Papa se enfrenta al EI y les acusa de escudarse en Dios para usar la violencia
TIRANA. Actualizado: GuardarEl breve viaje de ayer del Papa a Albania, de ida y vuelta en el día, había cobrado interés por las barbaridades del autoproclamado califato de Siria e Irak, el Estado Islámico (EI), y sus amenazas a Occidente, que incluyen al Vaticano. La prensa italiana ha revelado que el miércoles, día de audiencia del Pontífice, se reforzó la seguridad en la plaza de San Pedro ante avisos de peligro de servicios secretos extranjeros. Albania es el país más musulmán de Europa y en el vecino Kosovo han sido arrestados decenas de simpatizantes de la yihad. En la frontera kosovar se formaron ayer colas de hasta tres horas por el registro de cada coche. Todo fue bien y, como se esperaba, Francisco cargó con dureza contra los «grupos extremistas que falsean el auténtico sentido religioso y distorsionan y utilizan las diferencias entre las distintas confesiones». «¡Que nadie piense que se puede escudar en Dios mientras proyecta y comete actos de violencia!», advirtió en una misa multitudinaria en Tirana.
La visita, donde por momentos se vio al Papa bastante fatigado, sirvió para subrayar el ejemplo de Albania, donde siempre han convivido musulmanes, católicos y ortodoxos. Se trata de una sola etnia y es resultado de sus desventuras históricas. Basta ver el regalo del Papa al presidente albanés: un facsímil del primer libro en su lengua, que es un misal de 1555. El imperio otomano obligó a esta nación cristiana a una conversión musulmana durante cuatro siglos, hasta 1912, pero fue de forma tolerante, que creó un islam relajado. La dictadura comunista de Enver Hoxha impuso el ateísmo oficial y eso propició los matrimonios mixtos. La fe quedó reducida a un sustrato cultural. Ahora hay un 10% de católicos y gobiernos donde están representadas todas las creencias.
La memoria de la dictadura y la feroz persecución religiosa de Hoxha fue el otro gran tema del día. Es más, en un encuentro con líderes de todas las confesiones, Bergoglio enlazó la intolerancia del régimen con el fanatismo religioso: «La verdadera libertad religiosa huye de la tentación de la intolerancia. ¡La religión auténtica es fuente de paz y no de violencia. Matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio! (...) Quien está seguro de sus propias convicciones no tiene necesidad de imponerse, sabe que la verdad tiene una fuerza propia de irradiación».
El acto más emotivo de la jornada fue un encuentro con el clero local en la pequeña catedral de Tirana. Francisco escuchó el testimonio de Ernest Simoni, un cura de 84 años, y Marije Kaleta, una monja de 85, ambos supervivientes del régimen. Simoni pasó 27 años en campos de concentración y trabajos forzados. Al terminar, el Papa lo abrazó largos segundos, se le cayeron las gafas y no pudo evitar las lágrimas.