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Escila y Caribdis

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Un amigo particularmente culto siempre que menciona las elegantes torres del Estrecho de Puntales les atribuye los nombres de dos monstruos que como otros tantos dificultaron el viaje de Ulises para regresar a Ítaca. Se trata de Escila que habitaba en los acantilados, y de un peligroso remolino llamado Caribdis, ambos en el Estrecho de Messina, por eso las torres que jalonan ese brazo de mar han sido conocidas por tales seres mitológicos. Resulta exagerado comparar el estrecho italiano con el espacio de aguas serenas que divide la laguna gaditana en dos lóbulos, la Bahía exterior abierta al océano y la interior caracterizada por su alto valor biológico. El Estrecho de Messina une los mares Tirreno y Jónico, separa Sicilia de la Península italiana y tal vez a causa de los monstruos contiene aguas turbulentas, como prueba el maremoto que en 1908 produjo más de cien mil víctimas y cuantiosos daños materiales en las costas calabresas y sicilianas. Sin embargo allá también disponen de un puente y dos torres, éstas muy relacionadas con las de Puntales. Son más altas, 220 metros frente a los 150 metros de las nuestras y se encuentran fuera de uso pero protegidas como bien patrimonial. La siciliana puede visitarse como mirador para la contemplación del Estrecho.

Cuando en los años cincuenta el INI decide construir un cruce sobre la Bahía de Cádiz, para suministrar a la red peninsular el fluido eléctrico que produce la Central Térmica de Puntales, llega a un acuerdo con el Ente Nazionale Idrocarburi italiano que por entonces levanta las torres de Messina. Habían sido proyectadas por el ingeniero Arturo Danusso, con la colaboración de Alberto Mario Toscano a quien le encargan el proyecto de Cádiz, y se distingue la diferencia entre autores. Toscano se inspira en la Torre Shújov de Moscú, pero mejora la malla del ruso al simplificarla, alzando dos elegantes pináculos de elevado fuste único cuyas proporciones coinciden con el canon de la columna jónica. El INI encarga la dirección a un personaje particularmente simpático e inteligente, Remo Scalla. Cuentan que cuando años después trabajaba en el cruce del río Orinoco, ante las reservas de sus colaboradores exclamó: «tranquilos, ya cruzamos Messina y Cádiz».