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La anestesia de Pellegrino
Robert Navarro es el único futbolista del equipo amarillo que ha rendido algo más desde la llegada al banquillo del actual entrenador cadista
No se puede decir que la llegada de Mauricio Pellegrino significase la activación de todos los jugadores, algo hasta cierto punto normal y habitual cada vez que se da una circunstancia como la que trajo al entrenador argentino al banquillo de Carranza, es decir, la destitución de un compañero anterior.
Si se compara la penúltima vez que en Carranza hubo un cambio de técnico (Sergio por Cervera) con la última la distancia entre el rendimiento de uno y otro equipos es sideral. Por no hablar de cómo favoreció a la competitividad del grupo los nuevos aires que trajo Sergio, que nada más llegar al club lo primero que hizo fue sacar del ostracismo a jugadores que fueron determinantes para esa primera reacción importantísima antes de que los fichajes de invierno se pusieran las pilas. Así, hombres como Negredo, Víctor Chust o Iván Alejo, ignorados por Cervera, salieron a la palestra para mantener al equipo con una vida que terminó de dárselas los Alcaraz, San Emeterio, Idrissi, Lucas Pérez y compañía.
Eso en cuanto a nombres propios porque si se habla en general, el equipo pasó de la noche a la mañana de escupir el balón a tratar de dominarlo, de controlarlo, de discutirlo al menos. Y eso no solo cambió la moral del equipo, sino también el rendimiento y algo no baladí, enchufó a la grada, que de golpe y porrazo volvía ilusionada a Carranza tras unos aburridos y letales últimos coletazos de Cervera, ya muy desligado del vestuario.
Algo parecido le ocurrió dos años después a Sergio con el vestuario, que lo terminó perdiendo a pesar de su muy diferente talante en comparación con el señor de las gafas. Este Cádiz 23/24 se ahogaba en presencia de sus dirigentes, que alargaron el chicle hasta que se convirtió en piedra, esa a la que aún no le ha podido meter mano su sustituto. Porque, a falta de un milagro, el paso de Pellegrino por el banquillo amarillo está resultando todo un fiasco. Hay motivos.
Los primeros que no se entendieron fuera la nula reacción del equipo en el campo. En sus dos primeros encuentros, firmados con empates ante Ahtletic en casa y Villarreal fuera, los equipos titulares que sacó el argentino fueron prácticamente los mismos que pudo haber sacado Sergio con la excepción de Sobrino. El sistema, igual. Para este viaje, ya saben, no se necesitaba alforjas.
El remate de la decepción se dio con las derrotas siguientes y consecutivas ante Betis (0-2) y Osasuna (2-0). Fue allí en El Sadar donde ya Pellegrino recordó que los problemas que él estaba sufriendo en sus cuatro primeros encuentros como inquilino del vestuario cadista venían de lejos. Inaudito que los dirigentes no vieran la necesidad de dar otro volantazo idéntico al que dieron en ese mismo campo temporadas atrás con unas manifestaciones de Cervera que le costaron el finiquito y un juicio posterior.
Después llegaron dos empates insuficientes ante Celta en Carranza y Rayo en Vallecas, encuentros en los que Pellegrino no supo ni quiso mimar a un jugador que, sin Ocampo en los planes, debía haber sido, cuanto menos, más empleado dadas sus facilidades para marcar goles. Su nombre es Darwin Machis, que con su golazo en el último segundo ante el conjunto gallego mantenía con vida a su entrenador, ese mismo que le 'agradeció' el detalle sacándole en los minutos de la basura ante el Rayo una jornada después. Insólito, pero no sería la primera vez.
Ya antes, tras tres encuentros como titular en el once más que aceptables de Meré, de nuevo el entrenador cadista los castigaba con la suplencia sin mayores argumentos quitándole la poca moral que podría haber cogido en esos partidos. Y es que de esos tres choques como titular, el central asturiano -ahora lesionado- pasó a la sombra más oscura en detrimento de Ousou o Fali, que no hizo nada deslumbrante para recuperar el liderazgo en la zaga.
Tanto como con Meré como con Machis, el técnico argentino no ha tenido esa mano izquierda necesaria para inyectar nuevas energías en el equipo más que necesarias, pero no se queda ahí, también ha coincidido su etapa en el banquillo con el peor momento de jugadores que estaban rindiendo excepcionalmente como pueden ser Chris Ramos, Alcaraz a Alejo, relegado ahora al banquillo.
La última de Pellegrino en relación a este tema es el caso de Gonzalo Escalante, que dio unos minutos aceptables en Montilivi, donde llegó a marcar incluso para ver como en el siguiente encuentro seguía de suplente y sin disputar ningún minuto no fuera a tener continuidad y acierto.
Por eso, desde la llegada de Pellegrino solo se puede decir que Robert Sobrino ha sido el único jugador que ha desarrollado una cierta mejoría en el juego, sin duda, de sobra insuficiente para lo que necesitaba un equipo que tampoco se ve muy unido al discurso de un técnico que más que activar, anestesia.