Economia

La contrarreloj de Matteo Renzi

Al Gobierno italiano se le acaba el tiempo en su intento por aprobar grandes reformas que resuciten un país esclerótico

ROMA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El problema básico de Italia es el mismo desde hace décadas, una deuda pública inverosímil -hasta que fue superada por Grecia- que anda por el 135,6% de su Producto Interior Bruto (PIB). Hasta la última gran crisis había convivido con ella, pero ahora es insufrible. Es la punta del iceberg de un sistema anticuado, ineficaz y corrupto, que pide reformas modernizadoras a gritos pero que ningún Gobierno ha sido capaz ni de amagar. El primer ministro Matteo Renzi, a quien nadie ha votado, parece ser la última esperanza. Pero pasa el tiempo y su crédito se acaba. Vende optimismo y reformas históricas en asuntos clave: burocracia, trabajo, impuestos, justicia... Es el único modo, pero de momento se ven muy pocos resultados.

Crece el temor de que Renzi tampoco lo consiga y sea otro vendedor de crecepelos. Carlo Cottarelli, comisario especial para la revisión del gasto, se desahogó en julio quejándose de que se desvive para recortar pero el Ejecutivo sigue gastando lo que no tiene. Se da por hecho que en breve volverá a su puesto en el FMI. De aquí a un mes el Gobierno debe inventarse un nuevo ajuste de 20.000 millones, un recorte de al menos un 3% en todos los ministerios y el principal, en sanidad. Cambiar Italia suena casi utópico y Renzi está abriendo muchos frentes e incomoda a todos los sectores, pero no le luce. Acaba de reconocer que su rebaja de impuestos para dar 80 euros más en la nómina a las rentas bajas no ha tenido efecto alguno. Sostiene que ha hecho mucho por la economía, pero que no ha sabido comunicarlo bien. Y ya es raro, porque se pasa el día hablando.

Los números son implacables y urgentes. La renta disponible de las familias ha bajado a niveles de 1986, cuando hace casi 30 años estaba en torno a los 17.000 euros anuales y en los cines del mundo ponían 'Top Gun'. Todos los indicadores de consumo bajan y en comparación con el último año antes de la crisis, 2007, el gasto familiar se ha reducido un 7,6% hasta 2.600 euros anuales por cabeza. La UE estima, además, que la producción industrial italiana se ha desplomado un 25% desde entonces. Y se contabilizan un 12,4% de pobres, el doble que hace siete años.

«Me da la risa»

La economía continúa parada, en recesión. El PIB seguirá bajo cero este año -ya van tres seguidos-, y para el próximo no pasará del 1%. Renzi, mientras, sigue presionando a la UE para obtener flexibilidad y poder acometer las míticas reformas, aunque se espera que el déficit se vaya este año de las manos hasta el 2,8% del PIB, dos décimas más de lo previsto.

Pero Alemania cada vez se fía menos y la semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) volvió a dar la alarma; pidió reformas y seguir el ejemplo de España. Renzi le contestó con enfado: «Me da la risa cuando escucho que nuestro modelo debe ser España. Aprecio al país y a su presidente, pero si nuestro modelo es un país con el doble de desempleo me preocupo». Tampoco puede hablar muy alto: Italia tiene 3,2 millones de desempleados sin subsidio, una tasa de paro histórica del 12,6% y ocupa el primer puesto europeo de jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Para ganar credibilidad internacional, Renzi ha entrado esta semana en la batalla de la reforma laboral, una de las más duras. El 'Jobs act' prevé facilitar los despidos y un sistema de tutela creciente según la antigüedad. Debería ser aprobado en octubre, pero Renzi tiene oposición incluso dentro de su propio partido.