LAS MIRAS CORTAS
Actualizado: GuardarVarias generaciones de periodistas hemos reportajeado el futuro de la imprescindible línea Algeciras-Bobadilla, porque varias generaciones de políticos la han planificado, o reclamado según estuvieran a uno u otro lado de la pancarta. Cada año por los presupuestos, que viene a ser una especie de 'tosantos' de números como castañas (muchas huecas y con gusanos), se decepcionan las esperanzas. A estas alturas la frustración sube y la Consejería de Fomento, hábil, la eleva al Tribunal Europeo, a modo de denuncia contra el Gobierno de España por incumplir reglamentos comunitarios.
Los catalanes, en una alianza de profesionales, políticos y periodistas, pelearon por el corredor mediterráneo y lo consiguieron. Defendían el puerto de Barcelona, porque saben de su importancia para 'su' economía. Los andaluces tenemos en Algeciras el punto crítico de los dos corredores, el central y el mediterráneo, además del mayor puerto del sur de Europa, que ha sabido hacer frente a la amenaza de Tánger-Med con holgura, y no atinamos a concebir su potencial común. Sólo pensamos en si el puerto de cada una de nuestras provincias queda mejor o peor posicionado. Entre tanto, pasan los años y vamos perdiendo oportunidades, mientras otros, Levante y Cataluña, se benefician. Ni el agravio moviliza.
De la denuncia y del debate público del caso sólo sale la medida de la cota que ha alcanzado nuestra política. El Gobierno ha respondido, por boca se su delegada, Carmen Crespo, que 50 millones consignados este año, para una inversión total de 1.153 millones de euros, es una cifra «considerable». Tal cual. El PP andaluz emplaza a Susana Díaz a «denunciarse a sí misma» por incumplir las promesas en infraestructuras. Y ya está. A otra cosa.
¿Dónde queda el sentido de Estado, o de país, o el sentido común? La política como frontón deja la casa sin barrer y engrosa la lista de trenes perdidos. Mientras, el paro sigue subiendo. Y el año que viene, allá por presupuestos, entonaremos un lamento más.