El ébola se escapa a los controles en España
Una auxiliar de 44 años, que atendió al último misionero fallecido, primer contagio en Europa Sanidad desconoce cómo se contagió y somete a vigilancia a su marido y a otros treinta sanitarios
MADRID. Actualizado: GuardarEl 30 de septiembre le asaltaron las dudas. Se sentía pachucha, aunque siguió con su vida normal. Llamó para dar parte de su sintomatología leve, para cumplir con las pautas marcadas por el protocolo de actuación para atender a los pacientes enfermos por un virus peligroso y de alta capacidad de contagio. En este caso, ébola. Ella había participado en los dos equipos que atendieron a los misioneros Miguel Pajares y Manuel García Viejo en el hospital Carlos III, donde trabaja desde hace quince años como auxiliar de enfermería. Tras dar parte al control de seguimiento, continuó con las normas establecidas, midiéndose la temperatura dos veces al día durante 21 jornadas. El límite de la peligrosidad está fijado en los 38,6 grados. Ayer, cruzó esa frontera y se convirtió en la primera persona contagiada por esta pandemia fuera de África.
La auxiliar de enfermería, gallega de 44 años, casada y sin hijos, sabedora de los riesgos, llamó a una ambulancia que le trasladó al hospital de Alcorcón, ciudad dormitorio del sur de Madrid de 180.000 habitantes. Avisó a sus compañeros y enseguida comenzó el protocolo. Para empezar, fue aislada en una habitación preparada. Después, una primera prueba que dio positivo; por último, una segunda, que aportó el mismo resultado. A continuación, comenzaron las pesquisas para intentar determinar cómo ha pasado y a quién ha afectado esta profesional sanitaria, que se encuentra «con fiebre y estable».
El Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid reconocieron que desconocían cómo podía haber pasado. La profesional sólo estuvo dos veces en contacto con el padre Manuel García Viejo entre el 22 de septiembre que llega a España desde Sierra Leona y el 25 de septiembre que fallece. En una de las ocasiones fue para retirarle alguna secreción y trabajó en la limpieza y desinfección de la habitación ocupada por el paciente; la segunda vez, ella participó en la atención del cadáver del religioso leonés. Un guante mal puesto, una pequeña hendidura en el traje de protección o una pequeña parte de la cara descubierta donde la piel toca con alguna secreción es suficiente para el contagio. La respiración, por sí sola, no transmite nada.
Un caso que provocó sorpresa, sobre todo después de que diez días antes la ministra de Sanidad asegurara que el riesgo de contagio era «muy bajo». «Se actuó con el protocolo marcado por la Organización Mundial de la Salud y el Centro de Control Europeo», defendió Antonio Alemany, director general de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. «Tengan la certeza de que se están tomando todas las medidas necesarias para atender a la paciente y garantizar la seguridad tanto del personal sanitario que la atiende como de toda la población», aseguró Ana Mato, quien insistió en transmitir «tranquilidad» después de reunirse con un gabinete de crisis para analizar la situación.
Mismas opciones
La ministra de Sanidad insistió en la coordinación de las autoridades para atender este caso, aunque no contestó sobre si se obró con idoneidad al aceptar la vuelta a España. Esta coordinación implica que unos treinta profesionales sanitarios que atendieron al último religioso y trabajaron junto a esta profesional sanitaria están siendo sometidos a vigilancia epidemiológica.
También se está controlando a los tres profesionales sanitarios que la atendieron en un primer momento y al marido de la profesional, la gran preocupación de los equipos epidemiológicos por el contacto directo que mantuvo con la enfermera. Sanidad y Gobierno regional tampoco fueron capaces de determinar con cuántas personas se ha podido relacionar estos últimos días. Además, se da la circunstancia de que estuvo de vacaciones justo después de morir García Viejo, aunque los profesionales descartaron cualquier alarma sanitaria «hasta que no haya fiebre y más de 38,6 grados», insistió Alemany.
Las opciones de curación de la auxiliar de enfermería son las mismas que en el caso de García Viejo. Por una parte, que en algún lugar del planeta quede alguna dosis de los sueros experimentales que la OMS ha permitido usar. Es la opción más complicada. La ZMapp, desarrollada por una farmacéutica estadounidense, está agotada. De la otra que ha funcionado -la TKM-Ébola, que salvó la vida al médico Rick Sacra-, se desconocen cuántas dosis quedan. La tercera opción es conseguir un suero de un convaleciente, es decir, de una persona que ha superado la enfermedad y que ha creado los anticuerpos necesarios para evitar que la enfermedad le afecte.
Esta parece la opción más factible y ya se intentó con el caso del padre leonés. Además, la profesional sanitaria cuenta con la ventaja de que la enfermedad ha sido detectada a tiempo y está siendo tratada en un hospital preparado. A última hora de la noche de ayer era trasladada al hospital madrileño Carlos III, donde fueron atendidos los dos misioneros por el ébola, que ha provocado la muerte de 3.439 personas, según el último recuento oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con fecha 3 de octubre. Los países afectados, con 7.492 contagios registrados son Guinea, Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Senegal. Liberia es el país con más víctimas mortales, con 2.069, mientras que en Guinea y Sierra Leona se han registrado 739 y 623 muertos, respectivamente.