El ministro francés de Economía e Industria, Emmanuel Macron, conversa con Manuel Valls durante la sesión parlamentaria. :: P. K. / AFP
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El Parlamento francés con Valls

El ratificado primer ministro francés emplaza a Merkel a asumir sus responsabilidades en el crecimiento de Europa

PARÍS. Actualizado: Guardar
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El primer ministro francés, Manuel Valls, logró ayer la confianza parlamentaria para su Gobierno por segunda vez en cinco meses con un discurso de investidura en el que se distanció de la patronal, anunció bajadas de impuestos a seis millones de hogares y se mostró ofensivo con Bruselas y Alemania. «Francia decide por si sola lo que debe hacer», llegó a advertir antes de emplazar a Angela Merkel a un «diálogo sincero y exigente» cuando París prevé un déficit del 4,4% este año, un nuevo incumplimiento de sus compromisos europeos.

La reválida del Gabinete remodelado a finales de agosto con la salida de tres ministros discrepantes con las políticas de austeridad fue aprobada con 269 votos a favor, veinte menos que la mayoría absoluta de la Cámara. Esta vez se abstuvieron 31 socialistas críticos, el triple que en la moción de confianza del pasado 8 de abril cuando Valls obtuvo 306 papeletas favorables. Los escaños ecologistas completaron la cifra de 53 abstencionistas. Se pronunciaron en contra 244 diputados pertenecientes en su mayor parte a las bancadas de la oposición de centroderecha reforzados por un puñado de comunistas y aliados de la izquierda radical.

En su alocución, Valls justificó el nuevo desvío presupuestario, hasta un déficit del 4,4% en 2014 en lugar del 3,6% previsto, por la casi ausencia de inflación y el crecimiento anémico que generarán menos ingresos en las arcas públicas. «Adaptamos el ritmo del déficit público a esta situación», alegó tras reiterar el compromiso de controlar el gasto mediante el prometido ahorro de 50.000 millones de euros hasta 2017. Pero insistió en la necesidad de incentivar el crecimiento y la inversión porque «la zona euro se descuelga del resto del mundo».

Reformar no es romper

El gobernante al que François Hollande ha ratificado para pilotar el tránsito hacia el social-liberalismo recordó las reacciones suscitadas hace cinco meses por su crítica del euro fuerte. «Las cosas comienzan a moverse porque hemos hecho que se muevan», esgrimió en defensa de una política monetaria adaptada para sostener el crecimiento.

Se congratuló de que las últimas medidas del Banco Central Europeo hayan permitido «una bajada de diez céntimos del euro respecto al dólar». Esa depreciación representa «decenas de miles» de puestos de trabajo preservados en Francia, sobre todo en el sector exportador. De ahí que invitara a su presidente, Mario Draghi, a «ir aún más lejos» para apoyar la actividad en la eurozona y disminuir el valor de la moneda única.

Valls adelantó que en su cita del próximo lunes en Berlín con Merkel abogará por una reorientación de Europa que juzga «vital». «El acuerdo entre nuestros dos países es indispensable para relanzar el crecimiento y dar al proyecto europeo su verdadera ambición», esgrimió. «Nuestro mensaje debe ser escuchado. Alemania debe asumir sus responsabilidades. Nuestra responsabilidad común es histórica», proclamó.

En el escenario interior, Valls se desmarcó de las propuestas del Medef, la patronal francesa, para crear un millón de empleos consistentes en suprimir días festivos, facilitar el trabajo dominical y nocturno, acabar con la semana laboral de 35 horas y rebajar el salario mínimo. Opinó que esas medidas suponen una provocación y una escalada que amenazan con debilitar «el indispensable diálogo social». «Reformar no es romper nuestro modelo social, que no está caduco», aseveró en réplica a unas declaraciones del presidente de los empresarios, Pierre Gataz.