Dos militares del Ejército de Tierra pasean por Base España, el acuartelamiento construido en Diwaniya, al sur de Bagdad, en 2003. :: H. MALLA/AP
ESPAÑA

España regresa a Irak una década después de su salida precipitada

El Gobierno aprobará hoy el traslado de un grupo de instructores para apoyar a la Coalición Internacional que combate contra el Estado Islámico

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España volverá a Irak diez años después de participar en la operación contra el régimen de Sadam Husein liderada por George W. Bush, expresidente de EE UU. Pero esta vez tanto el 'enemigo', el Estado Islámico, como la finalidad y la aportación a la misión, un contingente de instructores, serán los objetivos del regreso del Ejército español a un país de infausto recuerdo.

Según fuentes del Ministerio de Defensa, el Consejo de Ministros tiene previsto autorizar hoy el envío del grupo de adiestradores españoles en apoyo de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico, que lidera EE UU y en la que participan 40 países, entre ellos España.

La propuesta consistirá en entrenar al Ejército iraquí y a los combatientes kurdos, los denominados 'peshmergas', mediante la formación, asesoramiento y equipamiento. Un plan similar al que se lleva a cabo en Malí, dentro de la misión europea que lucha contra el yihadismo en la región del Sahel.

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, comparecerá tras el Consejo de Ministros para explicar los pormenores de la nueva misión. Dentro de unos días, hará lo propio en el Congreso para informar a los diputados y pedir la aprobación prevista en la Ley de Defensa Nacional de 2005. Pero antes de acudir a la Cámara baja, Morenés viajará a EE UU para reunirse la próxima semana con su homólogo Chuk Hagel, secretario de Defensa estadounidense, al que le presentará las capacidades militares que aportará España a la coalición internacional.

Además del envío de instructores, el Gobierno autorizará el uso de las bases de Rota, en Cádiz, y Morón de la Frontera, en Sevilla, para las fuerzas navales y aéreas que formen parte de la alianza. También entregará equipos al Ejército iraquí y a las milicias kurdas, siempre con el visto bueno del Gobierno de Bagdad. Inicialmente se contempla el envío de material militar no letal, aunque se deja la puerta abierta a la donación de armamento, como fusiles de asalto Cetme.

España también ha ofrecido apoyo al transporte estratégico, es decir, transporte de material y personal al teatro de operaciones, así como aviones cisterna de reabastecimiento en vuelo y capacidades de mando, control e inteligencia. El reparto de funciones entre los países que participan en la coalición se ha realizado en el cuartel general del Mando Central de Estados Unidos, con base en Tampa (Florida), donde están destinados un general y siete oficiales españoles.

«Circunstancias distintas»

En una entrevista a la cadena Ser, el ministro de Defensa excluyó el despliegue de tropas de combate españolas sobre el terreno, es decir con carácter ofensivo, y la participación en los bombardeos que los aliados están llevando a cabo ahora sobre bases del Estado Islámico al norte de Irak y Siria. Esta es la primera de las tres fases diseñadas por el mando de la operación, que podría alargarse hasta 36 meses y terminar una vez haya culminado el mandato del presidente estadounidense Barack Obama.

Morenés aseguró que esta intervención no tiene nada que ver con la guerra de Irak de 2003 porque ahora «las circunstancias son distintas». Y es que «la situación tiene connotación internacional» ya que «preocupa a todos los países» por la «amenaza real» que significan los yihadistas del Estado Islámico. Además, recordó que este grupo terrorista no sólo opera en Irak, sino que tiene «influencia» en todo Oriente Próximo y tiene «capacidad» para dar el salto a «zonas más cercanas a España», como el Sahel.

Hace más de una década, en marzo de 2003, más de 1.200 militares españoles partieron rumbo a Irak para participación en la operación 'Libertad iraquí', abanderada por Bush, Tony Blair y José María Aznar. Lo hicieron como «contingente humanitario» y ya entonces la inteligencia militar alertó del «alto nivel de riesgo». Se acuartelaron en las ciudades de Diwaniya y Nayaf, al sur de Bagdad, donde permanecieron hasta mayo de 2004, después de que José Luis Rodríguez Zapatero, en su primera decisción como presidente del Gobierno, ordenase su repliegue. En ese periodo fallecieron 11 militares en 90 ataques y el coste de la misión ascendió a 370 millones de euros.

Sobre el despliegue a partir de enero de una batería de misiles antiaéreos 'Patriot' al sur de Turquía, así como 130 militares, el ministro de Defensa aseguró que se trata de una misión de la OTAN que comenzó antes de que surgiera el Estado Islámico y que se trata de una operación «disuasoria pura y dura» en la que España va a reemplazar a los Países Bajos, cuyo contingente lleva dos años en la zona.