Paciencia Melgar. :: R. C. Los sanitarios trasladan a Teresa Romero desde Alcorcón al Carlos III. :: REUTERS
Sociedad

Los médicos fían la salvación de Teresa al suero de la hermana Paciencia

Aplican a la sanitaria un suero extraído de la monja superviviente al ébola que deberá dar resultado en tres semanas

MADRID. Actualizado: Guardar
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Una de las herramientas más usadas en la historia de las enfermedades infecciosas es la vía más clara para salvar la vida de Teresa Romero Ramos, la auxiliar de enfermería de 44 años que contrajo el ébola tras formar parte del equipo médico que atendió al misionero leonés Manuel García Viejo. Un suero de una persona convaleciente, de un superviviente de la pandemia que asola África occidental, es la solución más factible para intentar salvar la vida a esta gallega de Becerreá (Lugo). La donante para esta técnica sanitaria es Paciencia Melgar, la monja ecuatoguineana que trabajaba en Liberia junto a Miguel Pajares, el primer caso español de ébola.

La hermana y enfermera fue la única superviviente del equipo médico del hospital de San José de Monrovia que se contagió por este virus. Melgar vino a España después de pasar la debida cuarentena, se le extrajo sangre y se separó la parte celular. «Este suero puede tener o bien anticuerpos o bien una respuesta inmune celular que puede neutralizar el virus en el organismo de otra persona que está infectada», explicó Mirian Fernández Alonso, especialista en Microbiología Clínica de la Clínica Universidad de Navarra. «La introducción de inmunoglobulina inmediata evita la propagación del virus», indicó la especialista. Este tipo de solución ya se utilizó en los dos primeros pacientes americanos -Ken Brantly y Nancy Writebol-, que también recibieron fármacos experimentales. Sobre el uso de esta segunda solución, muy escasa hasta principios de 2015, solo se contempla la utilización de favipiravir, «que ha tenido buenos resultados en animales pequeños infectados», según comentó el doctor José Ramón Arribas, responsable de la unidad de enfermedades infecciosas del hospital Carlos III. Pero además de tener el suero, es fundamental determinar si el donante y el receptor son compatibles en cuanto a antígenos y por grupo sanguíneo. «En caso contrario, puede haber una reacción del suero contra el paciente. Por eso hay que hacer unas pruebas hematológicas, para estudiar si puede ser viable», añadió la doctora Fernández Alonso.

Después solo queda esperar. Atender en el día a día la paciente, ver si le sube la fiebre o tiene hemorragias internas. La respuesta de Teresa al tratamiento dependerá de la cantidad de virus que tiene en el cuerpo y del estado de su sistema inmune. El plazo máximo para saber los resultados es de 21 días, el mismo tiempo que se aplicó, por ejemplo, a Juliana Bonohá, la compañera de Pajares que fue repatriada en agosto y que sólo tenía malaria. Eso si no hay un fatal desenlace.

Personas vigiladas

Mientras los galenos deciden los pasos que hay que dar con Teresa, la técnica sanitaria se encuentra estable, con fiebre y «mejorando», según indicó su madre. «Esta mañana (por ayer) hablé con ella y me dijo que parece que se encontraba mejor, y que una compañera le estaba dando el medicamento y ya no quise molestarla más», explicó Jesusa Ramos a La Voz de Galicia. Una sensación que corroboró su marido Javier Limón. Él es una de las tres personas que ayer fueron ingresadas como sospechosas de ser portadores del virus en el hospital Carlos III, en la sexta planta donde están las habitaciones con atmósfera inversa. El caso de Limón es el más preocupante por el contacto directo que ha mantenido con su esposa.

El segundo caso más inquietante es el de un ingeniero español que regresó hace unos días de Nigeria y se encontraba con una temperatura alta. La tercera sospechosa era una enfermera que también trabajó en el equipo que atendió al padre Manuel García Viejo y que sufría una fuerte diarrea. «Ni siquiera tiene fiebre», apuntó el doctor Francisco Arnalich, jefe de servicio de medicina interna del hospital de La Paz. Ayer por la tarde se descartó que padeciera la enfermedad. En los otros dos casos, habrá que esperar su evolución en los próximos días.

Limón aseguró estar tranquilo, ingresado a pocos metros de su esposa, a la que no había podido ver desde el lunes. Afirmó a La Sexta que Teresa «nunca se quejó del protocolo» y que no es consciente de haber cometido ninguna negligencia. Además, Limón, quien confirmó que era la monja ecautoguineana la donate -extremo no confirmado de forma oficial-, explicó que su esposa atendió las normas de seguridad con rigurosidad. Tras sentirse mal el 30 de septiembre, llamó al grupo de seguimiento y acudió a su médico de cabecera quien le diagnosticó un paracetamol. El equipo del Carlos III le pidió paciencia porque podía ser un simple catarro estacional ya que solo tenía 37,2 grados de fiebre. Limón indicó que el viernes pasado el estado de salud de su mujer empeoró y el lunes su fiebre hizo saltar todas las alarmas.

Además de la profesional sanitaria y estas tres personas, la recién estrenada comisión de seguimiento del ébola (creada por el Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid) mantiene en vigilancia a 52 personas. Treinta forman parte del equipo médico que atendió a Manuel García Viejo tras su repatriación desde Sierra Leona el 22 de septiembre hasta su fallecimiento el 25 del mismo mes. El otro grupo está formado por los familiares y el personal sanitario que atendió a Teresa Romero antes de su ingreso definitivo. Para ellos también se les aplica el mismo protocolo: tomarse la temperatura dos veces y si hay alguna anomalía, llamar al personal de seguimiento.