Artur Mas, durante la celebración de la Diada el pasado jueves. :: QUIQUE GARCÍA / AFP
ESPAÑA

Mas asegura que se votará, pero deja entrever que no hará una consulta ilegal

El presidente de la Generalitat pide a Rajoy respuestas a la multitudinaria reclamación en favor de la consulta del 11-S

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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El día después de la gran movilización del soberanismo en el centro de Barcelona, en la que cientos de miles de personas (entre medio millón y 1,8 millones, según los recuentos) reclamaron la consulta y la independencia, el presidente de la Generalitat recogió el guante que le tendió la gran ola independentista, le exigió que no se arrugue y ponga las urnas, y afirmó que Cataluña votará «seguro». Su compromiso pareció contundente, en línea con lo que esperaba la marea amarilla y roja que abarrotó la capital catalana.

Pero una vez más, el dirigente nacionalista echó mano de la ambigüedad y de la misma manera que dijo que «la determinación de ir adelante es muy grande», que mantiene intacta su hoja de ruta hacia la consulta y que todo está dispuesto para la votación, también dejó entrever que no es partidario de celebrar un referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional, como se prevé que ocurra una vez que el Gobierno recurra la ley de consultas y el decreto de convocatoria. «Votaremos seguro, otra cosa es en qué condiciones», matizó. En una misma frase, el presidente de la Generalitat contentó a los que le piden que saque las urnas a la calle y dio a entender que podría convocar elecciones anticipadas.

Y además, en contra de las demandas de buena parte del independentismo, tanto Esquerra, la CUP, como la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural, que le exigen que celebre la consulta diga lo que diga el tribunal, insistió en que la votación tiene que hacerse «bien» porque si no es así el «bumerán» se puede volver en contra del movimiento soberanista. «Un referéndum se hace para saber la opinión mayoritaria de la gente. Pero para que tenga toda la validez aquí y fuera debe tener todas las garantías democráticas», afirmó en una entrevista en Rac-1.

Entre otras condiciones que podrían hacerle replantearse su determinación de celebrar la consulta citó la reacción del Constitucional, la de algunos ayuntamientos, como Badalona y L'Hospitalet, que gobernados por el PSC podrían negarse a colaborar con la consulta, o incluso la reacción de una parte de la población. Eso sí, dijo que existen «mecanismos» para sortear esas dificultades. «Tenemos posibles soluciones y las hemos de consensuar» con los partidos favorables al referéndum, señaló.

Jarro de agua fría

El jefe del Ejecutivo autonómico volvió a apelar a la unidad del frente proconsulta aunque ni siquiera en el día después de la Diada sus integrantes fueron capaces de disimular las discrepancias. El número dos de Convergència, Josep Rull, afirmó que no se puede apelar a la desobediencia civil si hay una respuesta negativa del Constitucional, como hacen con asiduidad los dirigentes de Esquerra y la CUP. Rull, además, admitió que la suspensión del Constitucional hace más difícil que se pueda votar el 9 de noviembre, un nuevo jarro de agua fría, que anuncia dos meses muy complicados para las relaciones entre los cuatro partidos.

Desde Esquerra, su secretaria general, Marta Rovira, replicó a Mas que la gente que formó el jueves la gran 'V' de la Diada no estaba pidiendo que se convoque la consulta, sino que se celebre y se vote, poniendo el dedo en la llaga de los eufemismos que suele utilizar Mas para evitar las posiciones claras.

A pesar de que tanto la ANC como Ómnium interpelaron directamente en la Diada al presidente de la Generalitat y ayer insistieron en la consigna de la desobediencia, Mas cree que quien tiene el balón en el tejado es Mariano Rajoy, a quien emplazó a mover ficha. «Este conflicto se resolverá votando», le dijo. «El Estado aún está a tiempo, alguna respuesta debería dar», señaló en lo que pareció más un ruego que un ultimátum.

El presidente catalán se siente reforzado por el éxito de la movilización, a la que dieron apoyo buena parte de su Gobierno y la plana mayor de CiU. «Madrid espera que inclinemos la cabeza y que nos rindamos sin condiciones, pero no hay otra salida que votar», añadió. Y sobre la tercera vía, instó al Gobierno a ponerla sobre la mesa. «Si no lo hace es que no existe», remató.