Cádiz cf
Garitano, ante su primer mercado
El entrenador vasco debe mostrar la personalidad y el carácter que sus tres antecesores no mostraron en los tres últimos
«Hay gente que tiene que salir»
El primero en caer en la red tejida por Manuel Vizcaíno fue Sergio González. Al entrenador catalán, eso sí, se le podía entender dado que acababa de conseguir la permanencia por segunda temporada consecutiva y lo había hecho gracias a los fichajes realizados por el presidente que le ofrecía la renovación. La firmó y casi que se desinteresó aquel verano del 23 confiando en que su club haría de nuevo bien los deberes. Tanto confió Sergio que hasta tragó con las renovaciones de Negredo y José Mari, dos jugadores ya amortizados y que suponían dos paquetes sospechosos dentro de un vestuario en el que apenas se habían renovado a hombres importantes (los Roger Martí, Luis Hernández, Sergi Guardiola, Escalante y compañía) más la entrada de otro bulto sospechoso como resultó ser Maxi Gómez, el ya conocido e indolente Darwin Machis y los melones por abrir de Rober Navarro, Lucas Pires y Koaumé. A pesar de ello, es cierto que la gran mayoría del entorno cadista se creyó tener una plantilla equilibrada a la par que convincente. Craso error. Del primero al último.
Para colmo, Sergio vio como a las primeras de cambio se le lesionaba el único mediocentro de contención con el que contaba, Fede San Emeterio. Sin recambio, el equipo no tardó en hundirse y si no lo hizo antes fue por la pésima temporada de Almería y Granada y los inicios titubeantes del Celta de Vigo. Así las cosas, fue entrar en puestos de descenso y Vizcaíno despedir a Sergio para encontrar en Mauricio Pellegrino, tras muchas negativas, su mejor sustituto sobre el papel.
El entrenador argentino llegó bastante encarrilado un mercado de invierno que no mejoró en absoluto la debilitada plantilla amarilla. Así, llegaron los desconocidos Ousou y Samassekou y la posible garantía del bético Juanmi. Ni Sergio, mientras duró, ni mucho menos Pellegrino dijeron esta es boca mía y al final llegó el esperado y lógico descenso ante la dejación de funciones de los máximos responsables.
Con Pellegrino ya en su país y el Cádiz CF en Segunda, Manuel Vizcaíno hacía un movimiento maestro y se llevaba al entrenador que todo club de Segunda desearía, Paco López. De esa forma, el presidente cadista calmó las aguas, cosechó buenas críticas dentro de una masa social muy cabreada y el personal volvió a dormirse en los laureles sin percatarse de que la plantilla llevaba a la deriva desde hace muchísimo tiempo. Sin embargo, pronto se comenzó a pagar la factura de la hipoteca de grandes contratos de Primera que se hicieron más largos aún en Segunda para repartir en años lo que se debía ganar en la elite. Ruina.
Y es que Paco López ha echado por tierra mucho de su crédito aceptando coger las riendas de un equipo cargado de taras. Y sí, él es el primer y casi que único responsable de lo que le ha pasado en el Cádiz CF. Ni su representante, ni Manuel Vizcaíno ni los jugadores, entre otras cosas, porque estos futbolistas llevan sin engañar a nadie desde la temporada pasada en Primera División. Los errores del entrenador de Silla comenzaron estampado su firma sin preocuparse lo más mínimo del estadio emocional del club, del momento físico de sus nuevos jugadores y de la política de fichajes que se iba a llevar a cabo. A esas desafortunadas decisiones le siguió una pretemporada tan mala como inexistente dado que él mismo vino a decir que durante el verano poco o nada pudo hacer entre las lesiones que heredó y los pocos fichajes que le llegaron.
Además, su responsabilidad era total cada vez que rueda de prensa tras rueda de prensa venía a comulgar con lo que se estaba haciendo en el departamento deportivo encabezado por Juan Cala y liderado por Vizcaíno. Ni una crítica, ni una voz más alta que otra, ningún recelo. Paco López recibió una plantilla herida con la mejor de sus sonrisas y dio por bueno un trabajo que trajo a Caro, Matos, Kovacevic, Melendo, Ontiveros, Alarcón, Carlos Fernández y Paquito Mwepu. Aprobó con ligereza la renovación de columna vertebral de un equipo que no fue tal en Primera y desde las primeras jornadas comenzó a dar tumbos por Segunda.
La pésima marcha del equipo forzó a Vizcaíno a echar a un entrenador con el que se llevaba de maravillas y sintonizó desde el primer día. Lógico cuando no hay discrepancias de ningún tipo.
Ahora le toca el turno a Gaizka Garitano. El vasco se enfrenta a su primer mercado de fichajes como entrenador del Cádiz CF. Avisado debe estar y excusas no valdrán. Lo que no hicieron ni Sergio, ni Pellegrino, ni mucho menos Paco López, debe hacerlo ahora un entrenador que necesita como el comer reforzar una defensa desde donde crear una buena base que haga mejorar a todos los demás. A su favor está que Vizcaíno tiene que ser consciente de que este equipo ya tenía fecha de caducidad y que no queda más remedio que abrir la puerta de salida para que salga hasta el apuntador. Y en esas está. O no.