“Muchas familias se quedan fuera de las tarjetas monedero y se presenta un problema social”
El Banco de Alimentos cumplía hace muy poco 25 años de vida, con una celebración en la que la propia Reina Sofía venía a la provincia para respaldar su labor y conocer de primera mano sus instalaciones. Es una entidad que se ha consolidado en el llamado 'tercer sector', el corazón de la sociedad, suministrando comida y productos de primera necesidad a las asociaciones que trabajan a pie de calle con los más vulnerables.
Pero un cambio de viento, en un golpe del destino, le ha dejado al borde del colapso. El Gobierno de España ha cambiado el modelo de reparto de alimentos entre los más desfavorecidos. Todo va gestionado por Cruz Roja, aunque será de forma transitoria, y los destinatarios serán únicamente familias con menores a su cargo en situación de vulnerabilidad.
Este nuevo paradigma afecta especialmente en dos vertientes: en primer lugar, quitando a los bancos de alimentos de toda España su principal caudal económico para la ayuda humanitaria, dejándole solo con la aportación de socios, voluntarios y los convenios que puedan firmar; y en segundo lugar, deja sin atención a una gran parte de la población: personas mayores, inmigrantes, familias con hijos mayores de 18 años...
Esta semana se ha celebrado en Cádiz el Congreso Nacional con los 54 bancos alimentos de todo el país. En él se han trazado las principales líneas de actuación para solventar esta crisis, que les afecta como colectivo y supone un problema social. Su presidenta, Isabel Gomis, lamenta la decisión del Ministerio de Asuntos Sociales, pero aquí nadie tira la toalla: habrá que reinventarse.
-Cádiz ha sido sede del Congreso Nacional de los bancos de alimentos de toda España. Todo un reto superado por la entidad. ¿Cómo ha sido la experiencia de estas jornadas?
-Pues el congreso ha sido muy importante para abordar la problemática actual, la complicada situación de los bancos de alimentos, y establecer las vías de trabajo para el futuro. Por ejemplo, sobre la aportación de alimentos aptos para el consumo, la necesidad de implementar un sistema protocolarizado desde la federación y, en definitiva, intentar que la situación se revierta.
-¿En qué punto se encuentran?
Ahora estamos pasando muy malos momentos. El pasado noviembre expiró el plan FEAD (el Fondo de Ayuda Europea para las Personas Más Desfavorecidas) de la Unión Europea, un programa al que llevamos adheridos desde 2014. Ha finalizado y ahora la dotación directa por parte del banco de alimentos a las asociaciones desaparece. Pasa a ser bajo la fórmula de las tarjetas monedero, que hacen en convenio con los supermercados y que sólo cubre a las familias con hijos menores en situación de riesgo de exclusión social.
-El Banco de Alimentos queda apartado de la gestión y la organización.
-Así es. Ahora solamente se hace a través de Cruz Roja y parece que es algo transitorio. Y se reduce sólo a una parte de la población (familias con hijos menores), por lo que un 70% de las personas a las que atendemos se quedan sin cobertura. Mayores a los que no les alcanza la pensión, inmigrantes, familias con hijos más mayores de 28 años...
-¿Y por qué sólo Cruz Roja?
-No sabemos bien. Imagino que el Ministerio, que es quien toma la decisión, entiende que es un momento de emergencia humanitaria y se lo da a Cruz Roja. Pero nos vamos informando muy poco a poco y por los medios de comunicación.
-Apuntaban que es un mandato de la Unión Europea.
-No, no. Es decisión del Ministerio porque el resto de países de nuestro entorno van a seguir en la misma línea que anteriormente, ya que Europa ofrecía esta opción.
-¿Comprenden en parte este cambio en el suministro de alimentos a personas desfavorecidas?
-No sabemos por qué se ha elegido esta modalidad. Pero deja a muchos colectivos por atender ya que sólo ayuda a familias con menores a su cargo. Y esto deja a muchísima gente fuera del sistema, alrededor de un 70%. Además, encarece la compra ya que antes se hacía con mayoristas, en subasta a la baja, y ahora a precio de tienda (en Andalucía hay convenio con Eroski, Alcampo y Carrefour).
En nuestro caso en Cádiz, por la propia fisonomía de la ciudad, contamos con una población envejecida y atendemos a muchas personas mayores. Ahora, las asociaciones con las que trabajamos están tomando conciencia de hay familias que necesitan atención y el Banco de Alimentos ya no puede ayudar.
-¿Y qué le espera ahora al Banco de Alimentos?
-Toca reinventarse para seguir cumpliendo con nuestra labor social. Como hacíamos en nuestros inicios. Nosotros nos nutrimos con la aportación de nuestros socios y de los voluntarios. Con la colaboración de las empresas, volvemos a los orígenes. Estamos muy interesados en la captación de recursos aptos para el consumo, porque son muchos los kilos de comida que se despilfarran, y esa debe ser nuestra línea.
Pero también debemos seguir con los convenios de colaboración con las administraciones públicas porque el tercer sector depende mucho de su apoyo logístico y económico.
-¿Cree que habrá rectificación del modelo de las tarjetas monedero?
-Una vez que se implante, que será en breve, entiendo que será muy complicado. Si no se ha cambiado ya... esto no tiene marcha atrás.
Lo que sí se debería reflexionar sobre este sistema por parte de las instituciones. No son conscientes aún de la cantidad de familias que se quedan fuera y se presenta un problema social. Nosotros, las asociaciones, necesitamos ayuda de esas instituciones públicas. Tenemos herramientas y experiencia, pero dependemos en gran parte de su ayuda.