La Iglesia abre una gran batalla interna por el cambio en ética sexual
Comienza el sínodo sobre la familia, un choque entre innovadores y conservadores que dirá hasta dónde llegará la revolución de Francisco
ROMA. Actualizado: GuardarLos sínodos, teóricamente importantes para la vida de la Iglesia, se han ventilado en los últimos años como eventos internos sin ningún eco ni efecto exterior. Pero esta vez va a ser distinto y está concitando una expectación inusitada. La revolución de Francisco pasa por el primer sínodo de su pontificado, dedicado a la familia, que comienza hoy y concluye el día 19. Es la primera puesta en escena a gran escala del contraste entre innovadores y conservadores dentro de la Iglesia. Hacía mucho tiempo que no ocurría con tanta claridad.
Lo que está en discusión, y por eso Francisco ha elegido este tema, es todo el abanico de cuestiones de doctrina sexual que rodean a la familia y componen el mayor punto de desentendimiento actual entre fieles, sociedad en general, y jerarquía: divorcio, anticonceptivos, homosexualidad, fecundación artificial... El Vaticano envió en 2013 un audaz cuestionario con 38 preguntas sobre estos temas a las diócesis y, por primera vez, también los fieles podían participar con sus respuestas. El Papa quería una radiografía de la realidad, salir del ensimismamiento que censura en la Iglesia. La concibe como 'hospital de campaña', que debe acoger a todos y centrarse en la misericordia, no en los preceptos.
Bergoglio cree que debe cambiar algo, pero antes quiere escuchar. A este sínodo seguirá otro el año que viene sobre los mismos asuntos, una innovación en busca de la colegialidad, la democracia interna pendiente desde el Concilio. Las conclusiones finales ayudarán al Papa a tomar decisiones, aunque al final decidirá él solo. Será un buen banco de pruebas para saber hasta dónde llegará realmente Bergoglio con esta apuesta por el gobierno compartido. En cualquier caso que nadie espere vuelcos radicales de doctrina, como una apertura al preservativo. Corresponderá a Francisco medir el alcance de este paso adelante.
El fenómeno más interesante que ha desencadenado el sínodo es la vistosa reacción del ala conservadora de la Iglesia. El símbolo de una batalla que, en realidad, es muchísimo más amplia. Es un primer movimiento de cambio: la posibilidad de permitir la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. Ahora está prohibida. Lo que piensa el Papa a priori se sabe o se imagina.
En este pulso, Francisco también ha lanzado señales. Hace dos semanas casó en persona a 20 parejas, algunas ya parejas de hecho o con hijos de uniones anteriores. «Basta con peleas y facciones», dijo a los obispos la semana pasada.