¿El voto a los 16 años?
Actualizado: GuardarComo es conocido, el reciente referéndum irlandés se celebró entre los mayores de 16 años. Los laboristas han anunciado que implantarán el voto a los 16 años en las elecciones a la Alcaldía de Londres, en 2016; el ministro de Justicia en la sombra ha declarado que ésta es una manera de luchar contra «el malestar del público hacia todas las cosas políticas» (la abstención de los jóvenes británicos es aterradora). En Austria, ya está establecida esa edad. En Argentina, en las elecciones generales de 2011, ya tuvieron derecho a voto los jóvenes a partir de los 16. En 2002, se aprobó en Cambridge, Massachusetts, un proyecto de ley que permitía votar a los de 17 años meses después de haber rechazado la misma propuesta para los de 16. Parece claro que este rejuvenecimiento de la participación electoral marca tendencia.
En nuestro país, la ley de Consultas catalana otorga también el derecho al voto a quienes han cumplido 16 años. Aunque, de momento, entre los partidos consolidados, sólo IU mantiene la rebaja de la edad en su programa. La Constitución no fija una edad determinada cuando regula el sufragio universal pero sí declara que los españoles son mayores de edad a los 18 años (sin perjuicio de las situaciones amparadas por los derechos forales en el ámbito del Derecho privado, según la adicional segunda). Pero no establece una correlación directa entre esta mayoría de edad y el derecho al sufragio, por lo que no sería inconstitucional adelantar la edad.
Todos los precedentes mencionados, y otros más que podrían traerse aquí, no han generado todavía el debate que sin duda se avecina, no tanto porque haya un clamor social -el asunto no es políticamente significativo, salvo en lo referente a interesar a los más jóvenes por la política- sino porque, como escribe Pablo Simón en «Politikon», porque «fijar la edad de votar en los 16 años es congruente con la existencia de otro tipo de derechos u obligaciones. Por ejemplo, a esa edad se permite tener autonomía en decisiones clínicas (hasta que la reformen, también en el aborto), el matrimonio e incluso se propone extenderles el código penal en España».
Parece innegable una gran precocidad de las generaciones más jóvenes. Antes de la adolescencia, los niños ya manejan con soltura tecnologías complejas y entran en los torrentes informativos a edades tempranas. En consecuencia, lo lógico sería implicarles cuanto antes en su propio destino, sin forzar la máquina pero dejándoles claro que el futuro está en sus manos, como en las de todos los ciudadanos.