El manjar solidario que viene del delito

Atunes incautados acaban en el Banco de Alimentos gracias al Colegio de Veterinarios

Las ideas que parecen más sencillas suelen tener detrás un gran trabajo. Testimonio de esto puede dar el secretario del Colegio de Veterinarios de Cádiz, Jesús Fernández, que tuvo que convencer a las administraciones de que el atún que se decomisaba en la provincia podía (y debía) tener un destino más feliz que el vertedero. Y ha sido por su insistencia que, desde el año 2015, unas 25 toneladas de atunes ilegales hayan pasado por las despensas de los bancos de alimentos de la provincia de Cádiz. Un proceso largo que ha culminado de la mejor manera.

«Con la crisis pegando fuerte en 2010, pensamos que era una pena que un producto que conservaba buena calidad como el atún acabara en el contenedor por no movilizarnos, así que empezamos a ponernos de acuerdo con toda la cadena de agentes. Hubo que convencer a las autoridades, reticentes al principio ante el temor de que se dificultara su acción, y también al Banco de Alimentos, donde tuvieron que formar a algunas personas en la manipulación del pescado – además tuvo que hacerse con un vehículo refrigerado–», explica Fernández, que destaca como una parte importante en esta cadena de trabajo a Petaca Chico, «que ha puesto a nuestra disposición sus instalaciones para que, en cuanto se decomisa el atún, pueda tanto preservarse como analizarse».

Pescado decomisado. Foto cedida.

«Hasta que se puso en marcha esta iniciativa, por falta de unos protocolos claros, se alargaban los periodos tras la incautación y cuando el veterinario –si se le llegaba a llamar–analizaba el pescado ya había transcurrido demasiado tiempo y se optaba por desecharlo; ahora, en unas cuatro horas se pasa de la intervención a la nevera del Banco de Alimentos con todas las garantías».
Explica que «en las propias lonjas (a veces incluso desde los barcos) se producen muchas donaciones al Banco de Alimentos cuando se ve que el pescado no se va a poder vender. Un exceso de pesca o la captura de ejemplares con un tamaño inferior al permitido suelen ser las causas. «Pero mientras que con el resto de pescados se detecta a simple vista si están en buen o mal estado, el atún hay que examinarlo porque puede tener niveles altos de histaminas», detalla Fernández que, no obstante, subraya que el nivel de grandes pescados desechados suele ser mínimo. «El atún es un producto valioso y quien lo compra quiere que esté en las mejores condiciones, de ahí que se cuide mucho que llegue bien», destaca.

Según una estimación con la que trabajan los veterinarios, desde la puesta en marcha de la iniciativa se han donado unas 26 toneladas de atún a los bancos de Algeciras (sobre el 90%) y de Cádiz y más de 3.000 kilos de pescado de otra naturaleza.

Respecto a los decomisos que se realizan de moluscos (relativamente frecuentes durante la Erizada y Ostionada), Jesús Fernández lamenta que son irrecuperables «porque no se puede establecer de manera clara su lugar de procedencia, por lo que no hay forma de saber si son aptos para el consumo». Del mismo modo, el veterinario incide en que la carne de caza tampoco es recuperable cuando se decomisa «porque la Guardia Civil se encuentra con el animal despiezado, por lo que no puede hacerse el control de vísceras que determine si está sano». En cualquier caso, subraya que son mínimos los casos que se producen.

Fernández, que participó esta semana en las ‘Charlas Voluntarias’, una iniciativa impulsada por la Red Gaditana de Colegios Profesionales para la Cooperación Humanitaria (RGCPCH) y que se desarrolló en el Colegio de Médicos, repite que el veterinario «no sólo atiende a los animales, sino también a la salud de los ciudadanos». Es por eso que «desde el Colegio estamos presentes en muchas iniciativas de carácter solidario, por el compromiso con la sociedad».

Además de la iniciativa del atún, con seis veterinarios voluntarios, desarrollan las visitas con animales a los hospitales, donde colaboran 19 voluntarios. La iniciativa completa el proyecto de ‘La compañía que te hará sonreír’, en la que se llevan animales a residencias de mayores. En paralelo, una veintena de veterinarios participa en las visitas a centros escolares en las que se busca concienciar a los más pequeños sobre el cuidado de sus compañeros de cuatro patas. «Tenemos una vocación humanista y sabemos que el cuidado de los animales redunda en la felicidad de quienes está con ellos», sentencia.

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