“El hambre de cariño es más difícil de saciar que el hambre de pan”

José María Escudier, trabajador social de 'Calor en la noche', recuerda los inicios de la asociación justo tras inaugurar el nuevo hogar Parmenia

La Asociación Calor en la Noche ya ha superado las dos décadas de orgullosa labor en la sociedad gaditana. Este colectivo netamente gaditano nacido en el colegio de la Salle Viña comenzó con el empeño y desempeño de pocas manos y mucha ilusión: la que servía para repartir bocadillos y tazas de café a las personas que dormían al raso, sin techo, en las calles de la ciudad.

En estas últimas semanas, la entidad ha estrenado el Hogar Parmenia en la capital gaditana, una vivienda para alojar a aquellos que quieren salir del último escalón de la marginalidad. José María Escudier, trabajador social de la organización, reflexiona sobre el impulso que supone este proyecto tanto para ellos como para la sociedad.

-A primeros de este mes de noviembre han estrenado el hogar Parmenia. ¿Qué significa para todos ustedes?

-El hogar Parmenia es un reto y a la vez una ilusión. Lleva a mirar a la espalda, a 20 años atrás. A esos fundadores de Calor en la noche que empezaron bajando a la calle con termos de café y bocadillos que preparaban en casa. Y ahora este colectivo cuenta con varios trabajadores, voluntarios y un lugar para el alojamiento de estas personas que lo necesiten.

-¿Qué supone esta vivienda en la labor de la organización?

-Nos permite intervenir en todos los ámbitos y trabajar con personas que empiezan a superar el 'sinhogarismo' que es el máximo nivel de exclusión social.

-¿Y cómo es este hogar?

-Es una casa con tres habitaciones, salón, cocina y baño. Son tres habitantes y, aunque estaba en muy buenas condiciones, la quisimos reformar para que sintieran que tenían un verdadero hogar. Sus primeras impresiones fueron que la primera noche les costaba dormir. Verse bajo techo, en una cama, sin los riesgos que conlleva la noche que te obligan a estar alerta... no podían coger el sueño. O el mero hecho de sentarse en una mesa a preparar la comida, al estar acostumbrados a la cola de los comedores.

-Cómo fue la elección de esos primeros tres inquilinos?

-Pues queríamos meter a personas que estén en una situación favorable, que compartan y tengan en común la ilusión y la esperanza por superar este trance de su vida. Porque esta situación de sinhogarismo es eso, una etapa más.

-En marzo cumple dos años en la asociación, y es que la pandemia y el aumento del volumen de usuarios obligó a aumentar el número de efectivos. ¿Qué hace diferente a esta entidad?

-Una de las principales es que es de aquí, de Cádiz. Calor en la  Noche vio la necesidad en su barrio de la Viña y, desde el colegio la Salle, comenzó a estar con las personas que estaban en la calle. Ahora, además de en Cádiz, también actuamos en San Fernando, El Puerto y Jerez. Alimento, atención, apoyo y acompañamiento, esa es nuestra seña de identidad desde el inicio hasta ahora. El hambre de cariño es más difícil de saciar que el hambre de pan. Sabemos que salir de la calle es muy complicado, pero ahí estamos.

-¿Cuál es el perfil de estos 'habitantes' de las calles de Cádiz que cada noche duermen sin techo y sin paredes?

-El perfil es muy variopinto. Hay personas con algún tipo de trastorno mental; otras con un consumo activo de cualquier sustancia, legal o ilegal; gente que ha perdido su trabajo, que no llega a nivel de mes... o que han perdido a un ser querido que era su apoyo y su sustento. Suelen ser multiproblemáticos, hay varios factores.

-Una vez logrado el hogar, una ambición de años atrás, ¿qué objetivo se marcan para el futuro?

-El reto es seguir, mantenernos en el tiempo, aguantar, seguir en un futuro al menos como estamos hoy, porque sabemos que hacemos falta.

-¿Cuál es la situación actual de este colectivo? ¿Cuántas personas pasan la noche en la calle en la ciudad de Cádiz?

-Pues los números fluctúan. En verano atendemos a más personas. Ahora en otoño, a la llegada del invierno, contamos entre 70-80 usuarios en el comedor. No todos son sin techo, también personas con renta baja que no tiene para comer. En la temporada estival se ronda el centenar.

-Nos encontramos a las puertas del invierno. Sin duda, el peor momento.

Es la época más dura, y se nota en las emociones. La lluvia, el frío, te hacen más irascible, y sufren mucho. En el albergue hay permiso para incluir a algunos más. Por nuestra parte repartimos ropa de abrigo y ponemos en marcha varias campañas, como 'Pon una manta en tu coche'. Y si ves a alguien que está durmiendo al raso, puede que la necesite. Es una estrellita más.

-¿Alguna otra iniciativa para estas fechas?

-Desde hace años ponemos en marcha la campaña 'Estrellas en Navidad'. Ellos escriben una carta en la que piden un regalo a un voluntario, y luego reciben la respuesta, se crea un 'feedback'. Puedo asegurar que más que el regalo, ellos buscan más la carta de respuesta.

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