«Me hice un reportaje de fotos con mi niño porque no sabía qué me iba a pasar»
La vida es superar obstáculos. Caer y levantarse. Y disfrutar en el camino. No importa cuantas veces caigas porque lo importante es la superación, ese impulso que empuja a apretar los dientes y sacar la fuerza necesaria para sobreponerse a los obstáculos. Juan Pedro Orellana lo sabe bien. Persona deportista, inquieta y desde hace unos años, el responsable de la Carrera del Barro de La Barca de La Florida. El jerezano es el impulsor de esta prueba que tiene como finalidad recaudar dinero para la investigación contra el cáncer, una enfermedad que Juanpe –como le conocen los más cercanos–, ha experimentado en carne propia.
«Un día me estaba afeitando y me noté un bulto en la zona del cuello, cerca de la mandíbula. Al principio pensé que era un grano o un pelo encarnado pero resultó que tenía cáncer linfático», explica. Era el año 2004 y Orellana era papá de un niño de poco más de dos años. De la noche a la mañana, su panorama vital dio un vuelco. La preocupación por la familia, por el futuro, por la posibilidad de morir llamaron a su puerta sin previo aviso. «Es en ese momento, cuando todo se derrumba, cambian tus prioridades. Cuando te dicen la palabra cáncer no sabes muy bien a lo que te enfrentas y es cuando le ves las orejas al lobo».
El gaditano cuenta su experiencia sin tapujos, con sencillez y reconociendo que no es inmune al miedo. La operación a la que debía someterse era compleja porque por la glándula parótida pasa el nervio facial que controla el movimiento de la cara y la expresión, hay arterias y venas, terminaciones nerviosas... «Me hice un reportaje de fotos con mi niño porque no sabía qué me iba a pasar. No hubo complicaciones aunque tengo alguna secuela como sequedad en la boca y en los ojos porque mis glándulas están bloqueadas. Afortunadamente fue todo muy bien», asegura este optimista inquebrantable (que pese a todo no se libró que estar cinco años de baja médica).
Aquí comenzó su cruzada y su promesa de que «si lograba vencer al cáncer, todo el deporte que hiciera iba a estar enfocado a ayudar en la investigación». Desde entonces ha colaborado con el centro de investigación del Puerta del Mar y ha realizado infinidad de carreras para dar visibilidad a la lucha contra el cáncer: el Rocío en bicicleta, los 101 de Ronda y una docena de veces los 112 kilómetros del Coto de Matalascañas. Incluso ha cruzado España, de Jerez a Santiago, en bici en una campaña de concienciación.
Células madre
Fue en 2015 cuando se enteró del trabajo que estaban haciendo desde la Cátedra de Investigación en Células Madre Cancerígenas de la Universidad de Granada. Necesitaban financiación y éste se convirtió en su objetivo. Para lograrlo recorrería 1.200 kilómetros por etapas de unos 40 kilómetros, «una maratón diaria». Durante un año entrenó muy duro pero su pasión y determinación (él lo llama cabezonería) fueron involucrando cada día a más personas. Le permitieron concentrarse en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada para entrenar y en septiembre de 2016, en la plaza de la Artesanía, arrancaron los 1.000 kilómetros contra el cáncer. «Eran 1.200 pero Antonio Marín me dijo que si me importaba que fueran 1.000, que era más pegadizo y le dije que sí, que me daba igual», reconoce con sencillez. El Ayuntamiento de La Barca tampoco escatimó voluntad y se contagió del entusiasmo de su vecino. «Antes de salir a completar esta odisea ya habían colocado en la plaza una placa con mi nombre, señalando el kilómetro 0 y una vieira. Ahora había que llegar casi por...», indica socarrón. El 28 de septiembre, el día de su cumpleaños, llegó a la plaza del Obradoiro donde fue recibido y abrazado por amigos, familiares y enfermos de cáncer que se habían apropiado del lema «si yo puedo, tu puedes», una declaración de intenciones. «Fue tan bonito que decidí que había que seguir ayudando a la Cátedra de Granada». Éste fue el germen que fraguó la Carrera del Barro de La Barca.
Una prueba para todos
La cita atlética, que se celebrará el 17 de julio, atraviesa la zona urbana de La Barca y discurre por los campos aledaños de Garrapilos. En esta cuarta edición contará con una veintena de obstáculos en un circuito de 12,5 kilómetros y se pueden inscribir hasta 1.000 participantes (https://crono.sesca.es).
El evento es de carácter solidario y todo lo que se recaude irá a la investigación. Íntegro. «Se puede hacer como competición pero también como gesto solidario o prueba de superación» como es el caso de una mujer de 50 años que participó en la última edición justo antes de la pandemia. Estaba superando un cáncer y aún tenía pendiente la última sesión de quimioterapia pero logró terminar. «Estaba orgullosa y agradecida. Lo importante es venir, pasarlo bien y disfrutarlo. Uno puede ir al ritmo que mejor le venga e incluso disfrazado. Además, podrán participar hasta 300 niños».
La Carrera del Barro es una metáfora de la lucha contra el cáncer, de la dificultad que supone avanzar y no desfallecer en este camino hasta la meta. Durante el trayecto habrá momentos de debilidad, flaquearán las fuerzas, pero también habrá apoyos, puntales como Juanpe que te acompañen hasta la meta para poder cruzarla. Habrá amigos que se meterán en el barro y se implicarán para que la investigación contra el cáncer avance. Personas con los pies en la tierra pero que aspiran a mejorar el mundo porque tienen su mirada enfocada en una meta, en un futuro prometedor.
>> La inscripción está abierta. Participa como corredor o aportando tu ayuda como 'dorsal 0'. Todo lo recaudado irá para la investigación (pincha aquí).
La Carrera del Barro está organizada por el Ayuntamiento de la Barca y la Asociación 1.000 Kilómetros contra el Cáncer y la Universidad de Granada. Y cuenta con la colaboración del Centro Militar de Cría Caballar Finca de Garrapilos.