Cádiz CF

La doble D del B, lo mejor del 'no mercado'

La racanería de enero podría producir beneficios en las arcas de un club que ve relanzarse a dos prometedores canteranos de la mano de Garitano

Paco López habla para decir nada

Moussa Diakité se ha convertido en el gran descubrimiento de Garitano. ccf

Alfonso Carbonell

Cádiz

La tesis de Manuel Vizcaíno era hacer del Cádiz CF un club vendedor, algo que más que una tesis es la realidad de cualquier club que se precie que no sea uno de los grandes del país. Sin embargo, y quitando algunas ventas realizadas para cuadrar los presupuestos más que para hacerse ricos, las ventas de este Cádiz CF más importantes se consiguieron con jugadores de la factoría Pina (Aridane, Alvarito García o Aitor García) y una última -y la que produjo más beneficio- de Theo Bongonda al Spartak de Moscú, entonces entrenado por el sevillano Guille Abascal. El extremo zurdo se vendió por 7 kilazos y se convirtió en la venta más cara de un club que no ha podido seguir esa línea con jugadores que también tuvieron cartel, pero que no dejaron apenas euros, como los casos de Ledesma, Alejo, Pacha Espino o Jonsson.

Al margen del pasado se sitúa el presente. Y el presente dice que de aquel dinero que dice tener el club para poder firmar a jugadores, nanay de la china. Porque ha sido con claridad la racanería la que se ha impuesto en un mercado de invierno que lejos de reforzar al equipo lo ha debilitado con las marchas de jugadores como Alejo, Glauder, Kouamé y el canterano Borja Vázquez.

Pero, a grandes problemas, mejores soluciones. Y eso es lo que ha tenido que hacer un Garitano que comenzó muy valiente en sus declaraciones cuando se abrió el mes de enero pero que fue cambiando el tono a medida que veía cómo se cocían las cosas en la casa amarilla. Efectivamente, fue observando con perplejidad como el mes comenzaba fuerte con fichajes flojos y procedentes de la Primera RFEF y a medida que pasaban los días no venía nadie más sino que incluso salían otros.

Y si fue claro en sus palabras, más lo fue con sus hechos. De entrada, y a sabiendas que no le iban a traer ningún centrocampista más, se decantó del tirón por Moussa Diakité para saltarse a Escalante o Kouamé. Fue así como el maliense se hizo con la titularidad de manera descarada y como se ha consolidado en el centro del campo cadista advirtiendo un jugador en clara evolución y que bien podría ya acaparar la atención de no pocos equipos.

De la Rosa. CCf

Y si con Diakité Garitano no tuvo dudas, sí que las tuvo, y muchas, con De la Rosa. Y más que con el joven jugador onubense, las tuvo con la directiva, de la que no podía creerse que no le trajeran un refuerzo tras soltar a las primeras de cambio a Iván Alejo al comienzo del mercado. Las dudas se convirtieron en certeza cuando se echó el cierre a la baraja y se vio con lo puesto. Solo así se entiende que De la Rosa haya comenzado a echar los dientes en el primer equipo una vez que se ha cerrado la posibilidad de traer un fichaje a la posición de extremo. Hasta que la baraja para comprar permaneció abierta, a Dela solo se le entregaban los minutos de la basura en clara señal al palco de que se necesitaba más experiencia y garantía por la banda. No ha sido así y De la Rosa, otro que viene del Cádiz B, se ha convertido en la misma realidad que su compañero generacional Moussa Diakité. Tanto ha crecido en un mes el onubense que ya hasta se debate con mucha seriedad si debe seguir siendo titular por la banda izquierda en detrimento del internacional Ocampo.

Lejos de indignarse, lo más probable es que en la directiva amarilla se froten las manos ante la posibilidad que el próximo verano puedan sentarse a negociar alguna salida apetitosa para seguir cuadrando números mientras se debilita al equipo.

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