Sociedad

La última ilusión de Ana María Matute

Se publica 'Demonios familiares', la novela póstuma con la que la narradora y académica cerró su ciclo narrativo sobre la Guerra Civil

MADRID. Actualizado: Guardar
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Con veinte años Ana María Matute publicó el relato 'El chico de al lado' en la revista Destino. Fue a finales de 1947. Casi setenta años después el sello Destino publica 'Demonios familiares', novela inacabada y póstuma de la académica y premio Cervantes escrita con la misma ilusión de aquel relato fundacional. Cerró Matute con ella el ciclo narrativo sobre la Guerra Civil abierto con 'Primera memoria' y 'Paraíso inhabitado'. Autora crucial en las letras españolas del último siglo, trabajó hasta un mes antes de su muerte en este texto que nos devuelve su talento «en estado puro, con todo su universo y obsesiones», según señalaron el hijo y albacea de la narradora, Juan Pablo Goicoechea; la «amiga del alma» de la autora durante 30 años, María Paz Ortuño, Almudena Grandes y Víctor García de la Concha.

El hijo, la profesora y colaboradora de Matute, la escritora y el director del Instituto Cervantes presentaron ayer junto a los editores -Silvia Sesé y Emilio Rosales- esta inacabada historia con el trasfondo de la Guerra Civil. La protagoniza Eva, una joven novicia que en julio del 36 regresa a su casa en una pequeña ciudad del centro de España tras la quema de su convento.

No será lo último que se publique de la autora de 'Los hijos muertos', 'Olvidado Rey Gudú' o 'Los Abel'. Reconoce su único hijo que «no hay otra novela, pero sí algunos papeles con cosas muy interesantes en los que trabajamos con Paz Ortuño y que irán apareciendo poco a poco».

Asegura Ortuño que Ana María Matute «sabía bien que con su última novela cerraba el ciclo que abrió con 'Paraíso inhabitado'». «Era tan consciente que no quiso escribir más», dijo. Realizó sus últimas correcciones a finales de mayo, apenas a un mes de su fallecimiento el 25 de junio, «dejándonos este regalo escrito con la misma ilusión que se apoderaba de ella en los cuentos que escribía con cinco años».

'La Matute' escribió «como siempre, con su indesmayable ilusión infantil, en la máquina Brother que había cambiado por su vieja Olivetti». «Le divertía ver cómo se imprimían las palabras tanto como el tacto del papel», evoca Ortuño, encargada luego de transcribir el texto en un ordenador. Las guardas del libro, con originales de la novela, demuestran cómo Matute «tachaba y corregía sin desmayo». «Sobra algo; menos es más, o voy a cambiar adjetivos» eran frases recurrentes de la autora y «muestra de su genialidad», según su muy próxima colaboradora.

Y 'Menos es más' se titula el texto de Ortuño que cierra el libro describiendo «el calvario y la alegría» que 'Demonios familiares' supuso para la ganadora del Premio Cervantes 2010. A ella se entregó hasta casi el último aliento «cuando su débil condición física era su verdadero demonio tras sufrir caídas, padecer problemas intestinales y vértigos, pero sin renunciar a su compromiso con la literatura». «Estuvo a punto de titularla 'Vértigo'», explica Ortuño para evocar el carácter jocoso y juguetón de la escritora hasta en los momentos más duros. «Disfrutó de la manera más pura hasta el último aliento con este texto que es Matute en estado puro», y lo hizo de nuevo en torno a obsesiones «como la falta de comunicación, la incomprensión o la vida entre muros de silencio, rencores no curados y traiciones familiares».

Para Ortuño el carácter inconcluso de la novela no le resta un ápice de interés. 'El arte de la fuga', una de las mejores obras de Bach, está inacabada. Los músicos cuando la interpretan dejan de tocar en la última nota que compuso, nadie le ha añadido nada, y no hace falta», concluye en el epílogo. Pere Gimferrer evoca en el prólogo otras genialidades inconclusas de Kafka, Marx, Proust, Buñuel o Víctor Erice para sostener que todo en este libro «es real, pero no necesariamente realista; verdadero muy hondamente, pero no necesariamente verídico o veraz como una crónica...». «Todo ello en ella es muy de verdad, pero esta verdad se encuentra en ella misma», dice el poeta, que halla en estas páginas a «toda Ana María Matute».

Almudena Grandes, temprana admiradora de Ana María Matute, la reconoce como una «fabuladora frenética, ejemplar y admirable». La escritora barcelonesa fue para Grandes «una/o de los grandes de las letras españolas del siglo XX y excepcional en su generación». «Su ambición y la conciencia de una mujer que no estaba vinculada a ninguna gran familia española avalan su coraje, su valentía, su honradez y su coherencia». Desea Grandes que esta póstuma novela «procure nuevo lectores a títulos como 'Los hijos muertos', que tiene por «la mejor novela del siglo XX» y que «quizá quedó condenada al desconocimiento por sus grandes novelas fantásticas».