Apuntes

Un galimatías innecesario

A estas alturas del relato, los gaditanos tienen motivos para dudar sobre si la obra del segundo puente está o no parada pero, sobre todo, de su fecha de inauguración

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Los medios, las instituciones y sus portavoces parecen haberse confabulado para confundir a los ciudadanos. Mal negocio porque, al cabo, son sus únicos clientes y los examinadores de su trabajo, a diario, o cada cuatro años. Cualquier vecino de Cádiz, de su Bahía, tiene motivos para dudar sobre si la obra del puente está o no parada pero, sobre todo, de su fecha de inauguración. Los tecnicismos y los matices han marcado, desde el principio, nada más comenzar agosto, este nuevo episodio de parón. Es cierto que los trabajos nunca han quedado absolutamente detenidos. Eso resulta técnicamente imposible y complejo pero es igualmente innegable que se han ralentizado hasta convertir en una quimera cualquier fecha de entrada en funcionamiento. También resulta difícil de negar que los ciudadanos, y contribuyentes, precisan de que la obra avance al completo porque de nada sirve, a efectos del usuario, que unos tramos avancen y otros no. Diría Perogrullo que todos deben estar listos para poder circular por el viaducto. Tampoco ayuda que los mismos responsables políticos que hace unas horas tachaban de «impresentable» a la empresa por frenar los trabajos para obtener más pagos proclamen ahora que todo está en orden y que nada se ha detenido.

Bien harían las partes en sentarse a negociar y confirmar ese previsible acuerdo, insinuado ayer por Teófila Martínez, que permita el inminente regreso a la normalidad del ritmo de construcción en todas las partes del puente. Eso lo único que serviría para fijar una fecha creíble de inauguración, de entrada en funcionamiento que, recordemos, es lo único que importa a los ciudadanos. Los clientes.