Economia

Más artillería para la guerra del crédito

Las entidades, que pedirán cerca de 30.000 millones, advierten de que sobra liquidez y que el problema está en la escasa demanda El jueves arrancan las subastas del BCE destinadas a estimular los préstamos a empresas y particulares

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No hay más que echar un vistazo a los escaparates de las sucursales para saber cuál es el objetivo de la banca en esta etapa: la guerra del crédito. Hace tiempo que desaparecieron de los carteles publicitarios cualquier referencia a los depósitos, que ofrecen una rentabilidad mínima -en julio el plazo a un año solo rentaba un 0,79%- debido al desplome del precio del dinero, en el 0,05% tras el último recorte, y a los topes regulatorios impuestos a principios de 2013. La guerra del pasivo, que por cierto empezó a finales de los 80 el fallecido Emilio Botín con la 'Supercuenta', está muerta. La batalla ahora es prestar después de seis años de sequía. Se ven ofertas de todo tipo, para hipotecas, para la compra de coche y, sobre todo, para financiar a las empresas, un nicho considerado prioritario por los márgenes que deja.

Es justo este segmento el que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quiere impulsar con las subastas de dinero a cuatro años y a un interés mínimo del 0,15% que arrancarán este mismo jueves. Las entidades españolas muestran interés en acudir y según el ministro de Economía, Luis de Guindos, pedirán unos 30.000 millones de euros, aunque advierten de que el problema es la falta de demanda solvente porque las compañías todavía no se han recuperado de la crisis y siguen reduciendo sus niveles de deuda.

Esta nueva ronda de subastas del BCE -denominadas TLTRO, su acrónimo en inglés- tiene la particularidad de que está condicionada a que la banca aumente sus préstamos a empresas y particulares (no para la compra de vivienda). Para ello, las dos primeras -septiembre y diciembre- tendrán como límite el 7% del saldo crediticio una vez descontada la financiación a vivienda y a administraciones públicas. Las siguientes -hasta ocho- dependerán del incremento de ese saldo. Estos requisitos buscan impedir que las entidades financieras vuelvan a utilizar el dinero barato del BCE para hacer 'carry trade', esto es, invertir en deuda pública en vez de financiar a la economía real. Una estrategia muy criticada por la ciudadanía, que acusaba a la banca de mantener cerrado el grifo del crédito pese a recibir miles de millones. De todas formas, el 'carry trade' ha perdido en gran medida su atractivo por la caída a plomo de la rentabilidad de los bonos soberanos. Sí fue un buen negocio en 2013, cuando permitió ingresar 10.000 millones de euros, un gran alivio para las cuentas.

Inundados de dinero barato

¿Servirán esta vez las inyecciones del BCE para estimular el tejido productivo? La respuesta de las diez principales entidades del país es unánime y rezuma cierto escepticismo. Todas ellas señalan que ya hay «liquidez de sobra» en el sistema y que si el crédito no fluye a mayor ritmo es por la escasa demanda solvente, sobre todo en el caso de las empresas. Incluso hay quienes advierten de que podría haber un efecto negativo si los bancos relajan el control de riesgos en el afán de captar cuota de mercado a toda costa.

El crédito a empresas se está reactivando aunque más lentamente que el de los hogares. En el primer semestre los nuevos préstamos de hasta un millón de euros (son los que se identifican como destinados a las pymes) crecieron un 6%, muy por debajo del 20% de incremento en hipotecas y consumo, aunque crecimiento al fin y al cabo. El volumen de nuevos préstamos a empresas por importe de más de un millón cayó, por contra, un 18% si bien las compañías de mayor tamaño no dependen tanto de la financiación bancaria porque tienen otras vías de captar recursos.

Esas cifras se refieren al nuevo flujo de crédito, que a la vista de los datos ofrece síntomas de clara reactivación. Pero el saldo crediticio sigue contrayéndose porque los vencimientos y amortizaciones superan a las nuevas operaciones. En empresas la caída ronda el 8,9% interanual mientras que en hipotecas y consumo es del 4% y 6,3%, respectivamente. O sea, se está dando crédito, pero el volumen todavía no es elevado -es muy inferior al de la época precrisis- y no compensa el desapalancamiento.

