Cádiz - Racing
Dos dinámicas para echarse a temblar antes de tiempo
Cádiz y Racing enfrentan dos momentos tan contrarios que incluso son los cántabros los favoritos ante un recién descendido que va en plena caída en barrena
Cuando el 1 de mayo de 2022 el racinguismo conseguía regresar al fútbol profesional tal una temporada regular inmaculada, el cadismo vibraba de la mano de Sergio González, que había resucitado a un equipo muerto en el enero del mismo año. Y así, mientras el conjunto santanderino sellaba su ascenso a cinco jornadas para el final tras un empate ante el Celta B, el Cádiz CF conseguía un meritorio punto en el Pizjuán merced a un golazo de libre directo del gallego Lucas Pérez. Por entonces, ambas aficiones, que este domingo se vuelven a ver las caras en Carranza, llevaban en volandas a sus equipos así como los equipos hacían por ser llevados al vuelo.
Dicha temporada 21/22 culminó con el ascenso del Racing a Segunda después de liderar con mano de hierro el grupo I de Primera Federación, donde los tropiezos constantes del Deportivo dejaron el camino expedito para el ascenso de los del Sardinero, entrenador en aquel entonces por Guillermo Fernández Romo. Fue un ascenso muy celebrado, sin duda, pero no tanto debido a lo esperado que estaba siendo gracias al buen hacer del equipo cántabro, que ascendió bajo el formato de la Primera Federación en la que subía automáticamente el primero de cada grupo.
Todo lo contrario fue la permanencia cadista, que se gestó gracias a un tropiezo del Granada en su casa ante el Espanyol en la última jornada de Liga donde los cadistas, con gol del Choco Lozano, sumaban los tres puntos que le daban una permanencia con sabor a ochentera y principios de los 90 con Irigoyen. Dependiendo de terceros, sí, pero más que merecida por el juego que impregnó desde su llegada el once de Sergio.
Llegaba así la temporada 22/23, llena de ilusión para ambas aficiones. En Santander no comenzaron bien las cosas; tampoco en Cádiz, donde hasta la jornada sexta no se conseguía puntuar y fue gracias a un gol de Negredo en Valladolid tras un pésimo partido. Esos tres puntos salvaron la cabeza de Sergio, que tras caer las primeras jornadas ante Real Sociedad, Osasuna, Athletic, Celta y Barcelona -las tres últimas con abultados marcadores y todos a cero- llegaría ese encuentro en Pucela en el que la victoria 'in extremis' permitió hacer respirar a un entrenador que fue capaz de recomponer al equipo transmitiendo cada vez más solidez, pero a la vez menos fútbol. Otra vez se salvaba la categoría en la última jornada, pero ya sin depender de nadie y con muchos de los deberes hechos antes de jugar en Elche.
Mientras, al otro lado del mapa, como se estaba recordando anteriormente, tampoco empezaron bien las cosas. Basta como prueba como en la jornada décima la directiva cántabra echa al entrenador del ascenso en la décima jornada tras cuatro victorias, seis empates y diez derrotas, la mitad de ellas consecutivas y que ponen el punto y final a esa etapa de Fernández Romo en el banquillo del Sardinero. En puestos de descenso llega José Alberto Menéndez, que desde esos mediados de diciembre del 22 hace tan bien su tarea que logra renovar asentando al equipo en la categoría y dejándolo en mitad de la tabla sin peligro alguno. Duodécimos acabaron y con la base hecha de lo que estaría por llegar.
Y si la base de unos, los del norte, fue buena en ese final de la 22/23, no así fue lo que dejó Sergio, al que para colmo se le vendía que tenía la mejor plantilla del Cádiz CF de la historia y que en esa 23/24 el objetivo tenía que ser algo más que la permanencia en la última jornada. Y no empezó mal. Y puede que incluso ese buen arranque, que le llevó a estar en puestos de Europa League hasta el primer parón por partidos internacionales, fuera el principio del fin de un equipo que se acabó hundiendo por méritos propios con Pellegrino en el banquillo y en uno de los años donde la permanencia estuvo más barata dado el triste desempeño realizado por los hoy también equipos de Segunda Almería y Granada.
Por contra, en Santander ya se comenzaba a ver los brotes verdes con los que los pupilos de López Menéndez acabaron la campaña anterior. Además, a los buenos resultados también los aficionados cántabros comenzaban a degustar un buen fútbol. Tan bien lo hicieron que en su segundo año seguido en Segunda se quedaron en la orilla del 'play off' de ascenso, que se escabulló en el último suspiro para amargura local al ver como en la última jornada en la que solo le valía un empate para quedar sextos el Villarreal B se llevaba los tres dejando un mar de lágrimas en Santander.
La desazón en ambas aficiones pudo ser la misma, pero desde luego no parecida. Solo hay que ver como se sigue disfrutando y animando en el Sardinero mientras que los bostezos, la desidia y el pasotismo se ha instalado en Carranza, donde el personal se ha acostumbrado a perder. Tan bien se ha levantado del varapalo el conjunto racinguista que en este arranque liguero lidera la clasificación de Segunda aventajando al segundo en cuatro puntos. Ahí es nada. Por su parte, la depresión cadista es prolongada. Los de Paco López, entrenador nuevo, solo están con un punto por encima del descenso y en casa cada vez generan más dudas.
Las dinámicas de un equipo y otro dan miedo de antemano a cualquier cadista que se le presente. Lo que en Santander sale por inercia, en el sur cuesta la misma vida y lo que predominan por inercias son los errores, las faltas de confianza y el descontento en una afición que todavía no sabe a lo que juega su equipo.
Mucho ha llovido desde que el 1 de mayo, Día del Trabajador, el Racing sellase su vuelta a Segunda. De aquella plantilla solo quedan tres jugadores: el meta Parera y los jugadores de campo Pol Moreno y Mantilla. En cambio, de aquel Cádiz CF que conseguía su segunda permanencia en Primera aún quedan a manojitos. Es verdad que con experiencia en Primera, pero ¿y en Segunda? De momento, se lo están explicando.