Borja Cobeaga, director de la comedia 'Negociador', posa en un café de San Sebastián. :: LOBO ALTUNA
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«En Euskadi apostar por el diálogo ya implica posicionarse ideológicamente»

El autor de 'Ocho apellidos vascos' dirige 'Negociador', una inteligente comedia sobre las negociaciones de Jesús Eguiguren con ETA Borja Cobeaga Director de cine

SAN SEBASTIÁN. Actualizado: Guardar
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Borja Cobeaga (San Sebastián, 1977) se ha atrevido a mostrar el absurdo del 'conflicto vasco' a través de una comedia que fabula sobre las conversaciones que Jesús Eguiguren mantuvo con ETA. Ramón Barea encarna al político en una aguda cinta que el autor de 'Ocho apellidos vascos' presentó ayer en Zabaltegui y con la que regresa a la dirección tres años después de 'No controles'.

-'Negociador' es una comedia sin chistes.

-Tiene algo de película de espías de andar por casa. Y de 'road movie', porque el protagonista viaja a Francia a negociar con ETA. Y de 'thriller' político. Era muy importante pillar el tono de comedia donde no existiese el gag ni el cálculo de tres risas por minuto. Es una película muy tristona, melancólica. Una comedia bajonera.

-¿Puede jugar en su contra el éxito de 'Ocho apellidos vascos'?

-Sí. Va a desconcertar, aunque hayamos sacado un póster bastante más dramático. Si esperas algo tipo 'Vaya semanita' también te va a decepcionar por completo. El éxito en este caso puede ser una desventaja.

-Tampoco es similar a '8 apellidos vascos' en cuanto a coste y lanzamiento.

-No. Está hecha con cuatro perras, y lo digo sin mostrar orgullo, porque me hubiera encantado hacerla con el triple de presupuesto. Pero quise tener control total tratando este tema. Viví la experiencia de que Telecinco se interesara por 'Fe de etarras' y después vi sus dudas, que me parecieron muy razonables.

-¿Si 'Negociador' va bien resucitará el proyecto de 'Fe de etarras'?

-Ya hay gente interesada en ella y la acabaremos haciendo, Diego San José y yo le tenemos mucho cariño a esa historia. Lo que más me preocupa es acabar harto del tema. Hay muchas historias que contar del conflicto vasco.

-'Negociador' habla del absurdo de los hechos trascendentes. Detrás de los grandes acontecimientos hay personas y todo depende a veces de una tontería.

-Eso es. El factor humano pesa mucho. Algo que supuestamente está lleno de cosas oscuras e intrigas depende de cómo ha dormido un tipo y de lo que ha comido. Esta película habla de un fracaso, porque aquella negociación no fue la definitiva.

-No hay un final feliz.

-Bueno, lo tiene en cierto modo. Hay un momento en que todo va mal, cuando 'Thierry' aparece en escena. Pero la película cuenta que, al fin y al cabo, aquel proceso de algo sirvió.

-¿Es un héroe el protagonista?

-No. Es alguien obsesionado por una cosa y muy teledirigido. El personaje obviamente tiene como referencia a Jesús Eguiguren. Y él siempre dice que cuando empezó las negociaciones estaba muy preparado. Había más voluntad que heroísmo. En su inicio el guion era más cínico pero Ramón Barea ha dotado al personaje de humanidad y ternura, porque él no puede evitar ser así.

-El detonante de 'Negociador' es cuando usted ve a Eguiguren en el programa de Jordi Évole absolutamente tocado.

-Me llamó la atención cómo un proceso así podía dejar tocada a una persona. Lo veías en su mirada. Lo que has vivido y visto al final te acaba afectando. Yo he preferido centrarme en la fase inicial de ilusión, aquí no aparece la decepción.

-¿Va a enseñarle la película a Eguiguren?

-No le hemos invitado, pero me encantaría que la viese. Si lo hace, me gustaría que pensase que es solo un punto de partida, que ese de la pantalla no es él. Aunque no sea una crónica real, la sensación general es que todo debió de ser algo así, humano y chapucero.

-¿Le asusta haber hecho la primera comedia sobre ETA?

-Más que la cuestión política me preocupa la cuestión cómica. Es una comedia que tiene como eje el conflicto vasco, eso es así. Pero me inquietan más las expectativas de que se espera una 'Vida de Brian' que mueva la carcajada.

-¿Le preocupa ofender a alguien?

-La única cuestión ideológica que defiende la película viene en el póster: '¿Qué problema hay en hablar?'. Apuesta por el diálogo, que en Euskadi ya implica posicionarte ideológicamente. Somos muy cínicos, si nos preguntan por las FARC o el conflicto árabe-israelí diríamos que hay que dialogar. Pero de lo nuestro. Desde fuera somos capaces de discernir y de tener el sentido común para apostar por el diálogo como único camino, yo no puedo concebir que alguien no esté a favor de él.