José María Guelbenzu, autor de 'Nunca ayudes a una extraña'. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
Sociedad

José María Guelbenzu cree que «una orgía de violencia se adueña de la novela negra»

Judicatura y periodismo echan un pulso en su última obra 'Nunca ayudes a una extraña', séptima intriga de la jueza Marina de Marco

MADRID. Actualizado: Guardar
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En la novela negra no cabe todo. No es un cajón de sastre ni ese género elástico y maleable «ideal para la denuncia social». Lo dice José María Guelbenzu (Madrid, 1944) veterano editor, crítico y narrador que se apuntó ya en la madurez a un género que idolatra como lector pero que cree maltratado por muchos de sus últimos cultivadores nórdicos y americanos. «La novela negra huye hacia delante para entrar a lo bestia en lo psicopático y lo sanguinario», lamenta el escritor, en cuya nueva intriga se libra un interesante pulso entre el poder judicial y la prensa cargado de tensión sexual.

Cree Guelbenzu que el patrón clásico se ha hecho añicos y en la novela negra ha dejado de tener importancia la intriga o la identidad del asesino, en una creciente «orgía de violencia que se adueña del género» en una tendencia que juzga «lamentable». Sostiene además que en España la «muy dañina» tendencia a la denuncia de la novela negra «es el refugio de escritores mediocres, incapaces de defenderse en otros ámbitos narrativos». Lanzó Guelbenzu su pesimista análisis al presentar su última aportación al 'noir' ibérico, 'Nunca ayudes a una extraña' (Destino), nueva entrega de su atípica jueza Mariana de Marco. «Lo que hay en esta novela es un juego de poderes», dice el escritor que, tras un arranque muy clásico en el género, un encuentro en un tren, hace chocar como dos furiosos convoyes a sus protagonistas.

De un lado Javier Goitia, periodista de investigación en horas bajas y despedido de un gran grupo editorial, que se verá envuelto en un violento torbellino al auxiliar a una mujer presuntamente violada. Del otro la jueza De Marco, en cuyo juzgado aterriza el caso del suicidio y violación de una conocida dama.

Son dos caracteres muy fuertes que se atraerán o rechazarán. «Ella es una profesional eficaz, concienzuda y una mujer atractiva que se granjea tanta admiración como enemistades. Él es un tipo inteligente e interesante que se ha quedado prendado de la jueza», explica.

Es la séptima entrega de una saga que Guelbenzu concluirá cuando publique la décima. El escritor se puso ese límite «un poco arbitrariamente y un poco en homenaje a Maj Sjöwall y Per Wahlöö», la pareja sueca que publicó entre 1965 y 1975 diez novelas protagonizadas por el inspector Martin Beck, a los que se atribuye hoy la paternidad de la novela negra contemporánea.

La díscola, elegante e irreductible jueza se coló entre el imaginario y los papeles de Guelbenzu en 2001. Sufría cierto cansancio intelectual que derivó en un «atasco monumental» y se propuso abordar algo «menos exigente» y distante de sus formulaciones literarias más densas.