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Cádiz - Racing de Santander

La afición reacciona y pone a los jugadores en la diana

El equipo pasa a ser señalado por la grada, que, además de pedir la marcha de Vizcaíno, también corea el nombre de Álvaro Cervera

La crónica

Los de Paco López hicieron una piña antes del partido. ccf

Alfonso Carbonell

Parecía anestesiada, como sin con ella no fuera la cosa, pero ha tenido que venir el enésimo tropiezo en casa para que la grada de Carranza haya reaccionado ante la bajada de brazos de un club que parece no poner freno a la caída en picado que lleva desde hace ya más de un año.

Los jugadores, que sufren los primeros ese ambiente enrarecido, no pueden quejarse. Esa es la verdad. No pueden quejarse en absoluto. Es más, por mucho que su entrenador viera un «ambiente de destrucción» en el encuentro del debut ante el Zaragoza, lo cierto es que la afición está portándose de la mejor manera posible para tratar de mimar a unos jugadores que se caen en el primer murmullo. Lógico que haya pitos. Que el equipo viene de Primera y que lo más normal es que esta jornada acabe en puestos de descenso.

Otra vez, el equipo no salió mal del todo. Incluso los primeros veinte minutos, gracias a Ocampo, los de Paco López pudieron desnivelar el campo un poco en la dirección de la portería contraria. Estaba tan enchufado el personal que hasta le sacó una amarilla al árbitro por una larga protesta tras un agarrón al extremo uruguayo que dio la ley de la ventaja.

Poco a poco, el encuentro se fue embarrando por el juego subterráneo del Cádiz CF, que tiempo después volvió a pecar de guarro. El silbato del árbitro no descansaba y detrás de tantas escaramuzas, golpes, protestas y faltas se podía advertir la consigna dada en el vestuario de interrumpir como fuera el juego del rival, que cada vez era más vistoso y mejor. El del Cádiz, una vez más, era inexistente. Ya sabe, lo de siempre, balones a Will (encarnado en Ocampo) y poco más.

Veinte minutos duró la relativa presencia en el partido del Cádiz. Pasado ese tiempo, dos dudas con el balón en los pies en la salida de balón de David Gil hicieron que los pitos aparecieran en la grada. Más adelante, ya en la segunda mitad, un error grosero de 'Bitel-chust', dejaba en bandeja el que pudo ser el primero de los montañeses. No lo fue, pero sí que incendió a la afición, que a los pocos minutos veía como se adelantaba el Racing. Los gritos de 'Vizcaíno dimisión' volvían a escucharse de manera sonora, alternándose con la música de viento.

La grada ovacionó a Kouamé en su cambio, un demasiado exagerado para un jugador que apenas aclaró alguna que otra jugada y poco más. Eso sí, de su compromiso, solidaridad y feeling con sus compañeros poco o nada que añadir. Más bien, lo contrario. Y es que al africano se le vio no pocas veces discutir con los defensas y, ciertamente, no están las cosas para crear más problemas.

El Cádiz seguía desquiciado; se perdía en protestas y absurdos piques con los rivales dando muestras claras de un impotencia mayúscula contra un contrario infinitamente mejor.

Lo peor llegó al final. Eso sí, por primera vez en lo que va de temporada el foco de la grada se puso sobre los jugadores, a los que se les cantó que no merecen la camiseta y se les llamó mercenarios mientras estos pedían disculpas salvo Fali, que hizo desplante a la grada que bien haría el club en corregir.

También se coreó el nombre de Álvaro Cervera en la misma grada donde este domingo se sentaban más entrenadores. Uno, de aquí.

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