Autismo Cádiz: «Sueño con la aceptación y la integración social»
Parece mentira pero el autismo sigue siendo uno de los grandes desconocidos en nuestra sociedad. Muchos siguen pensando que es una enfermedad y ni mucho menos lo es. Otros creen que es una discapacidad y no tiene por qué serlo. Y es que hay muchos niveles de autismo y numerosas cuestiones que aclarar. Lamentablemente aún hay demasiado que aprender sobre el autismo.
Mayka López es presidenta de Autismo Cádiz, una asociación que tiene alrededor de 315 usuarios o socios en toda la provincia gaditana. «Estamos en toda la provincia, llevamos un recorrido de más de 40 años y atendemos a cualquier persona que quiera un diagnóstico o cualquier otro tipo de servicio en todas las edades de la vida porque hablamos de un trastorno que no tiene cura, y por tanto atendemos niños y también adultos». La asociación atiende a pacientes, pero también a las familias.
«Es importante que los padres conozcan la discapacidad de su hijo y cómo atenderlos, porque pasan mucho tiempo juntos. Es fundamental formar e informar, y luego está la otra pata de la asociación, que es la concienciación social del autismo. Nuestros chicos vienen a la asociación, pero luego hacen su día a día en la calle».
Maika López deja claro que el autismo «no es una enfermedad». El trastorno del espectro autista afecta al neurodesarrollo y acompaña a la persona durante toda su vida. Afecta a la comunicación, el lenguaje, la agilidad mental y las relaciones sociales con los demás. Cada persona con autismo es diferente.
Desde la asociación comprueban que «a las personas con autismo se les dice que tienen discapacidad del desarrollo, pero no tienen qué tener obligatoriamente una discapacidad intelectual asociada, aunque suelen tener algún tipo de problema a la hora de relacionarse». «Nos ha llegado recientemente un adulto que nos comenta que le resulta difícil mantener su puesto de trabajo por su relación con los compañeros. Son cosas que están ocurriendo más de lo que creemos», destaca la presidenta de Autismo Cádiz, quien recuerda que «cada vez hay más diagnósticos en la vida adulta». Hay muchos niveles de autismo. Lo que pasa es que, en ocasiones, cuando se es pequeño puede pasar más desapercibido, pero desde los 15 meses, en el control del niño sano, ya se puede hacer un diagnóstico.
Mayka explica que los padres también pueden detectar indicios: si el bebé tiene problemas de conducta, conductas muy repetitivas o si su lenguaje no es muy extenso hay que estar alerta. «Los padres tenemos un sexto sentido y nos damos cuenta de que algo pasa. Es un golpe duro y un duelo que hay que pasar. Cuando un niño tiene este problema siempre es duro porque se da en los primeros meses. También puede pasar que un bebé se desarrolle con normalidad y luego llegue el diagnóstico, que, por otra parte, es una tranquilidad porque descubres qué le pasa», asegura López, quien insiste en la importancia de un diagnóstico temprano. «Por fortuna, la atención temprana está concertada con la Junta desde hace años y es una gran ayuda porque se trabaja con niños desde pequeños y mejoran muchísimo. Se les ayuda a tener herramientas para compensar los déficits que tienen. La evolución que se da ahora no tiene nada que ver con la de hace 40 años».
Una tarea pendiente
«La integración social sigue siendo complicada porque muchos casos no son aceptados socialmente y cuesta mucho conseguir un puesto de trabajo. Hay muchas barreras todavía. Hay que eliminar muchos estigmas del autismo».
Al respecto, una provincia como Cádiz puede mejorar mucho la vida del paciente. «El entorno ayuda mucho. Tenemos una provincia donde el clima ayuda y cómo nos relacionamos es algo que permite que muchos pacientes mejoren. Somos muy partidarios de trabajar en los entornos naturales y aprovechar todos los recursos que tenemos en la provincia».
El sueño de la presidenta de Autismo Cádiz, Maika López, va más allá de encontrar una solución a este trastorno. Quizás es algo más sencillo. «Sueño más que con una cura, con la aceptación social. La cura ahora mismo no es lo prioritario, sueño con los recursos que nos puedan dar las administraciones públicas y que la sociedad entienda que el autista es una persona normal», concluye.