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Cocaína en un coche del Vaticano
Dos italianos utilizan el vehículo que el chófer de un cardenal había dejado en el taller para ir a España y volver con cuatro kilos de droga
ROMA. Actualizado: GuardarLa realidad italiana no cesa de dar ideas estupendas para guiones de comedia, aunque algunos hechos reales tal vez pasarían por inverosímiles en la ficción. Ha vuelto a ocurrir. Dos genios de Roma, un italiano de 30 años y otro de 41, se vieron en un taller con el coche de un anciano cardenal entre manos y pensaron que con esa matrícula oficial del Vaticano no les pararía nadie si cometían alguna fechoría. Así que se les ocurrió irse a España y volverse con un alijo de droga, creyendo que todo iría como la seda. Pero en el peaje de una autopista de Francia les echaron el alto, a la altura de Chambery. Llevaban cuatro kilos de cocaína y 200 gramos de marihuana.
Sucedió el domingo pero trascendió ayer a través de la emisora francesa RTL, que citó fuentes judiciales. Luego el portavoz vaticano, Federico Lombardi, salió a confirmar lacónicamente que, en efecto, el coche es de un cardenal. Es un Ford, aunque se suponía que no debía de estar allí, sino pasando una revisión. Negó cualquier implicación «de personas de la Santa Sede». En este tinglado el prelado está fuera de toda sospecha, que no es poco para como puede presentarse un buen enredo italiano: se trata del argentino Jorge María Mejía, de 91 años, bibliotecario emérito del Vaticano, hospitalizado y gravemente enfermo tras un infarto sufrido hace un año, muy amigo del Papa. «El automóvil fue entregado en días pasados a un taller. Evidentemente se ha usado de otra manera», concluyó Lombardi.
La matrícula diplomática vaticana debería haber sido la tapadera perfecta, o eso creían los detenidos, pero precisamente fue lo que despertó las sospechas de los agentes franceses, que se preguntaron qué demonios hacía por allí y tan lejos de Roma un coche oficial del Vaticano. Un poco más y quizá lo hubieran conseguido, porque estaban en los Alpes, ya cerca de la frontera italiana y una vez en casa es probable que nadie les hubiera parado. Después bastaba devolver el coche a su eminencia, a ser posible incluso con la revisión solicitada, encima cobrarle y aquí no ha pasado nada. Ninguno de los dos ocupantes tenía el pasaporte diplomático, lo que aumentó las sospechas de los policías. Por su parte, los sospechosos afirmaron que la droga no era suya y dijeron ser simples chóferes. De momento siguen detenidos. En los próximos días se sabrá si el caso se queda en chapuza picaresca o hay algo más. En fin, no se puede descartar que no se pueda reír uno más, porque deben aclararse detalles. No está claro quién y cómo confió el coche a los dos individuos, hasta dónde llegan las complicidades. Algunas informaciones señalan que el secretario del cardenal entregó el vehículo a un amigo para que se encargara de la revisión. Al menos ha quedado claro que aún tiene cuerda para largos viajes y alguna aventura.