El nuncio arrestado en el Vaticano tenía 10.000 fotos y vídeos pederastas
El obispo destituido en Paraguay por encubrimiento en otro caso ataca al Papa y dice que «tendrá que rendir cuentas a Dios»
ROMA. Actualizado: GuardarEl escándalo del exnuncio de la Santa Sede en República Dominicana, el polaco Jozef Wesolowski, acusado de pederastia y arrestado el martes en el Vaticano en una decisión histórica del Papa, no hace más que crecer. La investigación ha revelado que poseía más de 100.000 fotos y vídeos de pornografía infantil, más otros 45.000 que ya había cancelado. En concreto, 130 películas y 86.000 imágenes estaban en un ordenador de la nunciatura propiedad de la Santa Sede, y el resto, en el portátil que el arzobispo llevaba con él cuando viajaba. Los archivos están clasificados según sus características y en ellos se ve a menores entre 13 y 17 años, sobre todo niños, pero también niñas.
Según reveló ayer el Corriere della Sera, que ha tenido acceso al sumario del fiscal de la Santa Sede, son imágenes y filmes descargados de internet y también fotografías que han llegado a poder del prelado porque, o bien las ha tomado él mismo, o conoce a sus autores, o las ha obtenido mediante intercambio de correos electrónicos. Por eso la investigación, en colaboración con las autoridades dominicanas, sigue adelante para descubrir posibles cómplices, porque todo apunta a que el nuncio formaba parte de un círculo de pederastas. Es más, se sospecha que podía integrar una red internacional. Un cómplice ya detenido en junio de 2013 era su diácono, Francisco Javier Occi Reyes, que luego denunció a Wesolowski a las autoridades vaticanas.
Ahora se empieza a mirar con lupa toda la carrera del nuncio. Antes de llegar a Santo Domingo en 2008 había sido diplomático en muchos países, donde podría haber cometido idénticos crímenes y quizá habría otras víctimas. Ha pasado por África, Costa Rica, Japón, Suiza, India, Dinamarca, Bolivia y varios países de Asia Central.
Persecución
El otro frente abierto esta semana en los escándalos de pederastia en el clero, la destitución de un obispo de Paraguay por encubrir a su vicario acusado de estos delitos, ha tenido un capítulo sorprendente. Rogelio Livieres, el prelado apeado de su cargo, no lo ha encajado bien y ha expresado en público su desacuerdo con la medida. Es una reacción totalmente excepcional, y para encontrar algo parecido habría que remontarse a las sanciones de los ochenta contra representantes de la Teología de la Liberación. Ante una orden del Papa normalmente un obispo obedece y calla. Pero Livieres, miembro del Opus Dei, dice no y hasta cuestiona a Francisco: «Como hijo obediente de la Iglesia acepto esta decisión, por más que la considero infundada y arbitraria, y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios». El Vaticano no quiso comentar ayer estas palabras.
Las polémicas que rodean a Livieres no se limitan al presunto encubrimiento de su auxiliar, el cura argentino Carlos Urrutigoity. Se ha enfrentado a parte del clero local por su estilo y sus decisiones, y es acusado de irregularidades financieras. Sin embargo él considera que ha sido víctima de «una persecución ideológica», sin posibilidad de «una legítima defensa» y que ha sufrido un «anómalo proceso». El hasta ahora obispo de Ciudad del Este, que está en Roma, lamenta que no haya podido hablar con el Papa para explicarse, «a pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales».