Una mujer accedía ayer con mascarilla y guantes de látex al hospital de Alcorcón, donde estuvo ingresada la auxiliar de enfermería infectada con el virus del ébola. :: ÓSCAR CHAMORRO
Sociedad

«Si me llamas en veinte días, te diré cuántos tienen ébola»

El personal sanitario relata las 18 horas de pánico vividas en el hospital de Alcorcón, que recibió a la paciente con ébola

MADRID. Actualizado: Guardar
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Miedo, inseguridad y preocupación por las consecuencias. Es la sensación compartida por los pacientes y el personal sanitario del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, en Madrid, que vivió el lunes una de sus peores jornadas tras recibir en urgencias a la primera infectada de ébola fuera de África, una auxiliar de enfermería que trabajó como voluntaria en el equipo que atendió al misionero Manuel García Viejo en el Hospital Carlos III, centro de referencia para el tratamiento de estas enfermedades.

Todo comenzó a las 6.30 de la mañana del lunes, cuando la paciente infectada acudió al hospital de Alcorcón ante la evidencia de sus síntomas. Según el personal sanitario del centro, seis días antes la paciente había contactado con el Hospital Carlos III al detectar que tenía fiebre, pero la primera indicación fue que permaneciera en casa, se tomara la temperatura y estuviera atenta a los síntomas. Seis días después, ante la persistencia de la fiebre y otros síntomas como la diarrea, la mujer decidió que era hora de acudir al hospital. Según las mismas fuentes, desde el Carlos III le indicaron que acudiera a su centro de referencia, el hospital de Alcorcón, como indica el protocolo, en lugar de remitirla al Carlos III, el hospital de referencia para la enfermedad.

Según explica el secretario general de CC OO del hospital de Alcorcón y portavoz del comité de empresa, Ismael Sarrión, la paciente llegó a Urgencias a las 6.30 de la mañana «con guantes y mascarilla» y advirtió a los sanitarios de los síntomas de qué padecía y de su especial situación como una de las personas del equipo que trató a García Viejo. En Urgencias se decidió aislarla cerrando una sala con un biombo a la entrada y otro a la salida mientras se decidían los pasos a seguir. Sin ningún protocolo claro sobre la mesa, la paciente permaneció a la espera desde las 6.30 de la mañana hasta las 11.00, cuando se le extrajo sangre para realizar un primer análisis después de casi seis horas de angustia. «Nadie sabía qué hacer con ella, pero cuando le empezaron a salir ronchas en la cara, la gente se asustó», rememora una empleada del hospital. Según trabajadores del hospital, el desconocimiento era tal que hubo que llamar a Sanidad para preguntar cómo llevar a cabo la prueba. El Ministerio respondió dos horas más tarde con las indicaciones.

Sarrión defendió que el personal sanitario llevó a cabo los protocolos de seguridad «de forma exhaustiva» y que «prácticamente no ha habido ningún tipo de problema». La única queja, denunció, fue la falta de información que recibió el personal sanitario involucrado, que se enteró antes por los medios de comunicación de los resultados de los análisis de la paciente. «El primer positivo se informó a las 15.00 cuando a la 13.00 ya se sabía y el segundo a las 17.30 cuando se sabía desde las 15.20. Los trabajadores se han visto desinformados y con falta de apoyo de la Consejería», lamentó Sarrión, que denunció asimismo la tardanza a la hora de trasladar a la paciente al Carlos III una vez confirmado el contagio. «A las 17.00 se estableció un protocolo urgente para el traslado pero hasta las 12.00 de la noche no se llevó a cabo».

Mensaje de Whatsapp

Mientras tanto, la noticia corría entre el personal del hospital, cuya preocupación fue en aumento a lo largo del día. «La chica ha empezado con diarrea también. Chicas confirmado, me cago en la puta, hacia el Carlos III. Tengo los pelos como escarpias. Es positivo», reza uno de los mensajes del grupo de whatsapp de las enfermeras del hospital.

Casi una treintena de personas estuvieron en contacto con la enferma durante las 18 horas que permaneció en Alcorcón, en muchas ocasiones sin las medidas de seguridad adecuadas, según denuncia el personal sanitario del centro. La preocupación se centra ahora en ellos. Según informó Sarrión, trece profesionales de enfermería y medicina están sometidos a «vigilancia exhaustiva» para descartar un posible contagio, aunque insistió en que no hay riesgo y que, aunque los celadores no llevaban mascarilla ni guantes, «la paciente sí los llevaba», y llamó a la tranquilidad ante un caso «excepcional» y tratado «correctamente».

Sin embargo, los trabajadores del hospital no comparten la tranquilidad de la dirección y denuncian que decenas de personas estuvieron en contacto con la enferma sin trajes de bioseguridad -«solamente había tres escafandras», explican-. A todos ellos se les ha pedido que se vayan a casa, permanezcan aislados y se tomen la temperatura. «En Urgencias están muy asustados por el número de gente que estuvo en contacto y por la falta de comunicación. El problema es que ahora toca esperar, si me llamas en 20 días te diré cuantos tienen ébola», advirtió una de las trabajadoras del centro.

Otro de los problemas por resolver en el hospital ha sido la limpieza y desinfección de la sala donde estuvo la paciente. Sarrión confirmó que el lugar permaneció seis horas cerrado -tiempo estimado para que el virus se inactive- y se solicitó su desinfección, pero el personal de limpieza de la empresa contratada a tal efecto se negó a realizar el trabajo y acusó al centro de falta de información. «Ningún hospital está preparado para atender a pacientes de ébola porque no ha habido nunca pacientes de este tipo».

El hospital de Alcorcón presentaba ayer una actividad incesante desde primera hora y los pacientes entraban y salían del centro con rostro preocupado. Muchos acudían para una cita concertada en alguna de las especialidades del centro y estaban inquietos por la presencia de una enferma de ébola en el centro apenas unas horas antes. «Estamos asustados, pero nos dieron la cita hace meses y si no venimos la perdemos», contaba una pareja a las puertas.

A pesar del mensaje de tranquilidad que emitió el lunes la ministra de Sanidad, Ana Mato, el ambiente era de preocupación. «No me he muerto de un cáncer y ahora tengo miedo del ébola», lamentó María del Tránsito al salir de la consulta. «Diga lo que diga la ministra, la sanidad está hecha un asco. ¿Qué va a saber ella si no sabía que tenía un coche en el garaje?», se preguntó enfadada una mujer.

Otros criticaron la decisión del Gobierno de repatriar a los dos misioneros. «No tenían que haberlos traído si estaban enfermos, tenían que haber llevado medios y curarlos allí», opinó un matrimonio de edad avanzada. «Para ellos no había remedio, pero ahora el ébola ha quedado sembrado».