«En empresas, por ejemplo, sí que aumentan las peticiones para financiación del circulante (la actividad normal) y ahí estamos todos los bancos peleando por captar el negocio. Pero inversión nueva en pabellones o maquinaria hay muy poca», señalan en una entidad.

«A nosotros nos han puesto objetivos muy ambiciosos para crecer en crédito a empresas. La instrucción es que si una operación pasa el filtro de riesgo, no la dejes perder por una cuestión de precio. Es decir, que lo bajes todo lo que haga falta», añade la directora de la sucursal de uno de los grandes bancos españoles. Eso sí, el control de riesgos sigue siendo duro y las exigencias en garantías no se han relajado en España, según la última encuesta del BCE. No se puede bajar el listón porque la morosidad sigue siendo muy elevada y la solvencia de las empresas está muy deteriorada tras seis años de crisis. Por eso todavía hay muchas empresas que ven denegada su petición de crédito.

Costes a la baja

Se espera que las subastas de Draghi ayuden a abaratar el crédito a las empresas. Los tipos de interés que los bancos cobran por los préstamos de hasta un millón de euros (los destinados a pymes) han ido descendiendo lentamente este año desde el 5,07% de marzo hasta el 4,56% de julio (4,93% TAE), pero todavía queda recorrido a la baja.

La pelea de la banca por captar este negocio hará descender el coste. De hecho, ya hay movimientos al respecto. Bankinter lanzó a finales de julio una campaña vinculada a las subastas del BCE con un tipo de interés máximo del 3,25% hasta 2018, que es cuando vence la barra de liquidez. No está solo. Todos los bancos consultados, los diez mayores de España, tienen ofertas para este segmento.

Los préstamos al consumo también deberían abaratarse porque las barras de liquidez del BCE también busca impulsarlos. Su coste rondaba el 9,38% TAE en julio de este año, el último dato del Banco de España, tras un ligero descenso. La bajada en los tipos de interés como consecuencia del desplome del precio del dinero va a un ritmo más lento que el recorte aplicado por la banca a la remuneración de los depósitos, que se hunde a pasos agigantados.

Las hipotecas no entran en los objetivos del BCE -el incremento en su saldo no se tendrá en cuenta-, pero la guerra se nota en este segmento. El crédito para la compra de vivienda se reactiva con fuerza y los bancos no quieren dejar escapar este repunte. Por eso están bajando los diferenciales que añaden al Euríbor (en un mínimo de 0,488) por debajo del 2%, cuando hace menos de un año eran habituales los superiores a tres puntos porcentuales.

Pese al descenso de la prima de riesgo y a la mayor confianza de los inversores en la economía nacional, las pymes españolas siguen pagando más que sus homólogas francesas o alemanas, si bien está brecha se está reduciendo lentamente. Según la última estadística del BCE, el precio que pagan las pequeñas y medianas empresas de España por un préstamo de hasta un millón de euros es del 4,58% frente al 2,82% de Alemania o al 2,24% de Francia.

«Es una consecuencia de la fragmentación del mercado financiero que todavía existe. Para reducirla lo que hace falta es avanzar en la unión bancaria», apunta Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie. Este experto se muestra escéptico respecto al impacto de las subastas del BCE porque cree que el problema está en la poca demanda solvente, que podría debilitarse más por el parón de la zona euro. «Lo que ha hecho Draghi está bien, pero es una política de oferta y lo que hace falta es estimular la demanda. Para ello es necesario un programa de inversión pública y la política fiscal. Montoro todavía no ha hecho lo que todos le piden, bajar las cotizaciones sociales y subir el IVA», explica.

En la misma línea, Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas, considera que «el problema sigue siendo que hay una gran parte de demanda aún no solvente». «En todo caso, los bancos españoles saben muy bien que el futuro pasa por el crédito, en particular por el destino a la pyme, y deberían apostar por una mayor profesionalización en este terreno», añade.

La otra medida estrella anunciada por Draghi para estimular el crédito, la compra por parte del BCE de titulizaciones (paquetes de créditos a empresas o para el consumo) para descargar a los bancos y que puedan prestar más, tampoco se ve como la panacea. «No hay estímulo suficiente para realizar nuevas emisiones y el mercado actual es muy estrecho», apunta el director de Tesorería de un banco. Las titulizaciones en España suman 234.000 millones.