Un vigilante germano le pisotea la cabeza a un refugiado. :: AFP
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Guardianes alemanes y a la vez verdugos

Personal de seguridad con antecedentes penales maltrató y abusó de refugiados en tres residencias de Renania del Norte Westfalia

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Malos tratos, vejaciones y humillaciones que recuerdan inevitablemente al escándalo de la cárcel iraquí de Abu Ghraib, donde militares estadounidenses abusaron hasta la tortura de los prisioneros hace más de diez años. Como en la imagen tomada con un teléfono móvil en la que se aprecia a un joven maniatado e indefenso en el suelo mientras un uniformado le pisa la cabeza. La fotografía, a la que se suman otras y una grabación de vídeo, se hizo recientemente en la residencia alemana para refugiados de Burbach, un antiguo cuartel militar, en el Estado federado de Renania del Norte Westfalia. Ayer, además, se supo que no se trata de un caso aislado.

En al menos otras dos localidades del mismo Estado, en Bad Berlebuch y Essen, el personal de seguridad ha maltratado en reiteradas ocasiones a aquellos a los que debía proteger. La Justicia ha abierto ya sendos sumarios contra seis guardias de seguridad y las autoridades germanas han comenzado a interrogar a centenares de refugiados para conocer el alcance del escándalo.

La primera ministra del Land, Hannelore Kraft, expresó su «vergüenza» ante el hecho de que sus funcionarios no hubiesen controlado más exhaustivamente a las empresas privadas que son contratadas para velar por la seguridad de las residencias de refugiados. La víctima de la imagen que desató el escándalo es un joven argelino de 20 años que ha solicitado asilo político en Alemania. Los seis guardias que serán procesados por malos tratos trabajaban para la empresa de seguridad SKI, que había sido seleccionada a su vez por la firma de servicios European Homecare para encargarse de proteger la residencia de refugiados de Burbach.

La polémica no ha hecho sino acentuarse tras conocerse que dos de los seis guardias investigados tienen antecedentes penales por estafa, lesiones físicas y tráfico de estupefacientes. En el foco de las críticas se encuentra European Homecare, que gestiona seis de las catorce residencias de refugiados de Renania del Norte-Westfalia y otras muchas instalaciones similares en Alemania desde hace 25 años, por su política de contratación del personal de seguridad. Dicho Estado se vio obligado a contratar sus servicios ante el fuerte incremento de la llegada de refugiados, que ha acabado por desbordar las posibilidades de organizaciones humanitarias como Cáritas.

Las imágenes del escándalo, fotos y vídeo, fueron tomadas por el propio personal de seguridad que ahora es investigado. La Fiscalía de Siegen, encargada del caso, ha señalado que las humillaciones, vejaciones y malos tratos registrados no son casos aislados y que los autores de las mismas se enviaban entre ellos por mensaje las pruebas gráficas de sus abusos. En los teléfonos móviles ocupados a los sospechosos se encontraron copias de las mismas.