartiere el primero de junio en Oviedo.

El primer, y casi que único objetivo que le resta a este Cádiz CF, amén de la permanencia, es que no le corran a gorrazos en su propio estadio, donde ya se escucharon no pocas protestas y pitos tras el último empate ante el Eibar. Valga esta expresión jocosa (y no literal) para reflejar lo que debería ser un final de Liga digno, respetable y, a pesar de los pesares, armonioso con la afición. Y no será fácil.

Sin duda, el logro que este Cádiz CF debe imponerse como meta es que el clima en Carranza se aleje lo más posible de ese que se respiró en la primera jornada de Liga, con ocasión del 0-4 del Zaragoza, y que Paco López definió en una entrevista radiofónica como un «ambiente de autodestrucción». ¿Y cómo se consigue eso? La respuesta se bien sencilla, aunque igual no está al alcance de un equipo que lo intentó, que quiso ante el Eibar, pero que en la práctica fue como ver intentar salir de una piscina de olas a un recién nacido con manguitos.

Sí es verdad que este equipo, el de Garitano, intenta ser algo más ambicioso en casa que a domicilio por eso de estar en casa, algo que desde la grada se agradece, al menos durante los primeros 45 minutos. Distinto es que a medida que el partido avanza comienza el personal a impacientarse y a volver a repetirse la pregunta que lleva tanto tiempo haciéndose: ¿qué estoy volviendo a hacer aquí?

La desafección existente con la directiva puede hacer mella en la grada, que de no encontrar en el césped motivo para la diversión pasará a señalar a más de un jugador convirtiendo el espacio en irrespirable. Para que eso no ocurra, los hombres de Garitano tienen que saber que se siguen jugando, más que la permanencia, la honra.

Cuatro partidos son los que esperan en Carranza y evitar un pitote en casa sería el primer paso para encaminarse a un verano en el que el testigo pasará a las manos de un presidente al que ya le toca volver a ilusionar dando salida a tres cuartas partes de una plantilla que ha llevado a la afición a la más apática desesperanza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación