El Gobierno acepta que la retirada de la reforma del aborto tendrá un coste electoral
Mariano Rajoy se ratifica en que la decisión que tomó fue la mejor solución para evitar «la división social»
MADRID. Actualizado: GuardarEl Gobierno y el PP comparten que la decisión de Mariano Rajoy de retirar la reforma de la ley del aborto impulsada por Alberto Ruiz-Gallardón tendrá un coste para el partido en las citas electorales del próximo año. Pero será un precio asumible, dicen los populares, porque la hemorragia de votos se circunscribirá al sector más conservador, el de menor peso numérico entre el electorado. De haberse mantenido y aprobado el proyecto, el impacto hubiera sido más contundente entre los simpatizantes moderados y el sufragio del centro es el que sustenta las victorias electorales.
Rajoy llegó ayer a Shanghai, primera etapa de su periplo por China y no quiso hacer comentarios, pero fuentes de su entorno explicaron que está «tranquilo» y convencido de que ha tomado «la mejor decisión, la que menos divide a la sociedad». También está satisfecho, según el entorno del presidente, del relevo en el Ministerio de Justicia porque se ha hecho rápido para despejar «cualquier incertidumbre». Para Rajoy, el asunto está liquidado y ahora hay que «rematar» los cambios en la ley referidos a las menores y el plan de apoyo a la familia.
La serenidad de Rajoy contrastaba con la inquietud de algunos altos dirigentes del PP y también miembros del Gobierno con las consecuencias políticas de la decisión presidencial. El más claro fue el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que alertó de que la retirada de la reforma «tendrá un coste» para el PP en las elecciones.
Otros dirigentes del partido gubernamental también compartían ese diagnóstico y apuntaban que esta decisión «va a hacernos más daño que Bolinaga» en las urnas. Se referían a la excarcelación por su grave enfermedad del etarra, Josu Uribetxebarria Bolinaga, uno de los secuestradores de José Antonio Ortega Lara, cuya puesta en libertad fue muy criticada por las asociaciones de víctimas.
El presidente del Gobierno tuvo que optar por atender a su electorado más conservador o al más moderado, y optó por el segundo. En el PP recuerdan que los análisis postelectorales constataron una deserción del voto menos radical en los comicios europeos de mayo y que las encuestas señalaban que el 40% de los simpatizantes del partido rechazaban el proyecto de Gallardón, un porcentaje que se disparaba hasta el 60 o 70% entre los jóvenes.
Los estudios del PP coincidieron bastante con el sondeo postelectoral europeo del CIS, que comprobó que los populares tuvieron una fidelidad de voto del 70% respecto a los comicios de cinco años antes. Casi el 30% de los votantes del PP se abstuvieron el 25 de mayo pasado y hubo pequeñas fugas entre los que acudieron a votar hacia UPyD, Ciudadanos, PSOE y hasta Podemos. Por definición ideológica, según el CIS, la abstención fue más pronunciada entre el votante del PP más moderado mientras que el más conservador fue menos crítico. Una conclusión a la que también llegaron los informes que hizo llegar el sociólogo Pedro Arriola a Rajoy y que diseccionó con preocupación la dirección del partido.
La opción menos mala
El reciente acercamiento de UPyD y Ciudadanos, menciona otro dirigente del PP, tampoco es una buena noticia para el partido gubernamental porque puede desembocar en un entendimiento atractivo para los sectores centristas de su electorado, ahuyentados por una reforma del aborto, a sus ojos, excesiva.
Rajoy, por tanto, tuvo que elegir entre dos decisiones malas y optó por la que considera que será menos mala para los intereses del PP. En la Moncloa, además, minimizan el impacto que tendrá en última instancia la retirada del proyecto entre el votante más a la derecha. Se reconoce que habrá un primer momento de indignación y malestar, pero algunos análisis del PP, y también del Gobierno, consideran que habrá una reconciliación porque, por una parte, no hay ningún partido a la derecha del PP con el suficiente atractivo electoral, sobre todo tras el descalabro de Vox y sus fracturas internas con menos de un año de vida. Por otra, aducen, la recuperación de la economía también tendrá un efecto balsámico.
En la Moncloa y en la calle Génova de Madrid no esconden que las nutridas manifestaciones del último fin de semana de los grupos antiabortistas son un dato nada despreciable, aunque confían en que una vez que pase la tormenta las aguas vuelvan a su cauce aunque la palabra de Rajoy haya quedado más que en entredicho. El presidente del Gobierno siempre se mostró como firme defensor del proyecto y aseguró varias veces, la última en mayo, que no iba a retirarlo.
Los miembros del Ejecutivo y los dirigentes del PP, entretanto, se deshicieron ayer en elogios al dimitido Gallardón. La vicepresidenta y ministra de Justicia en funciones Soraya Sáenz de Santamaría, una de las más beligerantes con el texto, alabó la «gran visión política» de su excompañero de gabinete y aseguró que había «aprendido mucho» de él. Otorgó las mismas virtudes ópticas al Rafael Catalá, el sucesor de Gallardón, porque también tiene «mucha visión» y es una persona «seria y solvente».