Policías y forenses estudian las fosas en las que han sido encontrados los cadáveres. :: Y. C. / AFP
MUNDO

México destapa el horror violencia

Hallan varias fosas en las que se sospecha que están enterrados los 43 estudiantes asesinados por policías locales y narcotraficantes

LA HABANA. Actualizado: Guardar
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El conocido México lindo y querido queda para las canciones. El México más bronco, violento y corrupto quedó al descubierto con el hallazgo de varias fosas clandestinas presuntamente vinculadas a la desaparición de 43 estudiantes hace una semana en Iguala (Guerrero), cuando unos 60 alumnos de magisterio fueron atacados por policías locales y por narcotraficantes que, según el gobernador Ángel Aguirre, tienen infiltrados a los uniformados.

Según Iñaky Blanco Cabrera, procurador general de Justicia de Guerrero, «no hay certeza de que los restos hallados sean de los estudiantes. Se realizará una investigación técnica, científica y pericial. Sólo hemos descubierto las fosas y tendremos que esperar los resultados de la investigación». Para los activistas de diversas organizaciones este hecho significa un hito en el nivel de violencia en el país azteca, y demuestra con claridad el vínculo entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado.

Y es que, además, ayer también fueron detenidas 30 personas, incluidas 22 policías y algunos integrantes del cartel 'Guerreros Unidos' con el que algunas informaciones relacionan al alcalde de Iguala, José Luis Abarca. Sostienen que el edil, que está en paradero desconocido, no tiene reparo en apretar el gatillo contra sus enemigos.

Llamamiento humanitario

Fueron las autoridades del Estado las que confirmaron la noche del sábado el hallazgo de las tumbas a las afueras de Iguala, una zona que los vecinos llaman el «cementerio de narcos». Tal es la gravedad de los hechos que la ONU señaló que «coloca lo ocurrido entre los sucesos más terribles de los últimos años y nos compete hacer un llamamiento humanitario a quienes tienen a estas personas retenidas para que respeten su vida, los liberen inmediatamente o hagan posible para que demos con su paradero».

Todo comenzó el pasado viernes, 26 de septiembre. Los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa interrumpieron un acto de la esposa de Abarca y tomaron ilegalmente tres autobuses. Fueron interceptados por la policía, que disparó al aire. Los universitarios salieron en estampida y, mientras explicaban a los periodistas el encontronazo, aparecieron camionetas desde la que les empezaron a disparar a matar. Hubo seis muertos, entre ellos dos estudiantes y un chico de 15 años, jugador de fútbol profesional, que presentaba evidentes signos de tortura: tenía la cara desollada y le habían sacado los ojos.

Viajaba en un autobús del club de tercera división 'Avispones', al que posiblemente confundieron con el de los universitarios. Además de los muertos, decenas de estudiantes seguíam desaparecidos. En un primer momento se pensó que eran 57, pero el líder estudiantil Uriel Alonso Solís, explicó que 14 de ellos «después del tirotero, lograron llegar a sus casas». Seguían sin noticias de 43 de ellos.

Durante una semana, compañeros y familiares se movilizaron para buscarloso. Ayer, con el hallazgo de «restos óseos», se hicieron patentes los peores temores. Uno de los funcionarios que participó en la exhumación lo confirmaba: «son nueve cuerpos. ¿Que por qué el procurador dijo que eran huesos? Porque los quemaron con diésel».