Draghi pide estímulos fiscales ante el estancamiento de la EurozonaBruselas ensalza la agenda reformista aprobada por España
El presidente del BCE reitera su voluntad de seguir con los estímulos monetarios y exige a los países que impulsen reformas estructurales
BRUSELAS. Actualizado: GuardarMario Draghi, cansado de escuchar reproches de una clase política dividida e incapaz de dar un paso al frente, ha asumido sin tapujos el rol de líder europeo llamado a intentar sacar de la crisis a un Viejo Continente que coquetea peligrosamente con una tercera recesión en seis años. 'Súper Mario', el presidente del BCE, compareció ayer en la Eurocámara para advertir por enésima vez de que «la Eurozona está perdiendo impulso» -en el segundo trimestre creció al 0%- y recordar que no existen varitas mágicas, que la recuperación sólo llegará con la combinación de medidas monetarias, reformas estructurales y estímulos fiscales. Y en este último capítulo, el banquero italiano fue tajante: «Hay que bajar impuestos, impulsar las inversiones productivas y reducir las elevadas tasas de gasto público no productivo».
Sí, bajar la carga tributaria, lo contrario de lo que han hecho numerosos Estados miembros durante la crisis obligados a cuadrar los estrictos objetivos fiscales fijados desde Bruselas. No es una contradicción. Draghi sigue creyendo a pies juntillas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento -la biblia que consagra la hoja de ruta del déficit para rebajarlo del 3%- pero cree que para cumplir los objetivos, bastaría con podar la administración pública o al menos, hacerla más eficiente para ahorrar ese dinero que se pretende captar por la vía del contribuyente. Así lo volvió a señalar ayer cuando recordó que el BCE ha hecho mucho para aliviar a los países de la crisis provocando un descenso en las primas de riesgo que se han traducido en un sustancial ahorro en el pago de intereses de la deuda». «¿Y dónde está ese dinero? Pues algunos sí han hecho inversiones productivas pero otros lo han destinado a sufragar su gasto corriente», criticó.
Siempre cauto, eludió señalar a los culpables. No habló de Francia, pero recalcó que «socavar el Pacto de Estabilidad, que ya ofrece cierta flexibilidad, es socavar la confianza para lograr la recuperación»; no se refirió a Alemania, pero recordó que los países «con margen fiscal deberían acatar las recomendaciones del Consejo» (más inversión pública, subida de salarios, reducir el abultado superávit comercial...); y tampoco habló de Italia, pero señaló que sin reformas estructurales no habrá recuperación, que son «más importantes que la política monetaria del BCE». De España, ni mención, pero llamó a seguir con el afán reformista incluso en los lugares donde se ve que «la situación está mejorando».
Para el máximo responsable del Banco Central Europeo, la salida de la crisis, de llegar, lo hará de la mano de la política. Él y pese a la férrea oposición alemana, ya ha puesto casi toda su carne en el asador. Bajada de tipos histórica, dos nuevas barras libres de liquidez (TLTRO) que este año inyectarán hasta 400.000 millones, la inminente compra de titulizaciones... Todo ello para intentar que el crédito vuelva a llegar a la economía real, sobre todo a las pymes. «Aún es pronto para cuantificar y valorar el impacto de las nuevas medidas que hemos adoptado desde junio, pero parece que han tenido una buena acogida en los mercados», recalcó.
Reactivar el crédito
Quizá sí en aspectos como el descenso de las primas de riesgo o la subida de las bolsas europeas, pero no tanto en lo referido al gran problema que sufre el Viejo Continente: la falta de crédito. Pero ayer y pese a lo dicho por todos los analistas internacionales, el banquero italiano aseguró que el resultado de la primera subasta de TLTRO «está dentro del rango esperado». Se 'regalaron' 400.000 millones al 0,15% y sólo se captaron 82.600 cuando las previsiones hablaban incluso 150.000. La segunda subasta de diciembre y los inminentes test de estrés a la banca parecen estar detrás de esta apatía. Estas inyecciones de liquidez, barruntó, «actuarán como una herramienta poderosa para reforzar la transmisión de política monetaria y facilitar nuevos flujos de crédito a la economía real».
Muchos eurodiputados, en el turno de preguntas, criticaron a Draghi por esta política, pero éste recordó que el «sistema es el que es, que en Europa el 80% de la financiación se hace a través de los bancos (en EE UU, el 30%)» y que su cometido es conseguir que ese dinero llegue a la economía real.
En Bruselas y menos en lo económico, no existen las casualidades. O quizá sí, pero ayer, en un día en el que Mario Draghi acudía a la Eurocámara y en el que el primer ministro francés, Manuel Valls, visitaba a la canciller alemana, Angela Merkel, la Dirección General de la Comisión Europea colgó un informe en su página web con una conclusión clara y contundente: las reformas estructurales, esas que a París intenta minimizar, son un acicate para la recuperación económica. Un prolijo informe de 84 páginas que compara la evolución de este tipo de medidas en España, Italia, Grecia y Portugal y que destaca sobremanera la agenda reformista impulsada por el Gobierno de Mariano Rajoy. «En los últimos años España ha aplicado una ambiciosa reforma estructural para mejorar su crecimiento potencial a medio y largo plazo», reza el texto. No obstante, pide otro impulso político para reformar, por ejemplo, los servicios profesionales.