ESPAÑA

«En la política tienes que estar preparado para la soledad»

Gallardón se despide sin querer hacer sangre y con la alegría de «haber transformado la realidad»

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Fue la peor media hora de su dilatada carrera política. La del anunció de su dimisión. El final del camino tras 20 años entre cargos de máxima relevancia institucional y diez más dando la batalla en la oposición municipal de Madrid, cuando apenas era un bisoño veinteañero que rivalizaba contra todo un coloso al que idolatraba, el socialista Enrique Tierno Galván.

Minutos antes de su comparecencia, la risa nerviosa y las caras largas de sus asesores salientes anticipaban la dimisión. El fin de ciclo fue en una sala del Palacio de Parcent de Madrid, una de las sedes del ministerio. Alberto Ruiz-Gallardón entró pasadas las 17:30 horas. Un leve retraso provocado por las pertinentes llamadas de preaviso que hizo, entre otros, el presidente del Poder Judicial, Carlos Lesmes.

Le seguía su más estrecha cohorte de colaboradores, apenas cinco personas, y su hijo pequeño Ignacio, único representante familiar en el adiós de su padre.

En esta misma habitación, un 23 de febrero de 2009, Mariano Fernández Bermejo abandonó su cargo como ministro de Justicia socialista tras una cacería con el juez Garzón en pleno estallido del 'caso Gürtel'. Gallardón hizo lo propio con un asunto menos estético pero socialmente muy sensible, con el se había significado «personalmente» hasta que no fue «capaz» de sacarlo adelante: la reforma de la ley del aborto.

Comenzó su despedida asegurando que tras 30 años en la política no se iba con «dolor» y destacó el agradecimiento hacia el Gobierno, su partido y, en especial, a las personas anónimas que se le acercan en alguna ocasión para decirle «gracias» por lo que estaba haciendo. «Agradezco mucho estos gestos de cariño, porque en la política tienes que estar preparado para la soledad», afirmó.

Con un tono elegante, evidenciando cierto nerviosismo en el tintineo de sus piernas y las manos agarradas al atril, Gallardón señaló que no se iba con ningún recuerdo negativo «para nada y nadie». «Si alguien se ha sentido molesto, herido o injustamente tratado pido personal y públicamente perdón porque jamás he tenido intención distinta que discutir ideas, pero jamás descalificar a personas ni entrar en supuesto de confrontación personal», relató.

«No debo nada a nadie»

La política, en su opinión, a veces te da satisfacciones y otras te las quita, pero «te da extraordinarias oportunidades de estar cerca de la gente». «Como político es inconmensurable haber podido transformar la realidad», enmarcó antes de zanjar con un sonoro: «Me voy sin deber nada a nadie». Una frase redonda para cerrar página.

No obstante, la intervención volvió al principio, al origen de su abandono de la política. Y el exministro reiteró que la reforma de la ley del aborto se trató de un encargo «personal» que tuvo su final tras anunciarle Rajoy su retirada el pasado viernes. Aquí es donde Gallardón dejó entrever las «diferencias» con el presidente y su equipo de asesores, liderados por Pedro Arriola.

Habían pasado 20 minutos de la intervención. Bebió un trago de agua y contó que a mediados de julio pensaba que el proyecto saldría adelante, pero a finales de ese mes «se introdujeron elementos distintos en la reforma» que cambiaron todo. «Entonces constaté que estaba un escalón por debajo de lo que pensaba el presidente, que con su equipo tenía quizá más elementos de decisión», afirmó.

Pasó agosto, llegó septiembre y el pasado viernes Rajoy le comunicó que la reforma se caía. La decisión de irse ya estaba tomada.

Como colofón, Gallardón recordó su paso por la política y la memoria de su padre Jose María y de Manuel Fraga. También la «absoluta lealtad» a Mariano Rajoy y su agradecimiento por darle la oportunidad de ser ministro. «Ya dije que después de esta etapa dejaría la política», recordó. Dobló sus papeles en cuatro, los metió en el bolsillo y se fue abrazando a sus colaboradores, muy emocionado.