Pánico a los pitos de la Scala
El miedo a los abucheos ahuyenta a figuras, como el tenor Roberto Alagna, que no ha superado su célebre espantada de hace ocho años
Actualizado: GuardarEn la historia de la Scala tiene su lugar una inolvidable 'Aida' de diciembre 2006, apertura de temporada. El protagonista fue silbado, se largó en plena representación y el sustituto de emergencia tuvo que salir a escena, sin tiempo para cambiarse, en vaqueros y camiseta en medio del fastuoso oropel faraónico. Aquel tenor desertor era Roberto Alagna, franco-italiano y figura internacional, y ocho años después parecía que por fin iba a volver al legendario teatro lírico de Milán. Había apalabrado tres actuaciones pero, sorpresa, no ha superado el trauma. Teme los pitos, el ambiente gamberro del famoso gallinero de la Scala, el 'loggione', y se lo ha pensado mejor. «Es superior a mis fuerzas trabajar en un ambiente belicoso y en una atmósfera hostil, afrontar de nuevo tantas tensiones», ha dicho en un comunicado.
Alagna, en realidad, estaba bastante animado a regresar. Era viable desde la marcha del anterior superintendente, Stephane Lissner, que le vetó desde su espantada. El nuevo responsable, Alexander Pereira, que quiere grandes nombres, le convenció a volver y habían pactado un 'Werther' en noviembre, una 'Tosca' en junio para la Expo y otra producción en 2016. De hecho, el cantante pasó dos semanas invitado en la ciudad en julio y fue varias veces a la ópera. Pero ahí fue donde le dolió, como ha explicado en su nota: «Asistí a todos los espectáculos en quince días. Todos fueron silbados, no hubo piedad en ninguna velada. Me quedé turbado y dolorido». Además es que en una de las óperas participaba su mujer, la soprano polaca Aleksandra Kurzag, que también se llevó su ración de improperios.
La prensa asegura que ha exagerado, porque ni fue a todas las sesiones ni hubo pitos a diario, y es más, algún crítico opina que mejor que no se queje, porque algunas actuaciones merecieron ser abroncadas y no pasó nada. En cualquier caso se ha abierto un pequeño debate, uno más en los mil líos que siempre rodean la Scala, sobre la fama del teatro y si le está perjudicando. Porque también, por ejemplo, ha dicho que no piensa volver a Milán el cantante Piotr Beczala, pitado en la última 'Traviata'. Y quizá haya alguno más.
«Algunos de los mejores cantantes se niegan a venir por miedo de los abucheos. Si renuncian el nivel bajará y no podemos aceptarlo», ha protestado Pereira, que ha pedido una tregua, algo de clemencia o al menos mejores modales a representantes del temible 'loggione', pero ha fracasado. Lo cierto es que en el gallinero hay elementos que van a pitar a todo lo que se mueva, una especie de ultras líricos que van de puristas exigentes.
Pero desde luego abucheos en la Scala ha habido toda la vida, de la Callas y Pavarotti a Monserrat Caballé, y nunca nadie se había atrevido a largarse de una ópera, así que la acogida a Alagna era realmente imprevisible. Es casi un caso comprensible de pánico escénico.