Cádiz CF
Incapacidad para soñar
A Garitano no le queda otra que hablar más claro aún para admitir ante su ilusionada afición que lo que no se puede hacer es imposible de intentar
Vértigo en Tenerife

No hacía mucha falta que Gaizka Garitano tuviera que abrir la boca muchas veces más pero el vasco está obligado antes y después de los partidos y no le queda otra que hacerlo. Ha habido veces, muy pocas y obligado casi que por el ambiente de ilusión, en las que el entrenador cadista ha parecido decir que sí, que hay opciones de llegar a los 'play off' de ascenso. Pero no, tan solo cumplía con el guion de la esperanza y poco más porque desde su llegada, con el Cádiz en descenso, sabía que su meta no era otra que salvar la temporada, dejar al equipo en el fútbol profesional y poco más. Para colmo, su presidente le sirvió en bandeja su objetivo real y personal cuando cerró un mercado de invierno con más salidas que llegadas. Presión, desde luego, no iba a tener dada la escasa ambición demostrada desde las más altas instancias.
Garitano es el único que no ha mentido a nadie. Desde un primer momento se dedicó a hablar poco y a trabajar mucho. No era para menos, el equipo que había cogido estaba en descenso y roto por dentro. Pero a medida que fue entrenando con el grupo fue reforzando la mentalidad del colectivo y la sacó de la depresión en la que estaba tras más de un año sin ganar en serio. Así, poco a poco, fue fortaleciendo al once, cerró la portería y fue consiguiendo lo más difícil, ganar. Ganó y puntuó tanto que en catorce encuentros tan solo ha caído en dos. Lo primero que hizo fue apagar el fuego alejando al Cádiz del descenso. Y hasta ahí.
Una vez que marcó distancia con la zona peligrosa, fue también el primero en frenar el carro de la ilusión y no por frenarlo, sino por responsabilidad y cautela. Garitano no tuvo otra que reírse en una rueda de prensa cuando se le preguntaba por los play off de ascenso cuando aún se estaba más cerca del descenso que de ese sexto puesto inalcanzable. Tenía razón. Antes y ahora. No hay equipo y cuando pudo haber, no se quiso desde la presidencia.
Para reforzar su discurso, y aprovechando la derrota cosechada en Albacete, comentó que lo que no se puede pensar es que un equipo que venía de perder un día sí y otro también, de pronto, pasara a ganar todo por mucho que hubiera habido un cambio en el banquillo. Eso es magia y la magia está en El Salvador no en el País Vasco.
Por todo ello, Gaizka Garitano está tranquilo porque se sabe estar cumpliendo con los objetivos. Sabe que su equipo no está capacitado para llegar a fase de ascenso y que por lo tanto los sueños se pueden convertir en pesadilla en el caso de que el personal no se despierte cuanto antes. De ahí que, lejos de machacarse por la derrota en Tenerife que lo sigue alejando del sueño, mandó un mensaje de lo más claro y que no es otro que comenzar a preparar desde ya el siguiente encuentro en Carranza ante el Éibar para reactivar al equipo en su huida del descenso.
Garitano, además, aprovechó su comparecencia en el Heliodoro para recordar que no se puede estar en una guerra para la que no le han dado armas. «Tenemos problemas en las bandas porque no hay extremos puros con las lesiones», dijo para explicar lo que no hacía falta explicar. «Matos ha jugado tres partidos ahí y los contextos son diferentes», comentó argumentando que el lateral es un parche como extremo y recordando las lesiones de Ocampo y De la Rosa para dejar claro que no hay fondo de armario competitivo en un equipo incapacitado para soñar siquiera.