Protestas contra la celebración de la cumbre de la OTAN en Newport, en Gales. :: JUSTIN TALLIS / APF
MUNDO

La OTAN brinda a Ucrania un apoyo más moral que efectivo contra la presión rusa

La amenaza de más sanciones contra Moscú si interviene de nuevo en apoyo a los separatistas es el único consuelo para Poroshenko en Gales

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, arremetió duramente contra Rusia en la rueda de prensa ofrecida en compañía del presidente ucraniano, Petro Poroshenko, tras el final de la cumbre celebrada ayer en Gales. «Rusia no ha dado ni un paso para hacer la paz posible, sólo ha contribuido a profundizar el conflicto», afirmó Rasmussen. Según el político danés, la OTAN ha mostrado su «unidad» y anunció que Ucrania recibirá una ayuda financiera de 15 millones de euros para la modernización de sus fuerzas de seguridad. Esta exigua asistencia en la desesperada situación en que se encuentran actualmente las tropas ucranianas ante Rusia y los separatistas en el este del país quedó en parte compensada por las promesas que Poroshenko recibió de que habrá más sanciones contra Rusia, si no modifica su actitud.

«La comunidad internacional debe responder con determinación si Rusia interviene de nuevo en Ucrania con sanciones económicas más duras y profundas que sólo la aislarán más todavía», advirtió Rasmussen. EE UU, según la Casa Blanca, prepara una nueva tanda de sanciones en coordinación con la Unión Europea. El secretario general de la Alianza exigió una vez más al presidente ruso, Vladímir Putin, «retirar a sus miles de tropas desplegadas en las regiones fronterizas, dejar de apoyar a los separatistas y revertir su ilegal e ilegítima autoproclamación de anexión de Crimea, que no reconocemos».

Poroshenko, por su parte, dijo haber recibido de los países miembros de la Alianza «una gran demostración de solidaridad». «Ucrania no empezó la guerra (...) y está soportando el precio más alto en términos de vidas de soldados y civiles», manifestó. Según sus palabras, «como presidente estoy obligado a hacer lo posible por parar la guerra». El máximo dirigente ucraniano anunció que hoy en Minsk, la capital de Bielorrusia, se acordará una hoja de ruta para tratar de poner fin al conflicto. «En Minsk se firmará un documento para introducir gradualmente el plan de paz ucraniano», manifestó. «Si la reunión se celebra, daré instrucciones al Estado Mayor para un alto el fuego bilateral», añadió.

Ese cese de las hostilidades, según Poroshenko, deberá hacerse efectivo a partir de las 14.00 horas (las 13.00 en España) de hoy, momento en el que está previsto que comience una nueva reunión del Grupo de Contacto, compuesto por representantes de Kiev, Moscú, la OSCE y los separatistas. Éstos últimos declararon ayer mediante un comunicado que, si se firma el acuerdo, ordenarán también un alto el fuego, aunque a partir de las 15.00 horas.

Sin embargo, sobre el terreno nada indica que hoy pueda llegar la tranquilidad a las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk. Las agencias rusas informaban ayer sobre disparos de la artillería ucraniana contra las posiciones insurgentes junto al aeropuerto, cuyo control perdieron el miércoles las tropas de Kiev, y en varios barrios de la ciudad. El Ejército ucraniano perdió ayer también la localidad de Kramatorsk, que tanto costó recuperar a comienzos de julio, mientras que toda la región de Lugansk está ya prácticamente en manos de los rebeldes.

La ciudad portuaria de Mariúpol, mientras tanto, se prepara para contener la ofensiva separatista. Testigos presenciales informaban ayer a través de Twitter de encarnizados combates en Beziménnoye y Shirókino, localidades situadas a medio camino entre Mariúpol y Novoazovsk. Esta última población, enclavada muy cerca de la frontera con Rusia, fue tomada por los sublevados la semana pasada, según Kiev, con la ayuda de tropas rusas.

El gobernador legítimo de Donetsk, Serguéi Taruta, afirmó ayer que una columna de tanques y blindados rusos se dirige hacia Mariúpol, en cuyos alrededores, según fuentes castrenses, el Ejército ucraniano ha sido puesto en estado de máxima alerta. Todo indica que los separatistas quieren sentarse hoy a negociar después de haber arrebatado a Kiev el importante puerto de Mariúpol. Si lo consiguieran, tendrían asegurados los suministros por mar desde Rusia a gran escala.

Pese a las reticencias de Poroshenko, Batkívshina, el partido que lidera Julia Timoshenko, y la formación ultranacionalista Svoboda (Libertad) volvieron ayer a intentar que el Parlamento ucraniano establezca la ley marcial en Donetsk y Lugansk. La insistencia se debe a la advertencia del portavoz del Pentágono, el coronel Steven Warren, de que Rusia está concentrando en la frontera con Ucrania material militar y tropas «netamente más poderosas que lo visto desde el comienzo de la crisis».