El especialistas limpian el domicilio de Thomas Eric Duncan, en Dallas. En el recuadro, una fotografía del liberiano fallecido:: AFP / R. C.
Sociedad

Estados Unidos se enfrenta al primer muerto por ébola en su suelo

La familia del liberiano quiere que se investigue por qué no recibió la misma atención médica que los estadounidenses

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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«Esto no es África Occidental, sino una ciudad muy sofisticada con un hospital muy sofisticado», dijo orgulloso el comisionado de Salud de Texas, David Lakey, al darse a conocer que Dallas tenía al primer paciente de ébola diagnosticado en Estados Unidos. «Pueden estar tranquilos de que el sistema funcionará como debe», aseguró el gobernador de Texas, Rica Perry. Ayer, la familia de Thomas Eric Duncan, que acaba de convertirse en la primera persona que muere de ébola en Estados Unidos, se preguntaba por qué un hospital tan avanzado le mandó a casa con antibióticos y nunca le proporcionó el mismo tratamiento que al resto de los infectados estadounidenses.

«Confío en que se examine concienzudamente todo lo que respecta a su atención médica», dijo en un comunicado la mujer que lo atrajo hasta Estados Unidos para casarse con él. Louise Troh no era una novia a distancia, sino la madre de su hijo de 19 años, a la que había conocido en un campamento de refugiados de Liberia, donde ambos sobrevivieron a la cruenta guerra civil.

Su hijo no había visto a su padre desde que tenía tres años de edad, cuando Troh consiguió asilo político en Estados Unidos. Duncan le animó a marcharse para ofrecerle una vida mejor, con la promesa de que los seguiría tan pronto consiguiera el visado. Algo que tardó 13 años en ocurrir. No tuvo tiempo de disfrutar su sueño americano. Enfermó tan pronto como llegó y a los cuatro días sus síntomas eran tan severos que la familia lo acompañó a la sala de urgencias del Hospital Presbiteriano de Texas, donde descubrió que América tiene un lado tan oscuro como su color de piel.

Duncan era negro, pobre y no tenía seguro médico. Nadie le hizo la prueba del ébola, a pesar de que dijo venir de Liberia y tener todos los síntomas de la mortal enfermedad, en la que un diagnóstico temprano es clave para sobrevivir. En lugar de eso, lo mandaron a casa con analgésicos y antibióticos. Dos días después, cuando su hijastra, que es enfermera, le vio tiritando en la cama de fiebre llamó a una ambulancia y lo obligó a volver al hospital, donde ayer estudiaban qué hacer con su cadáver.

Troh dio las gracias en su comunicado a las autoridades de Dallas, a su iglesia baptista y hasta a la comunidad liberiana, pero ni una palabra para el hospital que lo atendió. Ella y su familia tuvieron que presionar a los médicos para que le administrasen algún tipo de tratamiento experimental como el que salvó la vida de los cuatro estadounidenses infectados en Liberia antes que él. Tardaron casi una semana en proporcionárselo. En contraste, el cámara de la cadena NBC empezó a recibirlo inmediatamente, y ya se le ha hecho también una transfusión de sangre con anticuerpos de ébola procedente de uno de los supervivientes.

Duncan tenía 42 años. Cuatro días antes de emprender el viaje con el que llevaba soñando más de una década ayudó a llevar al hospital a la hija de su casero, una joven de 19 años embarazada que sufría fiebre y diarreas, para la que no encontraron una ambulancia. Es probable que no lo supiese antes de subirse al avión a Bruselas, donde conectó con otro vuelo a Estados Unidos, pero la chica murió de ébola poco después, al igual que su hermano de 21 años y otros miembros de la familia. De haberlo sabido, dicen sus amigos, nunca se hubiera ido con el virus a ver al amor de su vida, una de las 48 personas en aislamiento que vigilan las autoridades. «Le pidió perdón a Louise el día que le dijeron lo que tenía», contó Saymendi Lloyd, una amiga de la familia.

«Le dijo que hubiera preferido morirse en las calles de Liberia que traerle eso a ella». Las autoridades estadounidenses han empezado a tomar la temperatura a los pasajeros procedentes de África en los cinco principales aeropuertos de Estados Unidos.