Cádiz CF
La afición, entre el cabreo y el desapego
Varios aficionados arrinconaron el palco de autoridades al término del partido para increpar a los dirigentes del Cádiz CF
Afortunadamente, la sociedad que rodea al fútbol ha cambiado para mal en muchas cosas, pero para muy bien en otras. Y en esas últimas destaca por encima de todas la tranquilidad y la paz con la que se acude hoy en día a los campos de fútbol. La ausencia de violencia y altercados que se disfruta en la actualidad es lo mejor que puede decirse de las aficiones en general. De hecho, muchos veteranos de la grada decían tras el partido del Cádiz - Zaragoza del pasado viernes que 'si esto pasa en los 90, el presidente y sus acompañantes no salen del estadio hasta pasada cuatro horas'. Y es cierta manera, desgraciadamente, va cargada de razón dicha afirmación.
El comportamiento del cadismo fue ejemplar en casi toda la tarde noche del encuentro. A la bienvenida al autobús del equipo, que estaría bien replantearse si los futbolistas que bajaron merecen ese apoyo o no, le siguió la protesta en los bajos de tribuna dirigida a Manuel Vizcaíno y Rafael Contreras, en la diana de las críticas de una afición a la que se le ve cansada hasta de quejarse.
Porque, en efecto, la grada protestó no en pocas ocasiones contra la directiva y mucho más a medida que el Zaragoza le iba haciendo un traje a los pupilos de un desnortado Paco López. Sin embargo, muchos aficionados presentes lamentaban que las protestas y los cánticos contra la gestión no se multiplicasen y se eternizaran en la grada. Se habla mucho de la relación de Brigadas Amarillas y del presidente, pero lo cierto es que el grupo ultra coreó bastante veces consignas contra su gestión llegando incluso a pedir que se fuera para Sevilla y vendiera el club. Sin embargo, estos cánticos no eran del todo seguido y secundados por el resto del estadio, que apenas secundaba las protestas un par de minutos y seguía a lo suyo, a las pipas o a seguir quejándose por lo bajini.
Resignación, esa es la palabra que mejor puede definir a la masa social cadista, que se queda ronca de quejarse en los bares o en las redes sociales pero que cuando llega el momento de hacerlo da una señal que no es tan notable como la que se pudiera imaginar dada la desastrosa marcha del equipo.
Con el tercer gol de los maños parecía que Carranza ya sí se iba a convertir en un infierno para los oídos de los dirigentes, pero no fue así ya que la gran mayoría reaccionó a la goleada zaragocista buscando la puerta de salida para irse a tomarse un cacharrito al Paseo o bien coger el coche mal aparcado e irse con la música a otra parte.
Por supuesto, no faltaron las protestas in situ de aficionados de tribuna que incluso llegaron a bordear el palco de autoridades para increpar a los dirigentes de un cadismo que se debate entre el cabreo, la desidia y el desapego con el club.
Ver comentarios